

Si uno se detiene a observar, todo el sistema tributario argentino se encuentra desactualizado, con lo cual, uno pasa inminentemente a convertirse en un contribuyente general que tributa sobre parámetros perturbados.
La continuidad del Monotributo, no sólo se ve afectada por la falta de actualización sino por la distorsión de los demás impuestos y el enanismo fiscal que genera el régimen en todo el sistema tributario.PasadoHistóricamente, el Monotributo ha tenido una relación directa con los emprendimientos desarrollados por pequeños contribuyentes del país que no cuentan con los elementos suficientes para "garantizar" patrimonialmente la condición de contribuyente frente al fisco.
Desde su génesis, determinaba una tributación para determinados sujetos que, al momento de su instauración en Julio de 1998 obtenían ingresos brutos inferiores o iguales a 144.000 para el caso de venta de bienes, y no superaban el límite de $ 36.000 para el caso de prestación de servicios.
Sin dudas, este régimen tenía una finalidad muy distinta a la que puede tener hoy, pues la importancia relativa de incorporar contribuyentes al sistema era muy superior a la actual, dado que la informalidad y cuestiones de economicidad en la recaudación eran más elegibles que el régimen de "responsables no inscriptos", hasta ese momento vigente.PresenteHoy existen en la Argentina dos millones de monotributistas registrados. Para comprender mejor su incidencia, debemos observar dos temas fundamentales: el avance acelerado de la retroactividad del mismo, en contraposición directa a la fundamentación primera del régimen, que fue justamente pugnar por la progresividad de la tributación nacional y, la carga administrativa con la que se diseñó ésta forma de tributación, la cual sin dudas se ha multiplicado hasta llegar a instaurar un verdadero costo económico de estructura para los miembros de este selecto "club de los monotributistas".
Así como cuatrimestralmente los contribuyentes deben "actualizar" sus categorías para contemplar los efectos del "crecimiento" del emprendimiento, el fisco debe comprometerse a actualizar de igual forma los límites de categorización para "mantener" la finalidad progresiva del régimen. Si el fisco desea recordar que la inflación distorsiona el hecho imponible quizás, el mejor remedio, es que pueda estructurar un sistema de actualización automática, necesario para evitar el estrangulamiento de la capacidad contributiva, que funcione en tándem con alguna variable confiable.FuturoEl Monotributo será uno de los principales escollos a resolver en la agenda de salida del gobierno actual y del próximo presidente, dado que el régimen en iguales condiciones a las presentes directamente no tiene futuro.
Ahora bien, hacerse cargo del monotributo, no implica solamente el reconocimiento de los efectos distorsivos de la inflación, sino de la problemática que tiene hoy este tributo que se ha convertido virtualmente en un "paraíso fiscal" interno propio en el sistema tributario argentino.
Hoy, por ser monotributistas en las categorías máximas un sujeto aporta al fisco:
- Por locaciones y/o prestaciones de servicios = $24.960 anuales.
- Por venta de cosas muebles: $ 38.160 anuales.
Ahora bien, si una empresa se deduce frente al Impuesto a las Ganancias el 35% de los gastos facturados por un monotributista, ésta deja de tributar al fisco:
- Por contratación de locaciones y/o prestaciones de servicios = $140.000 anuales.
- Por adquisición venta de cosas muebles: $210.000 anuales.
Por lo tanto, se produce una disparidad muy evidente y desleal entre aquellos que tengan como proveedores a monotributistas y aquellos que no, dado que el Estado se está haciendo cargo de un costo que neutraliza toda progresividad lógica de equilibrio tributario, y que ha llevado a la utilización nociva de maniobras de planificación fiscal, que corrompen todo el sistema tributario, e impiden un control de las variables que hacen a la tributación en su conjunto.
Ahora bien, este sistema también se ha convertido en la mejor forma de "contratación en negro" por parte del Estado en todos sus niveles, por lo que un cambio en su estructura, implica el reconocimiento de ello por parte del Estado Nacional, Provincial y Municipal.
Ante esta situación, quizás la mejor solución, sea que se restrinja estrictamente para aquellos monotributistas que operan con clientes consumidores finales y sujetos exentos.
En efecto, en los casos en los que el monotributista opere con responsables inscriptos, sería conveniente que estos últimos no puedan deducirlos de forma plena, a fin de impedir el efecto distorsivo antes citado respecto de la deducción en el Impuesto a las Ganancias por parte de los sujetos que utilicen como proveedores a monotributistas: el enanismo fiscal.
Respecto a los profesionales, sería bueno plantear una suerte de incentivo temporal, para que una vez superado el mismo, la salida del régimen sea obligatoria.
El régimen del Monotributo actual muestra fisuras por todos lados. Cuando esto sucede en cualquier sistema interrelacionado, las fallas se potencian y aceleran a medida que toman contacto con los otros componentes del sistema, en este caso, tributario. Entonces, se debe aprovechar este momento bisagra, de elecciones, para exigir poner el freno a determinadas cuestiones cuyas consecuencias ya han generado mucho daño.
El Dr. Iván Sasovsky, es Contador Público, especialista en tributación y Director de Sasovsky & Asociados.










