

Al contrario de que lo sucede en la mayor parte del mundo, el pescado nunca disfrutó de gran prestigio entre los brasileños. Pero la situación comenzó a cambiar en los últimos años, con un salto importante en el consumo per cápita en el país.
Sin embargo, a pesar de que Brasil tiene un gran potencial de producción de pescado en cautiverio -la pesca directa no es fuerte en el país--, las importaciones de peces a precios más accesibles, sobre todo de China, ayudaron a fortalecer y abastecer la demanda nacional.
Esas compras externas aportaron 323.000 toneladas entre 2005 y 2010, o 50% del crecimiento de la demanda brasileña en el período. De esa forma, la participación de las importaciones en el consumo nacional pasó de 25,9% a 34,2%, según el ministerio de Pesca.
En caída desde la década del noventa, el consumo de pescado chocaba contra tres obstáculos: precios altos, falta de hábito y escasa producción nacional. Una situación que limitaba la presencia de pescado en la mesa de los brasileños, principalmente, a la región norte del país, a las fiestas de final de año y la Cuaresma (los 40 días previos a la Pascua). Incluso los pescados preferidos por los sectores con más recursos económicos, como el camarón producido en el nordeste, encontraban más mercado en el exterior.
Pero el escenario comenzó a cambiar en 2005, con el aumento de renta de la población brasileña. El consumo nacional per cápita anual pasó de 6,66 kilos, aquel año, a 9,75 kilos en 2010, último dato disponible en el ministerio de Pesca. El movimiento siguió en el último año, según los especialistas.
Pero el avance del consumo no se sostendría sin las importaciones de China y Vietnam. "¿Por qué el consumidor no comía pescado? Porque no tenía el hábito de hacerlo y siempre fue muy caro", afirmó Ivan Lasaro, presidente de Andip, entidad que representa a los importadores de pescado.
En ese contexto, entraron los pescados asiáticos. "Ofrecieron pescado con mucha disponibilidad y precio bajo. Conclusión: el consumo explotó", dijo Lasaro.
China, mayor productor mundial de pescado, aprovechó el mejor ambiente económico del país e inundó el mercado brasileño con la llamada merluza de Alaska, que se pesca en el mar de Bering, extremo norte del Océanos Pacífico.
El movimiento fue tan intenso que, el año pasado, China desbancó a Chile y su tradicional salmón del primer lugar en las exportaciones de pescados para Brasil, en volumen. Entre 2007 y 2011, los embarques del país asiático a Brasil pasaron de 3.000 a 79.700 toneladas, según la Secretaría de Comercio Exterior (Secex). El año pasado, Chile vendió 47.000 toneladas de pescados a Brasil. Chile mantiene el liderazgo con respecto a los ingresos, pero la distancia está disminuyendo. En 2011, Brasil gastó u$s 231 millones con las importaciones de China y u$s 282,3 millones con las del país sudamericano.
Otro país que se benefició con el avance del mercado brasileño fue Vietnam. Concentrado en las exportaciones de pangasius, sus embarques a Brasil saltaron de inexpresivas 225 tn a 29.500 tn en 2011.
Por producirse en cautiverio en el delta del río Mekong, uno de los más contaminados del mundo, el pangasius, también conocido como 'pez gato' es sistemáticamente cuestionado en función de aspectos sanitarios.
Los exportadores de pescado no fueron los únicos que festejaron e salto del consumo en Brasil. Con los ejemplares asiáticos más baratos, la producción nacional de pescado en cautiverio, la llamada acuicultura, avanzó 86,3% entre 2005 y 2010, a 479.000 toneladas. Y pasó a representar 37,8% de la producción brasileña, en detrimento de la pesca natural, según datos de la cartera del sector. En 2005, la participación del pescado criado en cautiverio fue de 25,5%.
La acuicultura brasileña se concentra en cuatro peces: tilapia, carpa, camarón y tambaqui (pez amazónico). Juntos, representaron 373.600 toneladas, o 78% de la producción nacional en 2010.










