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En la provincia de Burgos se encuentra Poza de la Sal, un pequeño pueblo medieval, considerado entre los más bonitos de España, que conserva un encanto especial gracias a la combinación de su patrimonio histórico y un entorno natural privilegiado.

Conocido como "La villa salinera", este destino se erige como un lugar único para quienes buscan explorar la historia, la arquitectura y la naturaleza en un ambiente de tranquilidad.

El nombre de la localidad no es casual: durante siglos, las salinas fueron el motor económico y cultural del municipio. Su historia se remonta incluso a tiempos prerromanos, cuando la explotación de la sal ya ofrecía riqueza y relevancia estratégica a la zona. Estas formaciones se encuentran en un diapiro, una singularidad geológica que convierte al lugar en un referente único en la península.

A lo largo de la Edad Media, Poza de la Sal se consolidó como un núcleo económico clave de la región. Para proteger su riqueza, el pueblo fue amurallado, levantando defensas que aún hoy se pueden apreciar en varios tramos y accesos. Este legado medieval continúa siendo uno de los mayores atractivos para los visitantes interesados en recorrer sus calles y monumentos.

El emblema indiscutido del pueblo son las salinas, organizadas en terrazas que se despliegan como un mosaico histórico. Actualmente, forman parte de un espacio interpretativo que permite conocer de cerca el funcionamiento de la producción de sal y su influencia en la vida local. Recorrerlas es una experiencia que conecta con siglos de trabajo y tradición.

Las Salinas de Poza de la Sal. (Fuente: Turismo de Castilla y León).
Las Salinas de Poza de la Sal. (Fuente: Turismo de Castilla y León).

Poza de la Sal: qué hacer y qué visitar en el pueblito medieval

Casco Histórico

Pasear por las calles empedradas de Poza de la Sal es una experiencia encantadora. Sus casas tradicionales, muchas de ellas con estructuras de entramado de madera, y los detalles arquitectónicos como arcos y portones reflejan su carácter medieval.

Castillo de los Rojas

Situado en lo alto del pueblo, esta fortaleza del siglo IX fue clave para la defensa de la región. Aunque hoy en día está en ruinas, su ubicación ofrece vistas espectaculares del valle y de las salinas.

Poza conserva tramos de sus murallas medievalesy varias puertas de acceso, como la Puerta del Conjuradero, que son testimonio de su pasado defensivo.

Iglesia de San Cosme y San Damián

Este templo barroco es el principal lugar de culto del pueblo. Su interior alberga retablos de gran valor artístico y es un punto de referencia en el paisaje urbano.

Iglesia de San Cosme y San Damián. (Fuente: Turismo de Castilla y León).
Iglesia de San Cosme y San Damián. (Fuente: Turismo de Castilla y León).

Mirador del Castillo

Desde aquí se puede disfrutar de una vista panorámica del entorno natural, las salinas y los montes Obarenes. Es un lugar ideal para apreciar la belleza del paisaje burgalés. Naturaleza y Entorno Poza de la Sal está rodeado de un entorno natural privilegiado.

La Sierra de la Llana y los montes Obarenes ofrecen oportunidades para el senderismo, la observación de aves y el disfrute de la biodiversidad. Además, su cercanía al Monumento Natural de Ojo Guareña lo convierte en un punto de partida excelente para explorar esta área protegida.

Gastronomía

La gastronomía local está influenciada por la tradición castellana. Platos como el lechazo asado, las morcillas de Burgos y los guisos de legumbres son habituales. También es típico degustar productos derivados de la sal, que históricamente fue un ingrediente clave en la conservación de alimentos.

Poza de la Sal: cómo llegar desde Madrid en auto

Para llegar desde Madrid a Poza de la Sal en coche, la ruta más rápida es tomar la A-1 (Autovía del Norte) en dirección a Burgos y recorrer unos 230 kilómetros hasta las inmediaciones de la ciudad. Allí, es necesario tomar la salida 236 hacia la N-1 y continuar en dirección a Briviesca.

Desde este punto, se accede a la BU-502, que conduce directamente hasta Poza de la Sal tras unos 12 kilómetros de trayecto.

En total, el recorrido cubre aproximadamente 275 kilómetros y suele completarse en unas tres horas, es decir, unas 3 h 5 min de conducción en condiciones normales de tráfico.