

Conservador irlandés del parlamento europeo, Kelly fue condecorado en mayo por uno de los grupos de lobby más grandes de la industria digital por haber contribuido a que las nuevas leyes de privacidad de datos de la UE resulten más favorable a las actividades empresariales prioridad número uno para las compañías de tecnología de Washington y Estados Unidos.
Pero apenas semanas después de que Kelly aceptase el premio "Leadership and Excellence in Public Policy" en Barcelona, Edward Snowden, el antiguo contratista de inteligencia de EE.UU., reveló que la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA) había filtrado datos de e-mails y llamadas telefónicas del exterior, poniendo de manifiesto la ineficacia extrema del régimen de privacidad de Europa.
Ahora, Kelly está apoyando una medida que los funcionarios de inteligencia de EE.UU. durante años intentaron evitar por todos los medios: una modificación de la legislación de privacidad de la UE que prohibiría que los grupos de tecnología de EE.UU. con base en Europa compartan datos personales de usuarios con autoridades estadounidenses.
"Sigo creyendo que necesitamos una posición equilibrada que proteja los derechos de los consumidores y las necesidades de la industria", Kelly revela al Financial Times durante una visita a Washington para reunirse con funcionarios estadounidenses. "Pero, sin duda, dichas revelaciones fueron un duro golpe en particular, el alcance de la medida de vigilancia."
Kelly no está solo. Las revelaciones de Snowden están convulsionando a Europa, donde los políticos que trabajaron codo a codo con agencias de inteligencia de EE.UU. luego del atentado del 11 de septiembre de 2001 ahora están muy presionados para cambiar esa relación.
Prism, la piedra angular de la lucha contra el terrorismo del gobierno de Obama, está en riesgo: la amplia operación de búsqueda de datos de la NSA que exige el consentimiento de capitales aliados y compañías occidentales, cuyos residentes y clientes son objeto de vigilancia.
Pero también amenaza con suspender los modelos de negocios de grandes compañías tecnológicas estadounidenses, tales como Google, Facebook y Microsoft, que han gastado miles de millones para intentar impedir que la UE desarrolle un régimen regulatorio paralelo que podría, realmente, balcanizar Internet. En particular, podría obligarlas a establecer servidores de datos separados en la UE fuera del alcance de los espías estadounidenses.
Este mes, Viviane Reding, la Comisionada de Justicia de la UE, advirtió que el acuerdo por excelencia que permite que el negocio de la tecnología transatlántica funcione a la perfección -la "directiva de puerto seguro" que permite que grupos de EE.UU. operen conforme a las leyes de privacidad estadounidenses mientras desarrollan actividades en Europa- será objeto de revisión.
La tormenta política no podía haberse desatado en peor momento para la Casa Blanca. En Alemania, un aliado clave en la lucha contra el terrorismo y el país europeo más sensible a violaciones de privacidad, el asunto llegó a una campaña de elecciones nacionales.
Y en Bruselas, donde convencer al parlamento europeo de cooperar con la recopilación de datos de inteligencia ha sido prioridad para Washington por más de tres años, eurodiputados como Kelly enfrentan un nuevo examen minucioso justo cuando se preparan para las elecciones parlamentarias en toda la UE del próximo año.
"No sorprende que hasta los políticos que suelen ser más partidarios de las actividades empresariales están cambiando de parecer", afirma Eduardo Ustaran, abogado de protección de datos de Field Fisher Waterhouse. "Especialmente en países como Alemania, donde la privacidad se toma muy en serio, a los políticos les costará descartar esas revelaciones sin importar cual sea su ideología, es difícil defenderlas en público."
El titubeo de los aliados tradicionales de EE.UU. no pasó inadvertido en Washington. Según parlamentarios europeos, una fila de funcionarios estadounidenses se reunió con políticos de centro-derecha europeos en Washington y Bruselas después de las revelaciones de Snowden para tratar de convencerlos de continuar su apoyo.
