

Haciendo una mirada retrospectiva de los últimos 50 años de nuestra historia política, con énfasis en los recientes acontecimientos sociales, y sumado a la necesidad de hacer prospectiva para pergeñar un proyecto de nación coherente con el bien común y con nuestra cultura abierta a todas las creencias, posiciones filosóficas y políticas, proponemos generar en la sociedad un estado de opinión desde donde redefinir el sistema político nacional, para que las ofertas alternativas de políticos a la sociedad, en ocasión del sufragio popular, sea calificada.
Nuestra conducta cotidiana, nos lleva a la búsqueda de artesanos, técnicos o profesionales que dispongan de las habilidades y conocimientos inherentes al dominio de la ciencia que implica nuestro problema y/o nuestra necesidad.
Nos preocupa desde la profesión docente que profesionales de determinadas ciencias (abogados, médicos, contadores, etcétera) emitan juicios y elaboren diagnósticos sobre la profesión de enseñar, sin reconocer que la enseñanza es un saber particular que requiere para su ejercicio de conocimientos y habilidades específicas que deben ser aprendidas por todo aquel que quiere ejercer la docencia.
De este modo, no se entiende cómo un médico puede asesorar acerca del desarrollo escolar de un niño por el sólo hecho de ser pediatra o cómo un actor o artista puede desarrollar propuestas políticas para el bien común de la sociedad, cuando éste no posee el conocimiento científico tecnológico requerido para ejercer dicha profesión.
Ese colapso de dominio, y lo que más grave es la manifestación pública de aparente dominio sobre lo que no se tiene dominio, provoca un serio perjuicio al hombre común, ya que sobre la verdad de aquellas ciencias nada sabe, o al menos carece del reconocimiento del otro calificado que ha logrado, por méritos, esa autoridad.
El chanta, ha sido y es una figura popular argentina desarrollada por el comportamiento de un importante número de personajes de la vida diaria, que adolecen de pertinencia en la capacidad de la ejecución de roles, y que a pesar de eso, tienen un reconocimiento gregario, irreflexivo y masivo en las sociedades subdesarrolladas como la argentina, con bajos niveles de calidad educativa.










