

Desde principio de año, la mitad de las salas de cine de Patio Bullrich, Paseo Alcorta y Alto Palermo están cerradas. Y, aunque reabrirán en los próximos días, y para los espectadores no habrá sido más que una molestia pasajera, para el mercado significará la salida del negocio de un jugador histórico. El grupo Coll-Saragusti decidió ceder sus 12 pantallas en shoppings y otras tantas a la calle en Lavalle y Belgrano a su socio SAC y al empresario Norberto Feldman, después de perder la batalla frente a las grandes cadenas.
Desde mediados de los ’60 hasta el desembarco de las multinacionales, el negocio del cine estuvo controlado por cinco familias: los Coll-Saragusti, de Rabeno Saragusti y los descendientes de Tito Coll, por un lado, y la firma SAC, de los Ortiz, Cordero y Santamarina, por el otro. En ese entonces, el corazón de la exhibición cinematográfica estaba en la calle Lavalle, pero también tenía sus arterias en Barrio Norte, Belgrano y Flores. Eran grandes salas, con pullman (entrepiso) y superpullman (primer piso) y capacidad para 1.500 personas.
Cuando era imposible caminar las tres cuadras de Lavalle que separaban el primer cine del último en menos de 25 minutos, y en la avenida Santa Fe las entradas se agotaban con días de antelación, estos apellidos eran los únicos que predominaban en el negocio.
El grupo Coll-Saragusti era dueño de los cines Monumental, Ocean, Concorde, Alfa, Luxor e Iguazú en la peatonal Lavalle, y del Gran Splendid y Santa Fe 1 y 2 en Barrio Norte. Cuando Belgrano empezó a desarrollarse, sumaron el complejo Multiplex, en la esquina de Vuelta de Obligado y Mendoza.
SAC tenía el Atlas Lavalle, Ambassador, Sarmiento, Plaza y Normandie en la peatonal céntrica, además de atesorar el Gran Rex, sobre la avenida Corrientes. En la zona de Santa Fe y Callao reunían el América, Capitol y Atlas Santa Fe, y el Atlas Belgrano y el complejo General Paz sobre la avenida Cabildo. Su dominio llegaba hasta Congreso, con el Gaumont, el primer cine con pantalla para proyector de 70 milímetros, más ancha. Ambos grupos también pisaban fuerte en Flores. El Coliseo era de Coll-Saragusti, y el Rivera Indarte y Flores, de SAC.
Como no había suficiente cantidad de copias para exhibir simultáneamente en tantas salas, el operador dependía de la habilidad del motociclista que llevaba la película de un cine a otro.
Liderazgo asegurado
Los dos grupos se repartían casi un 85% del negocio porteño. Aunque en diez años, entre 1985 y 1995, la cantidad de espectadores por año se redujo en un 70%, de 55 millones a 17 millones, ambos tenían sus ingresos asegurados: poseían las mejores ubicaciones de la ciudad y acuerdos de distribución exclusivos con los estudios de Hollywood.
Cuando los shoppings, como Alto Palermo, Paseo Alcorta, Patio Bullrich, Alto Avellaneda o Solar de la Abadía, abrieron sus puertas, la única forma de que se aseguraran salas de cines, un gancho imprescindible, era firmando contratos con SAC y Coll-Saragusti. Las familias se sentaban a la mesa y se repartían equitativamente las pantallas.
Su poder era tal que, en 1997, cuando Cinemark desembarcó en el país, se asoció con ambos en una sociedad en partes iguales. En 2000, Cinemark les compró su parte y se quedó con el 100% de la empresa. Para ese entonces, los multicines, como Village, Hoyts General Cinema, Showcase y la propia Cinemark, con más ofertas de horarios, mejor sonido, proyección digital, además de butacas reclinables y otras comodidades, les habían ganado la partida. Lo hicieron gracias a acuerdos con hipermercados y los nuevos shoppings que se construyeron.
Abajo el telón
Incapaz de competir, Coll-Saragusti pasará la posta. Con emprendimientos agropecuarios, los herederos de las familias fueron perdiendo el interés en el negocio. El parco Rabeno Saragusti no encontró un sucesor, y comenzó a vender propiedades hasta que llegó este verano, en que cerró todo.
Sus doce salas en los shoppings irán para SAC, que totalizará 44 pantallas. Tendrá tres más en Alto Avellaneda y en Patio Bullrich, dos en Paseo Alcorta y en el cine del Tren de la Costa San Isidro, una en Alto Palermo y otra en el Solar de la Abadía.
De esa forma, espera llevar al 15% su actual participación de mercado, que ronda el 10%. La cantidad de espectadores de cine en 2003 fue de casi 34 millones, el doble de 1995. Y las grandes cadenas ya poseen más del 70% del negocio.
Saragusti ya le había traspasado el Monumental y el Múltiplex Belgrano a Feldman, un ex distribuidor que también es dueño del Electric, un cine de Lavalle que ganó espectadores con la receta de pasar dos películas que están por salir de cartel a una entrada de 4 pesos.
La Clave (Pág. 9)










