

Hace dos años el conflicto con el campo se presentaba como el punto de inflexión en la valoración de la gestión del Gobierno. La administración kirchnerista pasaba de tener casi 72% de aprobación para luego bajar casi 45 puntos hasta el 28%. Dos años después la historia parece volver a cambiar. Las últimas mediciones señalan que, luego de haber hecho fondo en mayo de 2009 y nuevamente en enero de 2010 con sólo 28% de aprobación, en julio 2010 la valoración positiva trepa al 42%, convirtiéndose además en uno de los períodos de menor brecha entre aprobación y desaprobación del gobierno K.
Tomando distancia de esa disputa y con vistas a la votación de 2011, el escenario electoral comienza a definir posiciones. Con Néstor Kirchner asumiendo la presidencia del partido justicialista, nadie se animaba a vaticinar que un paro sectorial podía arrebatarle aquel sueño de continuar en el poder sin sobresaltos. Como un revés del destino, ‘el voto no positivo’ no sólo catapultó a la primera escena a un dirigente con ADN radical, sino que además dejó en evidencia el mejor contraste que se le podía hacer a este modelo: diálogo y consenso.
Diálogo y consenso también fueron las palabras más escuchadas durante el sepelio del ex presidente Raúl Alfonsín, convirtiendo al hombre de la democracia en un símbolo de estos valores, que, casi sin querer, recayeron en la figura del hijo. Hoy posicionado como un dirigente nacional y que puede, en un futuro no muy lejano, repetir la historia de su padre. Esta mochila es tan pesada como el estigma que parece tener el radicalismo por no haber podido concluir las dos presidencias que lograron desde el reinicio de la democracia en Argentina.
A este combo llamado oposición deberíamos sumar al actual jefe de gobierno porteño. Macri parecería ser la última estocada del gobierno nacional para fragmentar aun más a quienes piensan distinto, despejando el escenario para llegar con más posibilidades a ganar en primera vuelta. Los datos de las encuestas van en sintonía: tres de cada diez argentinos sostienen que no hay ningún dirigente que se diferencie y haga de contrapoder al kirchnerismo. Ahora bien, Mauricio Macri es el único dirigente de la oposición que consolida la polarización con Néstor Kirchner. Si logra sortear el duro escollo del caso de las escuchas y responde con gestión a ese voto de clase media que supo enamorar, tiene más posibilidades de llegar a Olivos que a Devoto.
Es difícil cuantificar cuánto pudieron haber influido en la caída de la imagen del gobierno acontecimientos como el INDEC, Skanska, las Valijas de Antonini o el caso de la efedrina. De igual modo, pero por la positiva, podemos nombrar la Asignación Universal por Hijo, la televisión digital con su entrega de conversores gratuitos, la moratoria para acceder a la jubilación masivamente o el fútbol para todos.
La pregunta entonces es si una administración a la que aproximadamente el 60% rechaza puede lograr en las próximas elecciones presidenciales obtener el 40% de apoyo y quitarle 10 puntos al segundo. La foto de hoy, los favorece. La película comienza a filmarse con protagonistas conocidos y otros no tanto. El desafío está en la oposición ya que, como dicen, “a juego que tiene desquite, no hay que tenerle miedo .











