El sector agropecuario estornuda y se resfría rápidamente buena parte de los empresarios que, aunque no tengan un vínculo directo con el campo, sus comercios y fábricas están ubicadas geográficamente en las provincias donde el dinero que nace de la tierra se derrama sobre la economía regional. Resulta alarmante, teniendo en cuenta el momento, la dependencia cada vez mayor de los distintos eslabones productivos con un sector que está por cumplir un año de continuos enfrentamientos con el Gobierno, que se puso en pie de guerra tras la histórica Resolución 125 (establecía retenciones móviles a la exportación de los distintos cultivos) y que viene sosteniendo su protesta a través de distintos métodos, que incluyeron cortes de ruta, masivas manifestaciones y la no comercialización de los granos.

Un relevamiento efectuado por El Cronista entre las principales federaciones, asociaciones empresarias y dueños de importantes pymes del interior desnuda la aguda crisis que sacude a la actividad comercial e industrial de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, La Pampa y la zona del Alto Valle. Si bien todo el país sufre las consecuencias de la fuerte retracción del consumo, en las provincias donde la situación de la actividad agropecuaria repercute de manera inmediata en el bolsillo y humor del potencial cliente, los números hablan por sí solos, encendiendo intensas luces coloradas: en los últimos meses la caída de la demanda oscila entre el 20 y 50%.

En las provincias donde la economía se encuentra claramente sustentada por el sector agropecuario, la agroindustria y rubros y servicios vinculados al sector, la caída tiene varias explicaciones: el impacto de la crisis mundial en la economía argentina; la baja de los precios de los granos, carne y leche a nivel mundial que se observa desde mediados de 2008, las consecuencias de la sequía, la disminución del área sembrada de trigo y maíz (en algunos casos también de soja), la caída de las exportaciones y, por supuesto, el conflicto del sector agropecuario que se desató con la Resolución 125

Esta situación demuestra cómo la economía argentina está ligada cada vez más a un solo sector, con el peligro que ello significa: así como, tras la devaluación, el campo se transformó en una de las principales locomotoras de la reactivación, -el aumento del consumo empezó a sentirse primero en el interior, para luego trasladarse a las grandes ciudades- en esta ocasión la relación será idéntica, según destacan analistas que trabajan en asociaciones que nuclean a empresas de la región Centro. Los efectos de la crisis financiera internacional en la economía real y de la depresión de las actividades vinculadas con el campo han empezado a afectar el nivel de actividad económica en la Argentina. Esto ya se empezó a sentir con mayor intensidad en ciertas provincias, y sus coletazos, aún difíciles de calcular, dejarán su huella en el interior del país.

¿Cómo enfrentan los distintos sectores la recesión?

Con las escasas herramientas financieras para enfrentar esta drástica y brusca caída en su actividad, las pymes no se quedaron de brazos cruzados esperando que se apacigüe el temporal. Con mayor o menor nivel de riesgo, los empresarios reaccionaron para capear este momento a través de distintas estrategias: variar la gama de nuevos productos, sumarle valor a la oferta, buscar nuevos nichos donde ubicar el excedente productivo y empezar a exportar son algunas de las medidas que pueden calificarse como proactivas. Del lado de las acciones con un tinte más defensivo, no son pocos los ejecutivos que optaron directamente por reducir los stocks al mínimo posible (para demandar materia prima sólo en función de la demanda), exportar con escaso o sin margen de rentabilidad motivados por el temor a la pérdida irreversible del cliente, abandonar la tercerización de ciertas actividades, resignar ganancia a nivel local a través de la reducción de los precios para que la caída de la actividad no sea aún peor y fidelizar de diversas maneras al histórico consumidor.

En materia laboral, todos los sectores consultados debieron poner en marcha el recorte de horas extras y doble turnos, y adelanto de vacaciones. Según las pequeñas y medianas, que lamentan la toma de este tipo de decisiones por el vínculo más estrecho que tienen con sus empleados (también por la inversión en formación y capacitación, además de la dificultad para encontrar mano de obra calificada), aún no se vieron obligadas a suspender personal, pero no lo descartan si la situación económica no muestra algún tipo de mejoría.

