EE.UU. SE ADENTRAR A POCO DESPUÉS EN LA GRAN DEPRESIÓN
Se cumplen ochenta años del crash de 1929: la historia de la crisis que todos temían repetir
Hace ocho décadas, el mundo vivía uno de los crack bursátiles más traumáticos. El Dow Jones cayó casi 13% en un día, la tercera peor jornada en la historia. Parecidos y diferencias con la crisis que nos tocó vivir
Parece una cruel paradoja del destino que la actual crisis financiera subprime coincida con los 80 años del mayor crack bursátil de la historia de Wall Street, hecho que provocaría una depresión económica mundial sin precedentes y que dispararía profundos cambios políticos y económicos que todavía hoy se perciben, como fue la llegada de Adolfo Hitler al poder en Alemania y la Segunda Guerra Mundial, o incluso el surgimiento del peronismo en la Argentina. A ocho décadas de una fecha histórica, son muchos los que encuentran similitudes y diferencias con respecto a la actual crisis subprime.
En realidad, la hecatombe financiera de Wall Street se desarrolló durante cuatro jornadas, ya que la caída de la bolsa de Nueva York comenzó el jueves 24 de octubre de 1929 (pasó a la historia como el “Jueves Negro ) y terminó el martes 29, con el crack bursátil propiamente dicho. En esos días de gran angustia y temor, los inversores y operadores experimentaorn un terrible tsunami financiero. El 28 de octubre, el Dow Jones se desplomó 12,82%, la tercera peor rueda en la historia medida en porcentaje, para derrumbarse al día siguiente otros 11,73%, en la que se convertiría en la cuarta peor jornada para la bolsa de Nueva York.
Después de ese día, el pánico se apoderó de los inversores (el número de suicidios de operadores e inversores fue muy alto) y el mecanismo de transmisión de la crisis financiera a la economía real se puso en marcha rápidamente. A partir de allí, hicieron falta 10 años de recesión económica y una guerra mundial para sacar al mundo del abismo en que lo había arrastrado la especulación desenfrenada.
Los orígenes
Si bien no existe un consenso absoluto respecto de las causas del crack del ’29, no se discute que el principal origen de la debacle fue la especulación financiera sobre la que se sostenía buena parte de la economía de EE.UU. Con el crecimiento económico vivido por el país durante los años ’20, también se incrementaron de manera vertiginosa la velocidad de circulación del dinero y el movimiento de capitales internacional, a tal punto que este último reflejaba cada vez menos su contrapartida en bienes. De esta forma, el valor total de las acciones cotizadas en Wall Street creció un 250% entre enero de 1925 y enero de 1929. Y con respecto al crédito (una de las principales correas transmisoras de la debacle del sector financiero a la economía real), su crecimiento siguió al del mercado bursátil, ya que la gente tomaba préstamos para invertir en la bolsa: de u$s 550 millones a fines de 1924 pasó a u$s 6.600 millones en octubre de 1929. Este incremento hizo que cuando el valor de las acciones se desplomó, miles de inversores que habían quedado en la ruina no pudieran pagar sus créditos. Así comenzó la seguidilla de quiebras de un total de 2.300 bancos, algo que durante la actual crisis subprime quedó mucho más mitigado, al tener que cerrar sus puertas solamente 100 entidades, gracias al apoyo de los planes de ayuda del gobierno de EE.UU.
En 1929, el que no había invertido en la bolsa era considerado casi como un marciano o alguien que no sabía aprovechar las oportunidades. Como describió el genial Groucho Marx, “muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir .
Esta desesperación por no perderse el negocio de una vida hizo que el impacto fuera tan grande entre la población estadounidense que luego, cuando la crisis hizo carne en la economía, el número de desempleados llegó a los 12 millones (sobre una población total de 121 millones), el PIB pasó de u$s 104.000 millones en 1929 a tan solo u$s 56.000 millones en 1933 y EEUU tuvo que devaluar su moneda en un 41%.
Parecidos y diferencias
Entre las similitudes con la actual crisis subprime, salta inmediatamente a la vista el efecto contagio del mercado crediticio. En 1929 se trataba de préstamos personales para ser invertidos en la bolsa; en 2007 fueron los créditos hipotecarios otorgados a sola firma y con muy pocas restricciones (algo que también sucedió hace 80 años atrás), porque de lo que se trataba era de ver quién prestaba más. Y mediante el crédito, la economía quedó afectada seriamente.