No resulta claro el éxito que están logrando los grupos de lobby estadounidenses. Antes del escándalo de la NSA, Axel Voss, un eurodiputado alemán demócrata-cristiano, fue citado por un grupo de defensa por haber introducido la mayoría de las enmiendas a la legislación de privacidad de datos europea con el propósito de suavizar sus críticas: 189 en total.
Pero el mes pasado, Voss se unió a Kelly para apoyar una nueva modificación "anti-FISA": en oposición de la Ley de Vigilancia de Información Exterior (FISA), que autoriza a EE.UU. espiar e-mails y llamadas del exterior. Esto iría más allá que las propuestas originales del año pasado de la Comisión Europea, ya que se obligaría a las autoridades estadounidenses a obtener el consentimiento de los individuos para acceder a sus datos.
"Estamos cambiando un poco nuestra postura", sostiene Voss, reconociendo que al principio no creyó que hacía falta una reglamentación especial para impedir que EE.UU. espiase a los europeos, pero las revelaciones de Snowden lo hicieron cambiar de parecer. "Ahora este es un asunto muy importante para todo el parlamento."
En virtud de la medida apoyada por Voss, Kelly y otros eurodiputados de centro-derecha, las compañías de tecnología que no cumplan las nuevas reglamentaciones deberán trasladar sus servidores a Europa si quieren seguir operando allí para que las autoridades europeas puedan monitorear mejor sus actividades. Un ejecutivo de una compañía de tecnología de EE.UU. se quejó de que obligar a las empresas estadounidenses a establecer sus servidores en Europa no terminará con el espionaje de EE.UU.
Manfred Weber, un eurodiputado alemán y vicepresidente de la agrupación de centro-derecha del parlamento, dijo que él y tres colegas senior en las últimas semanas se habían reunido con legisladores del Capitolio, incluido Mike Rogers, presidente republicano del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, y advirtió que Bruselas se encamina al contraataque.
Weber afirma que los eurodiputados de su agrupación, conocidos como el Partido Popular Europeo, le dijeron a sus pares del Congreso que se estaban preparando para bloquear un acuerdo de comercio muy promocionado entre EE.UU y la UE a menos que Washington se hago cargo de sus actividades de monitoreo.
"El PPE ha sido el amigo más sólido de EE.UU. en el parlamento europeo y nos gustaría que esto siga siendo así, pero si no atienden nuestras preocupaciones, nos veremos obligados a fortalecer la legislación en materia de protección de datos", dice Weber.
El Capitolio está tomando muy en serio dichas amenazas y los presentes dijeron que Rogers intentó tranquilizar a los europeos que solo se compartiría información no confidencial. A la vez, Rogers advirtió que Washington no tenía intenciones de develar información secreta.
"Nos están diciendo que Prism y sistemas del estilo se utilizaron para luchar contra el terrorismo y que nos hemos beneficiado de ello, por lo tanto no hay que hacer muchas preguntas", afirma Weber, que sostuvo conversaciones similares en Washington con el senador Chris Murphy, presidente del Subcomité de Asuntos Europeos del Senado. "Es un problema para nosotros. Queremos respuestas a nuestras preguntas."
La oficina de Rogers confirmó la reunión con Weber, aunque prefirieron no hacer más comentarios. La embajada de EE.UU. en UE se negó a responder preguntas sobre la forma en que estaban tratando de recuperar a los aliados europeos.
Kelly, que pertenece al partido Fine Gael, del grupo del PPE, y ha participado en reuniones aparte con funcionarios estadounidenses, afirma que todas las conversaciones se llevaron a cabo con "muy bajo perfil, dado que es difícil que puedan salir a la luz. Están en una posición bastant complicada", añade Kelly.
Los ex funcionarios estadounidenses admiten que Washington enfrenta ahora un desafío diplomático. Stuart Eizenstat, ex embajador de EE.UU. ante la UE y subsecretario del Tesoro, dice que "la cuestión de la NSA va a complicar" las negociaciones comerciales sobre el intercambio de datos.
