

En esta noticia
En salones convertidos en improvisadas incubadoras, con mantas, biberones y medicinas apiladas, muchas personas en España acogen a gatos abandonados o enfermos sin contar con apoyo institucional.
Lo hacen movidas por la empatía, pero sin medios ni descanso. Entre ellas, algunas llegan a desarrollar el conocido síndrome de Noé, un trastorno de acumulación de animales que perjudica tanto a quien lo sufre como a los propios animales.
Casos como el de Marta, que recoge gatitos de apenas tres días y pasa semanas despertándose cada dos horas para alimentarlos, se repiten en todo el país. "Algunas cuidadoras de gatos acumulan animales por encima de sus posibilidades, sin dormir, ni vacaciones, ni apoyo", advierten las gestoras felinas.
La falta de infraestructuras municipales adecuadas deja en manos de particulares la responsabilidad de atender a animales muy jóvenes o convalecientes, lo que provoca agotamiento físico y emocional.
En paralelo, especialistas en salud mental subrayan que este síndrome de acumulación no se resuelve sin intervención. Muchas personas que lo padecen no reconocen el problema y creen que solo ellas pueden cuidar de esos animales, aunque la situación resulte insostenible y peligrosa.
¿Qué es el síndrome de Noé?
El síndrome de Noé es un trastorno por acumulación que se caracteriza por adquirir más animales de los que la persona puede atender correctamente. Suele afectar a gatos y perros, aunque también se han registrado casos con roedores, reptiles y otros mamíferos domésticos.
Entre los factores asociados destacan la soledad -más del 50% de quienes lo padecen viven solos-, la mayor incidencia en mujeres de entre 50 y 59 años, y la presencia de depresión, ansiedad o traumas previos. También existe un componente genético: quienes tienen familiares con trastornos de acumulación presentan más probabilidades de desarrollarlo.
En la mayoría de los casos, la motivación es proteger a los animales de la calle, pero el resultado puede ser el contrario: condiciones higiénicas deficientes, falta de atención veterinaria y deterioro en la salud física y mental de la persona afectada.

El impacto en cuidadoras y animales
Las casas de acogida suelen empezar como un gesto puntual -una camada abandonada, un gato herido-, pero pueden convertirse en un trabajo a tiempo completo, sin pausas ni recursos. A la carga física se suma la presión emocional de no poder rechazar casos. Este patrón, repetido, puede derivar en acumulación y aislamiento.
En España, aunque la Ley 7/2023 reconoce la figura del gestor de colonias felinas, no existe una red pública de apoyo estable para las casas de acogida. Sin ayudas económicas, sin protocolos unificados y sin formación oficial, el trabajo recae sobre personas que asumen riesgos y costes sin respaldo institucional.
¿Cómo ayudar y prevenir el sindrome de Noé?
El abordaje del síndrome de Noé requiere un enfoque combinado: atención psicológica, intervención de autoridades en casos graves y una red de apoyo para reducir la carga de las cuidadoras.
Recomendaciones para quienes lo sufren:
- Buscar ayuda profesional con un psicólogo o psiquiatra especializado en trastornos por acumulación.
- Mantener contacto con familiares y amigos para evitar el aislamiento social.
- Establecer límites claros en el número de animales que se pueden atender adecuadamente.
- Priorizar el cuidado personal: alimentación saludable, descanso y buena higiene.
- Participar en programas de voluntariado rotativo para compartir responsabilidades.
Consejos para familiares o vecinos:
- No juzgar ni culpar a la persona afectada, para evitar que se cierre al diálogo.
- Comunicar de forma directa la necesidad urgente de atención veterinaria para los animales.
- Acudir a la policía o a servicios sociales si existe riesgo grave para personas o animales.
Cuidar también implica cuidarse, y ningún rescate debería poner en peligro la vida de quien ayuda ni la de los animales que pretende salvar.













