Un domingo el mes pasado, justo mientras algunos residentes de Cadereyta se estaban preparando para ir a misa, los oficiales de seguridad mexicanos descubrieron una estremecedora escena: 49 cuerpos mutilados a la vera de una ruta envueltos en bolsas plásticas. Habían sido asesinados al menos dos días antes.

Un mes después del hallazgo, las autoridades (que culpan a los narcotraficantes) todavía no pudieron identificar ninguna de las víctimas.

Si bien es sorprendente, Nuevo León, el estado donde tuvo lugar dicha atrocidad (y uno de los principales escenarios de la continua guerra contra el crimen organizado que viene librando México), nunca en su historia recibió tanta inversión extranjera directa (IED).

A sólo 40 kilómetros de Cadereyta , en la ciudad de Monterrey, las compañías internacionales están instalando o ampliando plantas en lo que ellos creen será uno de los mejores lugares desde donde abastecer a América del Norte y, cada vez más, al resto del mundo.

Javier Treviño, ex secretario de gobierno en Nuevo León, calcula que este año a la ciudad llegarán IED por más de u$s 2.000 millones, lo que marcaría un récord. Los funcionarios del ministerio de Desarrollo Económico de Nueva León hablan de cifras cercanas de u$s 2.400 millones.

"Las compañías extranjeras nos ven cada vez más como centro logístico de América del Norte," aseguró a Financial Times.

De muchas maneras, Monterrey es una versión condensada de lo que está sucediendo en el resto de México. En los últimos cinco años, la violencia ligada a las drogas ha aumentado debido a que las bandas cada vez más grandes y mejor armadas se disputan territorios y rutas de narcotráfico al mismo tiempo que la policía federal y el ejército intentan poner límite al comercio ilegal.

Desde comienzos de 2007, más de 50.000 personas murieron como consecuencia directa de la violencia, una cifra que colocó el índice general de asesinatos del país en 22 de cada 100.000 habitantes, comparado con cerca de 8 cuando el presidente de centroderecha Felipe Calderón asumió en diciembre de 2006.

Sin embargo, durante el mismo período México atrajo más y más compañías extranjeras, en particular automotrices líderes en el mundo, que ven al país como una base atractiva para abastecer a América del Norte, América del Sur y hasta China.

El año pasado, la IED totalizó u$s 18.000 millones y los economistas esperan alcanzar niveles similares este año. "Las empresas internacionales se dan cuenta de que tienen que estar en México si quieren exportar al continente americano," aseguró Bruno Ferrari, ministro de Economía del país.

Los inversores no se muestran para nada desconcertados por las elecciones presidenciales que habrá en México el 1 de julio, que antes eran casi invariablemente una fuente de inestabilidad económica. Pero no este año. Los funcionarios del ministerio de Finanzas sostienen en privado que el crecimiento este año probablemente supere la estimación oficial de 3,5%.

Una razón del ingreso de inversiones es que México ganó competitividad respecto de China. Los mayores costos de transporte hicieron que fuera mucho más caro producir en Asia para exportar al mundo, comparado con principio de siglo. La inflación salarial casi cerró la brecha que separaba los costos laborales de México y China. Debido a toda su inestabilidad ligada al crimen, México es un paragon de ortodoxia macroeconómica.

Pero ¿y la violencia?. Alejandro Hope, experto en seguridad en el Instituto Mexicano para la Competitividad, en Ciudad de México, y ex funcionario de inteligencia del gobierno, señaló que las compañías extranjeras en México a veces están físicamente cercanas a la violencia pero también son mayormente inmunes a la misma. Si bien un subsidiaria mexicana de PepsiCo fue atacada con bombas incendiarias el año pasado, no parece que existiera una tendencia hacia los ataques a multinacionales. "El crimen organizado no sabe qué hacer cuando se trata de multinacionales", explicó Hope.

Raúl Benítez, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y experto en seguridad, concuerda. Además, recuerda que la mayoría de las empresas internacionales que fabrican en México para exportar operan cerca de la frontera con Estados Unidos en grandes parques industriales. La estricta seguridad dificulta el ingreso. Una vez adentro, es complicado, si no imposible, deducir quiénes son los dueños, contó.

Al igual que muchas multinacionales en México, Alcoa, el mayor fabricante mundial de aluminio primario y fabricado, está ampliando su planta. Ubicado sobre el límite sur de Monterrey, la fábrica produce un rin de aluminio para camiones cada 30 segundos, 22 horas al día y casi todos los días del año.

Monterrey, a sólo unas horas de la frontera con Texas, quizás sufrió su mes más violento en julio del año pasado, pero los operadores de la planta de Alcoa sostienen que nunca fueron víctima de extorsiones y que no recuerdan la última vez que tuvieron un robo de materiales.

La planta representa cerca del 25% de los rines de aluminio para camiones que produce Alcoa en todo el mundo, comparado con el 15% hace seis años. La gerencia asegura que espera que los 600.000 rines que produce anualmente se incrementen un 15% en 2014.

Esa expansión, aseguró Hope, está rápidamente convirtiéndose en la norma. "Las compañías internacionales que fabrican para exportar no se ven realmente afectadas. Funcionan en una burbuja", concluyó.