

En 1996, una encuesta señalaba que el 83% de la sociedad sentía no estar protegida. Frente a la demanda, un ministro acuñó una de las excusas más cínicas de los últimos tiempos: “Lo que hay es una sensación de inseguridad potenciada por los medios .
Ese mismo año, Alberto Piotti, secretario de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, decía: “La situación es crítica . Trece años después, Carlos Stornelli reconoce que es “gravísima .
La crisis no es nueva. Entre 1999-2004, once secretarios de seguridad y 9 jefes de policía desfilaron por la provincia. Los medios pueden equivocarse en el tratamiento de la realidad, pero no la inventan.
En el ámbito nacional, en 1990, se denunciaron 560.000 delitos. En el 2002, la cifra llegó a 1.300.000.
La prensa refleja apenas el relámpago en la tormenta.Sólo se denuncia el 20-25% del total de delitos comentidos. De éstos tienen sentencia el 1-2%.
Según fuentes no oficiales, en enero y febrero de este año se registraron los siguientes delitos: 44.000 robos a vivienda, 1.650 homicidios, 27.500 robos a comercios, 860 violaciones, 420 secuestros virtuales, 240 secuestros express, 118 secuestros extorsivos,870 robos en zonas rurales, 20.000 robos de autos, 1.800 robos a colectivos y 24.000 asaltos en las calles, en todo el país.
Otro factor que agrava la inseguridad es el narcotráfico. Argentina mantiene el 90% de su espacio aéreo sin radarizar y nos hemos familiarizado con el paco, la efedrina, las cocinas, los narcos peruanos asolando las villas y los colombianos matando en los shopping. Argentina es hoy el primer consumidor de cocaína de América latina y el segundo en marihuana.
La inseguridad no ha escapado al destino nacional: los problemas tienen culpables -siempre el otro- pero carecen de soluciones. Hemos asistido a insólitos enfrentamientos personales y corporativos: Fernández vs. Granero , Arslanian vs. Blumberg, Conti vs. Argibay, Fernández vs.Macri, Argibay vs. Poder Ejecutivo, Cristina Kirchner vs. jueces.
Más que funcionarios con responsabilidades, parecían ejecutivos de la excusa. La presidenta, en su discurso ante el Congreso, ignoró el problema. Legisladores y opositores suelen olvidar que también fueron y son parte del problema ,y han intendentes que han elegido la complicidad. Lo curioso es que todos coinciden que para controlar la inseguridad hay que mejorar la justicia, la policía, el servicio penitenciario, la educación y la inclusión social. Todo lo que no han hecho en los últimos 20 años.
Mientras el ex alcalde Rudoph Giuliani señaló que la información fue una herramienta decisiva para combatir el delito, aquí cuando no se la oculta, se la desprecia.
El presupuesto es revelador: se destina a la principal preocupación de la sociedad entre el 7 y el 8%. En algunos países desarrollados, ese porcentaje llega hasta el 20%.Expertos internacionales que visitaron la Argentina fueron contundentes. No habrá solución al cada vez más complejo problema de la inseguridad sin la reinvención de las instituciones de seguridad y sin liderazgos políticos.
Si en la provincia de Buenos Aires se admite que necesitan 16.000 policías más y 4.500 causas atrasadas por irregularidades en empresas de seguridad privada, significa que muchos, durante mucho tiempo, miraron por otro lado.La inseguridad no es sólo un tema de policías y jueces. El fracaso es político.
Lástima que el crimen no paga. Pagan inocentes. Aún con su frase desafortunada, la culpa no es de Susana Giménez.