En los últimos años, EE.UU. logró ejercer presión sobre los parlamentarios europeos para que aceptaran los acuerdos de intercambio de datos financieros y de pasajeros de vuelos que los legisladores habían rechazado inicialmente.
Pero ahora será difícil que los funcionarios estadounidenses halen oídos receptivos. Tienen la esperanza de que el entusiasmo por la legislación invasiva se desvanezca una vez explicados los detalles del programa de espionaje de la NSA. Sn embargo, a diferencia de anteriores brotes de malestar de la UE sobre el espionaje de EE.UU., las revelaciones de Snowden hizo que los líderes europeos vuelvan al ataque.
Angela Merkel, canciller alemana, se vio obligada a cuestionar públicamente el programa en medio de los ataques de la campaña de la oposición social-demócrata. El presidente de Francia, François Hollande, pidió un alto al fuego en las negociaciones sobre el acuerdo comercial hasta que Europa reciba una mejor explicación de lo ocurrido.
Además, existe un creciente impulso para que los líderes europeos reconsideren anteriores acuerdos antiterroristas de EE. UU. Un diplomático de Bruselas afirma que los funcionarios de la UE están cada vez más bajo presión para revertir los acuerdos sobre datos financieros y de pasajeros de vuelos como una forma de responder al espionaje estadounidense.
Cecilia Malmström, ex miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores de la UE, escribió este mes una carta a Janet Napolitano, su homóloga estadounidense, en la que abiertamente amenazó con suspender la cooperación de la UE en los dos programas a menos que Washington fuese más transparente en cuanto al tipo de espionaje que realiza en Europa.
"La confianza mutua resultó notablemente erosionada y espero que EEUU haga lo que esté a su alcance para restaurarla", escribió. "Si no alcanza demostrar la utilidad de los programas de vigilancia de financiación del terrorismo y los instrumentos de registro de pasajeros ciudadanos de la UE () me veré obligada a reconsiderar si todavía se siguen dando las condiciones para su implementación".
La administración Obama dio pocos indicios de dar marcha atrás ante tales amenazas.
Un diplomático que participó en las conversaciones de este mes con Washington sobre el intercambio de datos, afirma: "Nos están diciendo: ¿cómo pueden esperar que nosotros [EE.UU.] compartamos información con ustedes [la UE] sobre nuestras operaciones de espionaje, cuando ni siquiera saben que hacen sus Estados miembros? "
A partir de estas reuniones, el diario alemán Bild informó que el servicio de inteligencia federal alemán colaboró en el intercambio de información con la NSA durante muchos años. Le Monde, el diario francés, informó que Francia opera un sistema de vigilancia inmenso, similar a Prism.
Las revelaciones de Francia y Alemania mitigaron las críticas contra EE.UU. en las últimas semanas, pero los analistas creen que el alto nivel de atención de recibieron las revelaciones de Snowden hace que sea poco factible que el gobierno de EE.UU. pueda suavizar este asunto como lo ha hecho en el pasado.
Joris van Hoboken, investigador senior del Institute for Information Law de msterdam, afirma que el debate ha sido político durante años, pero que el gobierno de EE.UU. pudo dominar la batalla jugando la carta de la lucha contra el terrorismo. Ahora es diferente.
"Está claro que varios políticos europeos utilizaron esta vez las revelaciones de espionaje para captar la atención sobre la necesidad de que EE.UU. respete la privacidad de las personas de Europa. Creo que es lógico", afirma van Hoboken.
"Las revelaciones sobre el programa Prism y el poder jurídico sin control subyacente de EE.UU. para obtener datos de los europeos mediante proveedores de la nube en virtud de la FISA fortalecieron la posición de los partidarios de las garantías reales."
Traducción: Viviana L. Fernández










