El recorte de tasas anunciado por la Reserva Federal la semana pasada es una clara advertencia para los inversores de acciones y bonos. Como algunos bromearon después del anuncio del banco central de EE.UU., una baja de tasa no protege a las carteras de la amenaza de una mayor agitación económica y del mercado.

La Fed desplegó un manual de estrategia similar en 2008 y 2001, años con frenéticos episodios de volatilidad de mercado. Y hubo muchos falsos amaneceres durante esos períodos antes de que los precios de los activos finalmente se estabilizaron y comenzaron a recuperarse.

Debido al brote de coronavirus, los inversores sin duda enfrentan malas perspectivas para la actividad económica y las utilidades de las empresas de los próximos meses. La gravedad del brote podría disminuir durante la primavera boreal o convertirse en una situación cada vez más incómoda, similar a la de fines de 2007 y principios de 2008, cuando la magnitud de la crisis financiera se hizo lentamente evidente.

En cierta medida esos escenarios quedan reflejados en el contraste entre los rendimientos de los bonos soberanos y los índices de referencia de acciones. En medio de todo el ruido en los mercados, la renta variable se muestra relativamente resiliente. Borró las alzas registradas en los últimos meses, lo que implica que es poco más que un golpe a corto plazo para las utilidades de las empresas. Si el coronavirus cede con relativa rapidez, la combinación dólar estadounidense más débil y menor rendimiento de los bonos podría estimular la actividad económica y los precios de los activos.

Eso ayuda a explicar la corrección del índice FTSE All-World, que fue de 14% de su pico a su mínimo en las últimas semanas. Las caídas de entre 20% y 30% registradas en los mercados de acciones en general son el sello de una contracción económica más profunda. Este tipo de descenso se observó en las acciones de bancos estadounidenses y europeos en las últimas semanas.

Pero las señales realmente oscuras provienen del mercado de bonos, donde el bono del Tesoro a 10 años está rindiendo muy por debajo de 1% -y mucho menos que la actual tasa a un día de 1,125% fijada por la Fed. Miren también los rendimientos reales, que son una guía para las expectativas de crecimiento futuro. El rendimiento real a 10 años se desplomó al acercarse a -0,6% el jueves pasado. Esto sugiere un shock deflacionario, lo cual no es una buena noticia para la economía ni para las ganancias corporativas.

A la luz de eso, parece demasiado esperar que la disrupción del coronavirus sea limitada. Más economistas prevén una actividad débil más allá de este trimestre, ya que las cuarentenas y restricciones hacen caer el movimiento. Las estimaciones de crecimiento mundial para este año caen a 2,5%, un nivel que deja poco margen de maniobra en caso de un shock económico prolongado. El Instituto de Finanzas Internacionales señala que en el peor de los casos, el crecimiento mundial podría acercarse al 1%, cifra menor al 2,6% del año pasado y la más débil desde la crisis financiera mundial.

Por lo tanto, el recorte de tasa de la Reserva Federal, junto con el ablandamiento monetario de los bancos centrales del Canadá y Australia, refleja los esfuerzos por adelantarse al endurecimiento de las condiciones financieras.

Un problema particular podría ser una crisis de liquidez, ya que las pequeñas y medianas empresas tienen dificultades para conseguir financiamiento nuevo. El gran aumento de la deuda que se observó en la última década se ha centrado en las empresas no financieras, que ahora se enfrentan a una disrupción que amenaza su capacidad de pagar intereses y refinanciar esos préstamos.