
El presidente François Hollande, habiendo puesto a Francia en pie de guerra tras el atentado de Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en París, se embarcó en una ofensiva diplomática. Mediante reuniones con sus pares Barack Obama y Vladimir Putin, busca una única "gran coalición" contra ISIS.
Después de que el fin de semana pasado el Consejo de Seguridad de la ONU pidió por unanimidad a todos los estados dentro de sus posibilidades que se unan a la batallla contra el califato yihadista en Siria e Irak, se podría suponer que las potencias globales y regionales finalmente se alinearán y apuntarán en la misma dirección.
Pero están lejos de eso. De hecho, Turquía, que es miembro de la OTAN, derribó un avión de guerra ruso cerca de su frontera con el noroeste de Siria. Y aún antes de ese hecho, poco sugería que éste es momento para armar un frente unido en Siria.
Las principales potencias implicadas en Siria Estados Unidos y Rusia siguen en desacuerdo. Putin se puso a la cabeza del eje chíta respaldado por Irán cuyo principal objetivo es rescatar el asediado régimen de Bashar al-Assad. Obama conduce una coalición contra ISIS respaldada, al menos en teoría, por los estados árabes sunitas y Turquía.
Las coaliciones pueden no compartir los mismos objetivos principales, pero se unen en todo cuando acuerdan un enemigo común. Rusia apunta preferentemente a rebeldes no de ISIS que amenazan el estado de los Assad; entrena su visión sobre ISIS sólo desde los últimos días después de llegar a la conclusión de que una bomba de ISIS fue lo que derribó un avión ruso sobre la península de Sinaí.
Pese a que los yihadistas hicieron tres atentados suicidas dentro de Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdogan está casi totalmente dedicado a tratar de evitar que la milicia kurda siria tome más territorio contiguo a las zonas kurdas del sureste de Turquía. (Putin ahora acusa a su antiguo amigo Erdogan de intentar "poner a la OTAN al servicio de ISIS").
Mientras tanto Arabia Saudita, principal aliado árabe sunita de Washington, dijo a Estados Unidos y Rusia que su principal preocupación es que aumente la influencia iraní en todo el mundo árabe.
Tal como lo demuestran los ataques en París, Beirut y Sinaí, ISIS se está volviendo global, usando redes de células extranjeras para defender su base local. Por ejemplo, la mayoría de los ataques anteriores dentro de El Líbano habían sido infiltraciones oportunistas provenientes de la frontera con Siria. Las fuentes de seguridad sostienen que las bombas de este mes en Beirut, bastión de Hezbollah, fueron detonadas por sirios que habían vivido en el este cristiano de Beirut.
Parece poco probable que las supuestas grandes coaliciones que no pueden acordar un enemigo común sean capaces de coincidir en nuevos enfoques para reunir y compartir la inteligencia necesaria para defenderse. Pero aún se requiere más para cualquier frente unido.
ISIS es un híbrido supermacista sunita formado de al-Qaeda en Irak y oficiales baathistas del ejército de Saddam Houssein, disuelto por Estados Unidos después de la invasión de 2003. Uno de sus principales objetivos es restaurar la dominación sunita en una Irak y Siria ahora dominada por fuerzas chiítas o alauitas respaldadas por Irán.
Con inteligencia explota el vacío de liderazgo sunita y se presenta como la espada sunita contra el imperialismo de Irán chiíta. Retiene la ventaja mientras sus oponentes no pueden acordar si los Assad tienen algún rol en el futuro de siria, y cuáles rebeldes no de ISIS pueden formar parte de la transición.
Después de reunirse con Hollande la semana pasada, el secretario de Estado norteamericano John Kerry dijo "quizás estemos a semanas de la posibilidad de una gran transición para Siria, y no creo que suficientes personas se den cuenta de eso".
Eso suena heroicamente optimista, pero quizás sea un objetivo de la diplomacia.