Los ejecutivos afirman que, a pesar de la estrepitosa merma en la actividad, no se han tocado los empleos, aunque no lo descartan como variable de ajuste si la situación continúa empeorando. Todos agendan el mes de abril como el que determinará la verdadera dimensión de la crisis.

Los referentes empresarios de los sectores consultados también coinciden en que suspendieron totalmente las inversiones que estaban previstas y que analizan con lupa todos los gastos, situación en la que no reparaban meses atrás.

Héctor Motta, integrante de la mesa ejecutiva de la Unión Industrial de Entre Ríos, traza el panorama que vive una de las provincias donde su población se mostró más unida, apoyando los cortes de ruta que se efectuaron cuando el conflicto con el Gobierno alcanzó su punto más álgido entre abril y mayo del año pasado. “Antes de la crisis, el sector industrial se encontraba cerca del paraíso, con plena pro-ducción. Pero la eclosión económica de los últimos meses golpeó muy fuerte al mercado interno. Hoy dependemos más de la demanda externa , indica Motta, quien subraya que la gente que vive del campo no sólo consume maquinaria agrícola y bienes y servicios vinculados con el campo. “Las reservas en los restaurantes, la compra de línea blanca y de vehículos, cayeron más del 50%. El consumidor se tornó más conservador que nunca, y la industria ingresó en un período de angustia donde es cada vez más difícil recobrar el optimismo , enfatiza.

Motta destaca que los empresarios del sector apuntan a innovar en la producción sin descuidar la calidad, pero observando que el costo de producción sea menor, con su correlato en el precio de venta. Lo mismo está sucediendo en el sector alimenticio. “El industrial reaccionó liquidando stock y se arriesgó a tomar crédito carísimo, que lo hunde aún más. Es inaceptable que las tasas de líneas para la producción oscilen el 20% anual en este contexto. Y los créditos para el consumo pueden trepar al 30% , sostiene el directivo de la Unión Industrial provincial, quien observa que todos los sectores analizan también en forma rigurosa cómo disminuir el consumo energético, desde la instalación de nuevos equipos con motores de bajo consumo, hasta la optimización del consumo de un servicio que también disparó su valor.

Roberto Nevares, director de la Cámara de Comercio, Industria y Producción de La Pampa, y gerente de la firma Marinelli, librería comercial, de artículos para el hogar y computación de Santa Rosa, marca octubre como el mes cuando comenzó la debacle. La caída de las ventas en el conjunto de los rubros que maneja tiene un piso de 20% y llega hasta 50% frente a los primeros meses de 2008. “Más que un problema económico, transitamos una crisis de credibilidad y confianza. Se nota mucho en la calle como el consumidor reacciona psicológicamente. Con el problema de la sequía, cuando llueve, la gente tiene mejor humor y consume. Y cuando no precipita por unos cuantos días, exhibe un comportamiento más conservador , grafica Nevares. Ante la retracción del consumo, su empresa redujo sus utilidades, lanzó más campañas publicitarias, ofrece bonificaciones y un mayor servicio de post venta. “Apuntamos a las promociones aunque la oferta es limitada, ya que, por ejemplo, aquí nunca llegó el plan canje de heladeras , sostiene el empresario, quien destaca una medida salarial que alentó la Cámara para dinamizar el consumo: todos los comercios otorgan desde octubre del año pasado $ 100 por mes a cuenta de paritarias. La iniciativa se extenderá hasta abril, aunque en palabras del dirigente, esa suma sólo sirvió para saldar deudas. El empresario remata con otro dato que muestra la parálisis de la economía: durante 2008 era imposible conseguir locales en Santa Rosa. Actualmente la oferta abunda.

Freno de la construcción

Reno Arcadigni, dueño de una de las principales mueblerías de Rosario, destaca el estrecho vínculo que existe entre el sector agropecuario y la construcción. “Si un hombre de campo no puede invertir en tierra, se vuelca a la compra de inmuebles y dinamiza la construcción. Dado el contexto, las obras que estaban proyectadas se encuentran en el freezer. Y si no se reactiva la inversión en la construcción, todos los sectores seguirán deprimidos , observa el empresario de vasta trayectoria.

