

La viceprimera ministra de Suecia, Ebba Busch, generó un amplio debate al reclamar la prohibición total del burka y el niqab en los espacios públicos. "No queremos ver burkas ni niqabs en nuestras calles. El burka no tiene lugar en Suecia y no vamos a abrirle camino", declaró en una entrevista con el diario Aftonbladet.
Busch, líder del Partido Democristiano y una de las figuras más influyentes del Gobierno, argumentó que estas prendas "son incompatibles con los valores de la sociedad sueca" y que su uso simboliza "la expansión del islamismo totalitario" que, en su opinión, debe frenarse de inmediato.
Según explicó, el burka -que cubre completamente el rostro- y el niqab, que deja solo una rendija para los ojos, representan "un modelo de sociedad que no encaja con los principios de igualdad y libertad del país nórdico".
"Hemos llegado demasiado lejos": el debate sobre libertad y derechos
Durante su intervención, Busch fue tajante al advertir sobre los efectos de lo que definió como un "liberalismo ingenuo" en la política migratoria sueca. "Casi 70.000 mujeres han sufrido mutilación genital femenina en este país", señaló, citando cifras que, según ella, muestran "hasta qué punto se ha tolerado el avance de costumbres opresivas".

"La sociedad sueca está pagando el precio de haber permitido prácticas contrarias a los derechos fundamentales", subrayó. Para la viceprimera ministra, prohibir el burka y el niqab sería un paso "necesario para proteger la libertad y la igualdad de las mujeres".
Busch también insistió en que su posición no supone un ataque a la religión musulmana. "Ser musulmán en Suecia es perfectamente legítimo, pero no bajo las formas de Islam que se practican en Irán o Afganistán. Quienes defiendan esas versiones extremas del Islam no serán bienvenidos aquí y deberán adaptarse si ya residen en el país", afirmó.
El caso Momika y la escalada de tensión en Suecia
El posicionamiento de Busch llega en un contexto de creciente preocupación por el extremismo islámico en Suecia, un país que ha vivido en los últimos años varios episodios violentos relacionados con la radicalización religiosa.
El tema alcanzó un punto crítico a comienzos de 2025, cuando el activista Salwan Momika, conocido por quemar ejemplares del Corán, fue asesinado a tiros poco antes de que se dictara sentencia en su contra por incitación al odio religioso.
Para Busch, este hecho demuestra que la convivencia está en riesgo. "Casos como el de Momika evidencian que la convivencia y la libertad están siendo amenazadas por un fundamentalismo que nunca debió tener espacio en Suecia", aseguró.
Su propuesta de prohibir el burka y el niqab busca establecer un cambio de rumbo en la política cultural y migratoria del país. "Hemos llegado demasiado lejos. Revertir esto llevará mucho tiempo, pero debemos mantener el debate sobre el burka y el niqab en el centro de la agenda pública y prohibirlos mientras aún podamos hacerlo", afirmó con firmeza.
Una propuesta que divide a la sociedad sueca
La iniciativa de Busch ha abierto una profunda grieta en el panorama político sueco. Mientras sectores conservadores apoyan la idea como un acto de defensa de los valores occidentales, organizaciones de derechos humanos advierten que podría limitar la libertad religiosa y fomentar la discriminación.
Pese a las críticas, la viceprimera ministra mantiene su postura: el Islam debe adaptarse a los valores de Suecia, y no al revés. Su discurso marca una nueva etapa en el debate europeo sobre la identidad cultural y la integración religiosa, una discusión que podría tener eco más allá de las fronteras suecas.















