Todos los años durante el comienzo de la primavera, surge en las empresas la necesidad de elaborar un presupuesto anual. En muchos casos el mismo deberá ser enviado a sus casas matrices y en otros, simplemente servirá a los niveles más altos del management para armar una imagen del panorama futuro. Además, permitirá calcular las proyecciones de ventas y la evolución de los costos tanto de bienes transables como no transables, así como también la posibilidad de establecer la política de inversiones de la compañía.

Sin duda, la discusión sobre la evolución esperada del tipo de cambio nomimal (TCN) y de la inflación, resulta ser un punto necesario para la elaboración de dichos presupuestos. Hasta ahora, el crecimiento no parece ser un elemento preocupante para la comunidad empresaria, que no deja de ver oportunidades para seguir aumentando su producción y ventas.

Si analizamos la política monetaria y fiscal de los últimos años, vemos algunos elementos que podríamos considerar inconsistentes desde el punto de vista teórico. Es sencillo entender que si tenemos (n) mercados, entonces tendremos (n-1) precios relativos. Esto significa que si fijamos el tipo de cambio, el resto de los precios debería fluctuar libremente en ausencia de rigideces. Esta es la razón por la cual resulta inconsistente querer fijar dos objetivos: el TCN y el tipo de cambio real (TCR), utilizando un solo instrumento: la política monetaria.

Las metas del Gobierno apuntan a fijar un TCN alto, con una inflación controlada, con el fin de generar un tipo de cambio real alto, pero evitando que el aumento de la competitividad degrade el salario real de los trabajadores.

Sin embargo, no está entre las posibilidades del Gobierno fijar ambas variables en forma simultánea sin tener que afrontar costos por ello, llámese inflación. Por lo tanto, si controlamos la cantidad de dinero a través de la política monetaria, el TCN junto con los otros precios de la economía fluctuarían libremente. Sin duda, esto no es materia desconocida para las autoridades responsables de fijar la política monetaria y fiscal. En este aspecto, es que resulta central la convicción del ministerio de Economía y del Presidente de mantener un nivel de superávit fiscal neto cuyos niveles no tienen precedentes en la reciente historia económica argentina. El hecho de haber alcanzado un superávit fiscal de 2,6% en 2004, 1,8% en 2005 y un proyectado de 1,8% para 2006, deja al Gobierno en una situación donde el stock de ahorro público alcanza aproximadamente los $ 32.000 millones.

Expansión monetaria

Por otro lado, la política de esterilización del BCRA a través de la colocación de LEBACs, aunque pueda suscitar discusiones, ha sido una variable de control interesante para evitar una mayor expansión monetaria. Igualmente, el Gobierno no ha sido del todo prolijo, puesto que en los últimos tres años se ha enfrentado a una variación del IPC con un crecimiento geométrico. El punto central a dilucidar es el valor del TCR de equilibrio y la velocidad a la cual el mismo converge a ese nivel luego de toda desestabilización. Utilizando la reconstrucción de una serie con base diciembre 2001=1, con datos desde 1943 podemos decir que el TCR de equilibrio ha tenido una media del orden de 1,951 y un desvío de 0,92.

Sin embargo, dado que el TCR de equilibrio depende de las condiciones macroeconómicas y que las mismas se han visto modificadas, podemos decir que esta medida solo nos habla acerca de que: los valores alejados de su desvío son sin duda valores de desequilibrio y que resultan en altos costos de bienestar y eficiencia, al emitir señales confusas para la asignación de recursos y la distribución del ingreso.

Lo que sí nos permite afirmar es que dada la nueva estructura financiera mundial, la historia económica reciente de nuestro país, el TCR de equilibrio no podrá ser el registrado durante la década del ‘90.

Los episodios donde se han registrado fuertes aumentos en el TCR, siempre estuvieron asociados a situaciones transitorias como crisis monetarias, corridas bancarias y repudio de compromisos del sector público y su contraparte en inestabilidad institucional.

Encontramos que la situación actual tiene más paralelismos con la década del ‘60, que con la década pasada, es por esta razón que esperamos un TCR de equilibrio similar al de la primera. De validarse la hipótesis, el actual valor todavía estaría levemente por encima del de equilibrio.

Del cuadro se desprende que lentamente y de continuar la actual política económica, la inflación seguirá creciendo, pero a una velocidad más reducida. Creemos que la inflación para el año 2007 rondará el 9% anual y que el TCN se ubicará en torno a los 3,20 pesos por dólar para el fin del periodo.

No debemos olvidar sin embargo, que 2007 es un año electoral y que si el Gobierno relaja su situación presupuestaria, disminuyendo el flujo de superávit fiscal, la tasa de inflación y el TCN serán más altos que los proyectados bajo los actuales supuestos. Dejando de lado algunas dudas, creemos que el Gobierno reconoce sus actuales limitaciones y especialmente, el hecho de carecer de demasiado margen como para evitar generar un descalabro fiscal, por lo tanto no deberíamos esperar grandes sobresaltos en las principales variables macroeconómicas, ni desvíos de los valores proyectados.