La demanda doméstica en la mueblería cayó un 20%, y la firma no quiere abandonar la exportación por el miedo a no reconquistar a sus clientes, por lo que optaron por la comercialización a pérdida. “Seguiremos con esa estrategia esperando que todo se reacomode. Nuestra empresa tiene 52 años en el mercado, y la experiencia nos ha demostrado que se gasta mucho dinero para ingresar a un nuevo mercado, y perderlo es terrible. Mantendremos el cliente hasta que podamos , sostiene Arcadigni, quien puntualiza que están trabajamos mucho en capacitación, con el fin de ofertar productos de más calidad a un precio más económico.

Como otra medida anticrisis, la empresa comenzó a apuntar con mayor fuerza a mercados más pequeños y regionales, donde el nivel de competencia con terceros países es menor.

A su turno, Lorena Brollo, gerente comercial de Ticar, fabricante de artefactos de iluminación de Rosario, enfatiza que sus ventas cayeron 30% en los dos primeros meses de este año frente a igual lapso de 2008, y resalta que se están demorando mucho las cobranzas, aunque los proveedores exigen el pago contra entrega de la mercadería. “De esta manera, se está produciendo un enorme defasaje financiero. Estamos muy atados a las obras de construcción que están paralizadas , asegura.

La empresaria destaca que la firma sobrevive gracias a la obra pública. “Apuntamos a la reducción de gastos, todos aquellos donde en otra época no se reparaban. Por la gran demanda, el año pasado contratábamos fletes, pero ya no lo hacemos. También recortamos horas extras, de dos turnos a uno, y la compra de materia prima. Ahora vamos demandando mes a mes; antes nos stockeábamos por tres meses, como mínimo .

Campo y autopartes

Desde Córdoba, Marcelo Uribarren, presidente de la cámara de Industria de la Asociación de Empresarios de la Región Centro Argentino (Aerca), y dueño de la firma Aloña, fabricante de máquinas para lavandería, observa que, como en el país la demanda no crecía, empezó a explorar destinos de exportación, cuando antes ni pensaban en esa posibilidad. “Empezamos a ofertar nuestra producción a los hoteles para capear la crisis; era un sector que no teníamos desarrollado. El objetivo es aumentar el número de posibilidades para establecer contactos y ventas, sabiendo que se están achicando en todos los rubros. Por eso nos asociamos a una empresa española que buscaba contactos en la Argentina. Por la alianza, pudimos ampliar la oferta. Y hay una idea de empezar a desarrollar nuevos productos , comenta en un claro ejemplo de la búsqueda de oportunidades en los contextos de crisis.

El rubro hotelero sufrió menor pérdida de demanda que el resto de los sectores. Por ello apuntaron todos sus cañones allí, y eso provocó que la merma en la actividad de la compañía no fuera tan marcada. Así y todo, las ventas sufrieron un descenso del 10% en el último año.

Como miembro de Aerca, Uribarren hace hincapié en que a la provincia de Córdoba la dinamizan dos sectores: el agropecuario y la industria autopartista. Y ambos se encuentran muy deprimidos, lo que provoca que los demás rubros de la provincia, como el textil y el vinculado a bienes durables sufran una retracción del 40 a 50%. “Se observa una drástica aceleración de cheques devueltos, y los clientes exigen que se bajen los precios para poder comprar. Eso es recesión y se nota mucho en la calle , concluye el dirigente.

Roberto Paladini, presidente de la Federación Gremial del Comercio e Industria de Rosario, sostiene que ya en diciembre ocho de 10 empresarios afirmaba sentir los coletazos de la crisis, generada según el empresario por la ausencia de confianza. “Estamos pidiendo al Gobierno que reduzca los impuestos. En 2008, el país tuvo la mayor presión impositiva de toda la historia. Se llegó a casi un 33% del PBI, una barbaridad. Y el crédito no existe, no hay líneas para el consumo ni para la inversión , enfatiza Paladini.