Pero la gran diferencia entre 1929 y 2007 se encuentra en el rol de los gobiernos frente a cada crisis. En ese momento, la doctrina económica recetó reducir la liquidez (la base monetaria de EE.UU. se contrajo un 30% entre 1928 y 1929), lo que a la larga terminó profundizando la crisis financiera y la recesión económica. En cambio, con la debacle subprime los principales bancos centrales del mundo coordinaron sus políticas monetarias para inundar de liquidez los mercados, así como los gobiernos lanzaron paquetes de rescate económico para empresas y particulares en quiebra. En 1929, la repatriación de los capitales de bancos estadounidenses depositados en el exterior amplificó su efecto al resto del mundo. El efecto contagio en la crisis actual fue debido a la globalización y la posibilidad de invertir en mercados de EE.UU. desde cualquier punto del planeta. A 80 años de la crisis de 1929, llama la atención comprobar que ese mismo año Louis Marx inventaba el yo yo en Nueva York. La bolsa se había transformado en un juguete.
En realidad, la hecatombe financiera de Wall Street se desarrolló durante cuatro jornadas, ya que la caída de la bolsa de Nueva York comenzó el jueves 24 de octubre de 1929 (pasó a la historia como el “Jueves Negro ) y terminó el martes 29, con el crack bursátil propiamente dicho. En esos días de gran angustia y temor, los inversores y operadores experimentaorn un terrible tsunami financiero. El 28 de octubre, el Dow Jones se desplomó 12,82%, la tercera peor rueda en la historia medida en porcentaje, para derrumbarse al día siguiente otros 11,73%, en la que se convertiría en la cuarta peor jornada para la bolsa de Nueva York.
Después de ese día, el pánico se apoderó de los inversores (el número de suicidios de operadores e inversores fue muy alto) y el mecanismo de transmisión de la crisis financiera a la economía real se puso en marcha rápidamente. A partir de allí, hicieron falta 10 años de recesión económica y una guerra mundial para sacar al mundo del abismo en que lo había arrastrado la especulación desenfrenada.
Los orígenes
Si bien no existe un consenso absoluto respecto de las causas del crack del ’29, no se discute que el principal origen de la debacle fue la especulación financiera sobre la que se sostenía buena parte de la economía de EE.UU. Con el crecimiento económico vivido por el país durante los años ’20, también se incrementaron de manera vertiginosa la velocidad de circulación del dinero y el movimiento de capitales internacional, a tal punto que este último reflejaba cada vez menos su contrapartida en bienes. De esta forma, el valor total de las acciones cotizadas en Wall Street creció un 250% entre enero de 1925 y enero de 1929. Y con respecto al crédito (una de las principales correas transmisoras de la debacle del sector financiero a la economía real), su crecimiento siguió al del mercado bursátil, ya que la gente tomaba préstamos para invertir en la bolsa: de u$s 550 millones a fines de 1924 pasó a u$s 6.600 millones en octubre de 1929. Este incremento hizo que cuando el valor de las acciones se desplomó, miles de inversores que habían quedado en la ruina no pudieran pagar sus créditos. Así comenzó la seguidilla de quiebras de un total de 2.300 bancos, algo que durante la actual crisis subprime quedó mucho más mitigado, al tener que cerrar sus puertas solamente 100 entidades, gracias al apoyo de los planes de ayuda del gobierno de EE.UU.
En 1929, el que no había invertido en la bolsa era considerado casi como un marciano o alguien que no sabía aprovechar las oportunidades. Como describió el genial Groucho Marx, “muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir .
Esta desesperación por no perderse el negocio de una vida hizo que el impacto fuera tan grande entre la población estadounidense que luego, cuando la crisis hizo carne en la economía, el número de desempleados llegó a los 12 millones (sobre una población total de 121 millones), el PIB pasó de u$s 104.000 millones en 1929 a tan solo u$s 56.000 millones en 1933 y EEUU tuvo que devaluar su moneda en un 41%.
Parecidos y diferencias
Entre las similitudes con la actual crisis subprime, salta inmediatamente a la vista el efecto contagio del mercado crediticio. En 1929 se trataba de préstamos personales para ser invertidos en la bolsa; en 2007 fueron los créditos hipotecarios otorgados a sola firma y con muy pocas restricciones (algo que también sucedió hace 80 años atrás), porque de lo que se trataba era de ver quién prestaba más. Y mediante el crédito, la economía quedó afectada seriamente.
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