

Como pocas veces antes, el mundo nunca estuvo tan pendiente de unas elecciones argentinas como las pasadas. Tanta atención tiene varias explicaciones que van desde el intrigante perfil del nuevo presidente, Javier Milei, pasando por las medidas económicas, luego matizadas, anunciadas en la campaña electoral, para terminar en la gravísima crisis económica que espera al libertario y a su equipo económico encabezado por Luis "Toto" Caputo.
Los datos son archiconocidos. Una inflación acumulada interanual que se estima cierre 2023 incluso por encima del 150%, mientras que el Producto Interno Bruto (PIB) cerrará 2023 con una caída de un 2,2%. La respuesta de Argentina a esta alta inflación se ha traducido en una tasa de interés del Banco Central que ha alcanzado el pico del 133%, la más alta a nivel mundial, aunque en términos reales sigue siendo negativa. A lo que hay que sumarle un déficit fiscal sin financiación y que la economía entrará en recesión en 2023, con una contracción del 2,2% al cierre de 2023, y se proyecta que este deterioro tendrá un efecto arrastre hasta 2024, cuando se estima una caída del PIB del -1,8%.

Mientras se espera la presentación del programa económico por el ministro Caputo, mañana martes, la pregunta obligada viendo estos números es ¿Cómo salir de este lío?
Consultado Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB, nos remite a su informe en exclusiva, ya que aún no ha sido publicado, "Perspectivas de la Economía Mundial 2024", donde afirma que Argentina necesita un plan de estabilización económica que baje el déficit fiscal, recortando unos tres o cuatro puntos del PIB; que avance una reforma laboral y una reforma tributaria y, además, que se simplifiquen los procesos de exportación.
García del Barrio recuerda que Argentina, que históricamente ha contraído deuda en dólares en mercados internacionales para financiar déficits fiscales, las devaluaciones solo han generado mayor presión cambiaria, mayor inestabilidad económica, mayor volatilidad y salida de capitales e inversiones de manera sustancial.
A medida que la pérdida del valor del peso argentino se profundiza, abundan los debates sobre cómo detenerla y, consecuentemente, generar las condiciones para controlar una inflación que ya viaja por encima del 140% interanual. Para el experto en mercados emergentes, llevar a cabo el proceso de dolarización propuesto por Milei no hay mucho misterio. Porque, de acuerdo a su opinión, es necesario rescatar el total de los pesos que circulan en la economía y entregar a cambio dólares para todas las operaciones. "Sobre lo que surgen interrogantes es cómo hacerlo y qué tipo de cambio resultaría de esa conversión", subraya.
"La dolarización como concepto es muy atractiva, pero su instrumentación es muy difícil. No se trata solamente de convertir los billetes circulantes, sino también préstamos y depósitos. No es algo tan automático, tiene que haber un sistema de apoyo para lograr ese cambio. La hasta ahora indomable inflación argentina encontraría un cauce más razonable si se dolarizara la economía, mientras que otros advierten de posibles efectos perniciosos en el corto plazo", afirma.
Por otra parte, el Banco Central perderá en ese caso su capacidad de influir en la política monetaria, "porque ya no tendrá capacidad para emitir moneda y desaparecería como prestamista de última instancia", explica, y añade que "para alcanzar la estabilidad económica se debería buscar el superávit primario para el sector público y una cuenta corriente superavitaria, incrementando las reservas internacionales en manos del Banco Central".
Según el profesor de Economía, el impacto en la actividad y el empleo por la reducción en el gasto sería bajo, ya que estaría compensado por el crecimiento de muchos sectores de la economía. Al eliminar la financiación del gasto corriente, sigue, sólo sería necesario encontrar financiación para el pago de intereses y capital.
"En el corto plazo y con apoyo del electorado, un plan de ordenamiento de las cuentas públicas le abriría el mercado internacional de crédito al país, permitiendo el rollover de la deuda nominada en moneda extranjera y moneda doméstica, como ya ha sucedido en muchos casos exitosos de estabilización", sostiene.
La buena noticia para García del Barrio está en la ausencia de déficit primario y la obtención de crédito, eliminaría la necesidad de emisión monetaria, y, por lo tanto, se lograría la reducción de la inflación y de la depreciación de la moneda, de manera paulatina.
La mala, que la economía del país no está lista para ser dolarizada de un día para otro. Porque Argentina no cuenta con reservas de dólares suficientes para llevar a cabo su plan de dolarizar la economía.
"Al tipo de cambio actual - explica -, haría falta disponer de liquidez por valor de unos 27.000 millones de dólares para dolarizar la economía. El problema es que las reservas del Banco Central no están disponibles para este cambio; Argentina está sumida en una profunda deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que asciende a los 44.500 millones de dólares. Y a eso hay que añadir una larga lista de deudas privadas y la necesidad de importar bienes de consumo y producción básicos, para lo que están reservados muchos de esos dólares. Por tanto, si se activase el proceso de dolarización, la población no podrá disponer de su dinero en líquido. Esto abocaría al país hacia una situación que ya conoce, un Corralito", advierte.

¿Entonces qué hacer? "La única opción, ahora mismo, sería una crisis monetaria para que la dolarización fuera más barata. Si el tipo de cambio se triplicara hasta los 2824 pesos por dólar solo harían falta 10.000 millones para dolarizar la economía, cuanto más alto esté el dólar, más fácil será dolarizar", responde García del Barrio.
Recuerda que el país tiene un enorme potencial en la producción de hidrocarburos, minerales y commodities agrícolas. Según su opinión, si se implementaran políticas macro prudentes, en un marco de estabilidad institucional, se podría crear un puente entre la necesidad de corto plazo con el potencial de largo plazo.
Con todo, añade que Argentina es un país líder en commodities pero se enfrenta a elevadas tasas de interés, tipos de cambio múltiples, cambio de reglas de juego y altos impuestos al comercio exterior que complican su agricultura.
"El desabastecimiento de combustibles es otra cuestión preocupante, ya que es un insumo fundamental para la producción agrícola y el traslado de los granos hasta los puntos de consumo interno y los puertos de exportación", advierte.













