

La política de puertas abiertas que aplica Gran Bretaña hacia los trabajadores provenientes de diez nuevos estados miembro de la Unión Europea ha provocado una reacción violenta.
El 76% de los británicos opina que hay demasiados inmigrantes en su país, según una encuesta realizada por el diario Financial Times y Harris, la cifra más alta registrada en un país de Europa occidental.
El sondeo, realizado a más de 5.000 adultos de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España, indica que el 83% de los ciudadanos cree que sus gobiernos no han sabido mantener controlada la inmigración.
La encuesta refleja que en Europa occidental hay una mayor inquietud por la inmigración a gran escala por parte de los nuevos miembros de la UE y por la oleada de inmigrantes ilegales del Norte de frica que llegan a diario a las costas de España e Italia.
También muestra que la actitud con respecto al problema varía mucho de país en país. Francia está entre los que menos preocupación muestran por la inmigración, aunque éste parece haber sido uno de los principales factores que influyeron en el “no francés a la Constitución europea en mayo de 2005.
En los medios de comunicación de Gran Bretaña se ha abierto un intenso debate sobre el supuesto exceso de inmigración. Aproximadamente el 40% de los británicos consultados opina que en el futuro sólo se debería permitir la entrada a los trabajadores inmigrantes debidamente calificados.
El sondeo, realizado entre el 5 y el 13 de octubre, muestra con claridad las dificultades que enfrentan los políticos europeos para convencer a sus votantes del control que tienen sobre la entrada de población ilegal y de los beneficios económicos que representa la legalización de inmigrantes.
Según el estudio, la opinión pública es cada vez más sensible a futuras ampliaciones de la UE, sobre todo a la entrada de países como Turquía, cuya población es en su mayoría musulmana y podría alcanzar los 100 millones en el momento de su incorporación.
El sondeo muestra que los británicos tienen más tendencia a creer que la política de inmigración de su país facilita el ingreso legal de inmigrantes a Gran Bretaña (79%), frente al 42% de los franceses que comparte esa opinión. Por otra parte, los británicos son los que más tienden a pensar que tanto los inmigrantes en general como los ciudadanos de los nuevos estados miembro de la UE de Europa Central y del Este han influido negativamente en la economía de su país.
Se estima que, desde su incorporación a la Unión Europea en mayo de 2004, habrían llegado a Gran Bretaña hasta 600.000 trabajadores provenientes de estados miembro nuevos, lo que ha provocado una reacción negativa por parte de la opinión pública, a pesar de que los estudios económicos sugieren que esta estrategia ha estimulado la economía y que los inmigrantes ocuparon puestos de empleo que los británicos se niegan a aceptar.
Por otra parte, el 96% de los italianos considera que la inmigración es un problema para su país; en Italia, el 91% de la población piensa que su gobierno debería intensificar los controles fronterizos, frente al 60% de los alemanes.
Como solución al problema de la inmigración ilegal, los ciudadanos transalpinos creen que los extranjeros deben tener una oportunidad de permanecer en el país, solución similar a la adoptada por Zapatero. En cambio, el ministro de interior galo, Nicolas Sarkozy, ha asegurado que la amnistía de España ha fomentado una red ilegal que acabará por afectar a los países vecinos.










