Cuando se trata de visitas a la empresa, es importante que la firma anfitriona cause una buena impresión, especialmente si esa impresión no es demasiado veraz. Cuando trabajo, generalmente estoy sin zapatos y con la camisa fuera del pantalón, pero cuando hace poco tiempo recibí en mi oficina a una anunciante del Financial Times, me tomé el trabajo de aparecer correctamente trajeado y con los zapatos puestos. Hasta limpié el polvo de un archivo y reemplacé en mi escritorio un muñeco de plástico que mis hijos me regalaron como mascota por un bronce africano. “Encantadora oficina , dijo mi visitante. Podría haber señalado más correctamente: “Usted miente bien, ¿no? .

Eliminar el desorden es vital, si se quiere proyectar una imagen de eficiencia administrativa. Esto se aplica particularmente a los jefes de ingeniería y servicio técnico, que tienen debilidad por coleccionar pilas de componentes en sus oficinas. Es bueno que les guste su trabajo, pero un hombre proyecta una imagen turbadora de sí mismo si tiene una pieza de motor sobre el escritorio en vez de la foto de su esposa.

Fuera de foco

Las alusiones a los hobbies con status deben ser sutiles. Me resultó difícil concentrarme, mientras entrevistaba al jefe supremo de una empresa de condones que tenía en su pared un pez marlín de tres metros de largo, que había pescado en Florida. Durante toda nuestra conversación, que incluía la discusión de gamas de tamaños y de lubricantes espermicidas, el pez se cernía sobre nosotros, fálico y resplandeciente.

La mayoría de las visitas a empresas incluye un recorrido por las instalaciones. Las fábricas son la parte más divertida. En ellas, los visitantes pueden contemplar un asombroso ballet industrial en el que las primeras bailarinas son los robots soldadores, dando vueltas entre una lluvia de chispas. Las firmas de servicios financieros no pueden competir con eso.

Se supone que frente a la mesa de operaciones el visitante debe entusiasmarse con las vastas sumas de dinero que se manejan, pero todo lo que ve es un montón de adolescentes contemplando pantallas de computadora. Podrían estar jugando a un videojuego en lugar de negociar derivados. Y es probable que, en un día tranquilo, hagan eso.

Los anfitriones deben evitar hundir a los visitantes en la apatía diciéndoles y mostrándoles demasiado. Un programa que empieza con un Power-Point sobre la estructura del grupo durante el desayuno y termina Con una revisión de políticas contables no resulta nada divertido.

Toda empresa tiene operaciones y personal que es mejor mantener en segundo plano, como hace la familia real con sus miembros menos presentables. Y una vez ví sufrir a un CEO mientras su gerente de planta se entusiasmaba contando cómo todo podía enviarse fácilmente al exterior. “Cuando llegue el momento, podemos tener todo esto en contenedores y camino a la India en menos de una semana , decía señalando el equipamiento en torno al cual se veían trabajadores con aspecto preocupado. Nadie había dicho al gerente que lo que resulta un buen discurso para los inversores puede ser poco apropiado para los periodistas.

Un indicador clave

Durante una visita, el comportamiento de sus empleados dice más acerca de un directivo que sus palabras. Tras 20 años de visitas he diseñado un sistema de calificación simple, con varias categorías. Excelente, cuando los empleados a los que se les ha delegado responsabilidades están demasiado absortos en su tarea como para reaccionar ante la presencia del primus inter pares. Bueno, cuando los que trabajan se sientan un poco más rígidamente cuando ven al Gran Jefe, pero eso es todo. Mediocre, cuando los subalternos sonríen de manera afectada y murmuran entre ellos, mientras otros trabajan con intensidad teatral. Pobre, cuando los aterrados empleados se dispersan para esconderse detrás de escritorios o máquinas peligrosas.

El ejecutivo astuto limita su tour a las unidades donde puede esperar que los huéspedes sean testigos de una respuesta excelente. Además, también puede ajustar la muestra despachando al personal con problemas de actitud para que realice tareas inventadas fuera de la empresa.

La percepción es la realidad. Pero la percepción es difícil de controlar. Una vez, el máximo directivo de un grupo especializado en materiales para la construcción me acompañó en una recorrida de su depósito favorito. Estaba inmaculado. Semejante limpieza era muy poco natural: el personal debe haber trabajado durante días para preparar el lugar para la llegada del jefe con el hombre del Financial Times. Quedé impresionado, pero sólo por el desperdicio de tiempo y esfuerzo.

Traducción: Graciela Rey