

Cuando me inicié en mi primer puesto gerencial, una amiga emprendedora me dio un consejo útil. Me dijo que convenía darle a la gente espacio para quejarse de mí. Según ella, hablar sobre el jefe es parte inevitable de la vida laboral y una forma de establecer camaradería.
Recordé sus palabras cuando el Financial Times informó que Terry Morgan, CEO de Tube Lines, no tiene oficina y se sienta en su escritorio en una oficina de planta abierta que le permite ver a sus empleados. Morgan, cuya compañía maneja tres líneas del subterráneo de Londres, dijo: “El único privilegio que tengo es una vista mejor .
Lynda Gratton, profesora de la London Business School, comentó al respecto que “se verá más de esto. Las organizaciones tenderán funcionar más como redes, de modo que sentarse entre los colegas indica que se la ve de una manera menos jerárquica .
En la duda sobre si el jefe debería sentarse en una oficina de planta abierta, subyace la pregunta de si cualquiera debería hacerlo. Este no es un tema que se discuta mucho en estos tiempos porque está muy instalado el concepto de que este tipo de espacio grande para todos alienta el libre flujo de la comunicación que es esencial para el éxito de la empresa. La idea es que si se junta a la gente y se la deja hablar, la innovación comenzará a fluir.
¿Pero realmente necesitan pasar sus días en la misma oficina para hablar, especialmente cuando tienen e-mail y Skype? Treinta años de estudios han revelado que el diseño de planta abierta “facilita sólo mínimamente las comunicaciones y lo hace a expensas de la privacidad , señaló Suining Ding, un académico estadounidense, en un artículo de la revista Facilities.
El punto de la privacidad es importante. ¿Quién optaría por compartir un espacio si puede tener uno propio? Los mochileros se alojan en los dormitorios comunes de los hosteles, pero eso es porque no pueden pagar un cuarto privado. Los hoteles no le preguntan a quienes viajan por negocios si quieren habitación propia o compartida, porque ya saben la respuesta. Las aerolíneas cobran considerablemente más por asientos que permiten a una persona estar más distanciada de sus vecinos.
De todos modos, sean cuales fueren las pequeñas ventajas que pueda ofrecer una oficina de planta abierta en cuanto a mejorar la comunicación, éstas quedan borradas por la pérdida de productividad. No necesitamos estudios académicos para saber que la gente hace menos cosas cuando tiene que escuchar las conversaciones y las llamadas telefónicas de sus vecinos. Otra vez basta con una referencia de sentido común relacionada con la vida fuera de la empresa: las bibliotecas tienen una norma que exige respetar el silencio porque eso le permite a la gente trabajar mejor.
No son sólo las distracciones de las oficinas abiertas las que bajan la productividad. Un artículo reciente del Asia Pacific Journal of Health Management (una revista de la región Asia Pacífico dedicada a la gestión de la salud) señaló que los empleados en este tipo de oficinas eran más proclives a sufrir irritaciones y enfermarse de gripe.
Las oficinas de planta abierta pueden ofrecer compañerismo, pero eso da por supuesto que a uno le gusta la gente con la que comparte el espacio. Generalmente es más agradable poder entrar a la oficina privada de los que queremos ver.
¿Entonces, por qué la mayoría de las oficinas son abiertas? Porque cuestan menos. El artículo del Asia Pacific Journal calculó que la tasa de ahorro es de hasta 20%. Las oficinas de planta abierta no sólo permiten eliminar el costo de todas esas paredes, sino que pueden ubicar más gente en el mismo espacio.
No hay nada malo con el ahorro de costos; costos más bajos se traducen en ganancias más altas y mejores chances de supervivencia para la corporación. Además, los espacios abiertos son más eficientes para calefaccionar y enfriar que las oficina cerradas, de modo que son más ecológicos. Dado que parece que la tendencia llegó para quedarse, queda la incógnita de si los gerentes deberían compartir ese espacio exterior con su personal. Hay buenos argumentos a favor. Cuando las compañías imponen recortes, como reducir los almuerzos con clientes, por ejemplo, los gerentes deben liderar con el ejemplo.
Pero en contra de esto puede decirse que los ejecutivos necesitan un espacio donde hablar con sus empleados en privado. Se puede lidiar con este tema ofreciendo salas de reunión, aunque eso requiere que el personal haga arreglos para conversar con el jefe, en lugar de simplemente entrar a la oficina.
Sin embargo, el punto que planteó mi amiga permanece: los gerentes pueden querer trabajar junto con su personal, pero el personal puede no querer trabajar al lado de ellos. Ciertamente, los gerentes que trabajan en espacios abiertos deberían darle un alivio a la gente yéndose cada tanto a otro lado. Morgan, de Tube Lines, le dijo al FT que le gusta trabajar cerca de la gente porque puede oír los chismes. Pero los rumores que es improbable que oiga son los que se refieren a él. Su personal probablemente va a otra parte a hablar de eso.










