Si bien cada 6 de diciembre España celebra el Día de la Constitución, conmemoración de la Carta Magna aprobada en 1978 y que rige la vida política y social del país. Ver la bandera nacional en balcones, calles o ventanas de distintas viviendas no es fenomeno solo de ese día.
En el Artículo 4 del Título Preliminar de la Constitución Española se establece que "la bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas".
Además, la Ley 39/1981 refuerza su carácter representativo al declarar que: "La bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución".
No obstante, colgar la bandera no es solo un acto patriota o político. Para la psicología implica mucho más que eso.
Colgar la bandera de España en los balcones: un fenómeno social
Aunque pueda parecer un gesto patriótico espontáneo, lo cierto es que diversos estudios han demostrado que la decisión de exhibir la "rojigualda" responde también a dinámicas sociales.
Un trabajo de la Universidad de Comillas, liderado por los psicólogos Carlos Martínez y Carmen Valor en 2017, demostró que la motivación principal es la imitación social. "Cuanto mayor sea la proporción de vecinos del edificio o bloque que hayan colocado banderas, más probable es que un vecino también la haya colgado y, si hay pocas, el vecindario se verá más cohibido para colgarla", explicó Martínez.
El psicólogo agregó que "la presión está a nivel de bloque, se conocen entre ellos y uno puede saber perfectamente quién vive en el quinto y si la ha colgado o no".
El significado de la bandera en la psicología: quiénes la cuelgan con más orgullo
El estudio también encontró que este fenómeno tiene un patrón generacional muy marcado. Según sus conclusiones, los perfiles más proclives a exhibir la bandera son los jóvenes y los ancianos.
En palabras de Martínez, los jóvenes lo hacen por su "visceralidad", mientras que los mayores responden a un fuerte arraigo identitario. Los investigadores incluso compararon el gesto con hábitos cotidianos como consumir leche orgánica: un comportamiento que no depende tanto de convicciones profundas, sino de la influencia del entorno.
"Una persona con una ideología de derechas muy marcada puede liderar el gesto, y sus vecinos, aunque no tengan convicciones tan claras, acaban imitándola", añadió Martínez.