

Naypyidaw, la capital de Myanmar, es una ciudad única, emergiendo de la nada en el centro del país. Inaugurada en 2005 como la flamante capital, construida con la intención de reemplazar a Yangon, esta ciudad fue diseñada para ser el epicentro administrativo y político del país.
Con amplias avenidas, enormes edificios gubernamentales y lujosas villas, Naypyidaw fue planeada para impresionar y funcionar como una vitrina del progreso y la modernidad de Myanmar.

Naypyidaw, una ciudad sin almas
Pese a su diseño impresionante y las inversiones multimillonarias, Naypyidaw es frecuentemente descrita como una "ciudad fantasma".
Con carreteras que pueden albergar hasta veinte carriles y una infraestructura que rivaliza con las mayores metrópolis del mundo, la ciudad sigue estando notablemente subpoblada.

La razón de esta falta de población es multifacética y se centra principalmente en la forma en que fue construida y sus consecuencias socioeconómicas.
Construcción en el vacío
La decisión de construir Naypyidaw fue tomada por la junta militar de Myanmar, que buscaba un nuevo comienzo lejos de la densamente poblada y cada vez más congestionada Yangon. Sin embargo, el traslado de la capital no fue acompañado de un movimiento orgánico de población.
Naypyidaw fue erigida en un área remota, lo que resultó en una desconexión con las principales rutas económicas y sociales del país.
El coste de una capital vacía
El enorme gasto involucrado en la construcción de Naypyidaw ha sido objeto de críticas, considerando que el país enfrenta numerosos desafíos económicos y sociales.
La ciudad se planificó con una amplitud excesiva, incluyendo zonas residenciales lujosas y vastas áreas recreativas que permanecen desocupadas. La falta de una población establecida ha hecho que muchos de sus hoteles, centros comerciales y carreteras se mantengan en gran parte sin uso.















