Francia, que durante años estuvo inmersa en un sentimiento de propia declinación, celebró la Toma de la Bastilla con un nuevo ánimo este año. Dos caras reflejaron el orgullo reencontrado: el presidente Nicolas Sarkozy y Dominique Strauss-Kahn, el líder socialista y nominado europeo para dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La decisión del español Rodrigo de Rato de dejar la dirección ejecutiva del FMI ofreció al presidente francés una oportunidad inesperada de plantar otra bandera gala en una institución internacional. Tras un fin de semana negociando con los líderes europeos, Sarkozy viajó a Bruselas el lunes a la noche para convencer a los ministros de finanzas de la Unión Europea de hacer del respetado Strauss-Kahn el candidato de Europa.

Político hasta la punta de la médula, Strauss-Kahn comparte con el presidente la capacidad de encantar, convencer y ganarse una audiencia. Si es elegido, será el cuarto francés en dirigir una institución internacional, junto con Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, Pascal Lamy, secretario de la Organización Mundial de Comercio, y Jean Lemierre, cabeza del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Nada mal para un país supuestamente en prolongado decaimiento.

La pregunta es si funcionará el legendario encanto de Strauss-Kahn en Washington. La visión más difundida es que está intelectual y políticamente bien preparado para el cargo en el FMI. Sarkozy respeta esas cualidades.

Pero los admiradores de Strauss- Kahn creen que el FMI podría brindarle una plataforma para lanzarse de nuevo por la presidencia en 2012