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El mercado cambiario cerró este jueves con una señal que, más que ruido, confirma el clima de estabilidad que el Gobierno busca sostener hacia fin de mes.
Tras cinco avances consecutivos, el dólar mayorista retrocedió $ 3,5 y terminó en $ 1441/$1450 por unidad, en una rueda atípica por el feriado de Acción de Gracias en Estados Unidos, que dejó a los flujos externos con operaciones al mínimo.
Aun así, con una sola jornada por delante, la suba acumulada de la semana llega a $25, prácticamente calcando el ritmo de ajuste observado en los últimos días.
El movimiento del tipo de cambio llegó después de una licitación clave del Tesoro, que logró colocar $ 13,99 billones en bonos en pesos y renovar el 96,5% de los vencimientos. El mercado lo leyó como un resultado sólido: tasas convalidadas en torno al 35%, en línea con lo que anticipaban los agentes del mercado, una curva ordenada y un rollover que despeja tensiones de corto plazo.
Para llegar a ese punto, el Banco Central había allanado el camino con dos señales fuertes: la baja de la tasa de referencia de las simultáneas de BYMA al 20% y ajustes en los encajes bancarios, un combo pensado para favorecer la demanda por instrumentos del Tesoro sin recalentar los dólares alternativos.
La City analiza
Al respecto, el economista Federico Glustein dijo a El Cronista que, hay un matiz positivo: “Empezó a verse un cierto acercamiento entre el dólar oficial y el MEP. Ese emparentamiento en los dos segmentos más relevantes del mercado local muestra una alineación incipiente y le aporta algo de orden a un contexto recalentado”, dijo.
Pero lo que viene hacia adelante es más exigente, advirtió el experto. “A medida que nos acerquemos a diciembre, vacaciones, turismo, aguinaldo, la demanda estacional va a aumentar y los precios también.
“Iremos, de manera gradual, hacia el techo de la banda cambiaria. Y cuando eso suceda, la tensión será inevitable. Dentro de ese ruido, es probable que aparezca alguna presión contra el régimen de bandas que el Gobierno insiste en sostener y que, según mi lectura, intentará defender con fuerza por lo menos hasta marzo”.
En bancos, el dólar oficial operó entre $ 1.423,08 y $ 1.474,55 según el canal relevado por el BCRA, mientras que en el Banco Nación cerró en $ 1.423,08 para la compra y $ 1.474,55 para la venta.
Los dólares financieros acompañaron con movimientos moderados: el MEP retrocedió 0,4% hasta $ 1.481,82 y el contado con liquidación prácticamente no tuvo actividad por la falta de referencia externa. En la calle, el blue bajó a $ 1440, consolidando la calma.
En el mercado de futuros, la tónica fue bajista hasta abril de 2026: el contrato de fin de año cayó hasta $ 1.523,5, reflejando expectativas de un crawling pace estable y sin sobresaltos inmediatos. A partir de mayo, sin embargo, se observaron subas, un guiño a la visión de que el esquema cambiario dependerá cada vez más del comportamiento del BCRA en la acumulación de reservas.
Pese a la racha previa de cinco subas consecutivas, la sensación dominante en el mercado es que la calma cambiaria persiste. Hay razones de fondo.
La oferta en el mercado oficial viene creciendo, la demanda estacional de pesos favorece la estabilidad y, sobre todo, el flujo de dólares financieros provenientes de emisiones corporativas y provinciales en moneda dura sigue funcionando como una válvula de alivio. Solo en noviembre ingresaron más de u$s 4000 millones, el mayor monto desde el inicio de la administración libertaria.
El resultado se refleja en las brechas: 2,34% entre el oficial y el MEP, y 5,29% con el contado con liquidación. Un mapa cambiario que, por ahora, luce más cerca de la administración fina que del sobresalto.
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