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El cáncer de pulmón es una de las enfermedades con uno de los mayores índices de impacto en la salud global, conocida por su efecto devastador en el sistema respiratorio.

Sin embargo, un reciente estudio liderado por el Idibell (Institut d'Investigació Biomèdica de Bellvitge) y publicado en Neurology, pone en evidencia un aspecto menos explorado: el posible deterioro cognitivo asociado a este tipo de cáncer.

El trabajo, dirigido por la doctora. Marta Simó y el doctor Jordi Bruna, revela datos inquietantes: aproximadamente un 31% de los pacientes presentan síntomas cognitivos al tiempo del diagnóstico, con pérdida de materia gris en zonas clave implicadas en la memoria y habilidades visuoespaciales.

Por otro lado, también se detectó una disminución en los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), clave para la plasticidad neuronal.

Qué indica este estudio

El estudio combina pruebas neuropsicológicas con resonancias (voxel-based morphometry) y análisis serológicos. Los resultados muestran, de forma clara, daños estructurales en la sustancia gris -como en el precuneus y el giro fusiforme- y alteraciones de la sustancia blanca -como en el cíngulo y cuerpo calloso.

Estos cambios reflejan dificultades en la función ejecutiva, memoria y procesamiento visuoespacial. También se observa que, tras recibir quimioterapia, un tercio de los pacientes mantiene el deterioro cognitivo, vinculándose esta persistencia a fases más avanzadas de la enfermedad.

Sin embargo, solo un 10% desarrolló un deterioro nuevo directamente después del tratamiento, sugiriendo que el famoso "chemobrain" no es tan prevalente.

Cuál es el vínculo entre el tumor y la cognición

El fenómeno parece obedecer a varios mecanismos. Por un lado, una mayor carga tumoral se relaciona con un riesgo más elevado de deterioro cognitivo persistente.

También, hay evidencia de fuga de la barrera hematoencefálica en cánceres pulmonares avanzados sin metástasis cerebrales, lo que estaría asociado a un empeoramiento en la memoria diferida.

Los biomarcadores, como el BDNF o la proteína NSE, también se postulan como herramientas predictoras de afectados cognitivos, permitiendo un abordaje más personalizado desde el inicio.

Qué implica este descubrimiento para la práctica clínica y futuras investigaciones

Este hallazgo subraya la necesidad de integrar evaluaciones cognitivas desde el diagnóstico del cáncer de pulmón, para detectar y acompañar tempranamente a los pacientes afectados.

Según los autores, el uso de biomarcadores y resonancias puede marcar el inicio de un nuevo enfoque clínico. De hecho, revisiones recientes fijan una prevalencia de deterioro cognitivo en esta población de entre el 26% y 31%.

Intervenciones combinadas, como la estimulación cognitiva y ejercicio físico, ya han demostrado beneficios en otros cánceres, lo que abre la puerta a su aplicación en el ámbito pulmonar.

El reto estará en diseñar ensayos clínicos que evalúen estas terapias no farmacológicas, así como desarrollar protocolos que incluyan el seguimiento cognitivo como parte de la rutina oncológica.

Un paso decisivo hacia la lucha contra el cáncer de pulmón

Este estudio rompe con la visión tradicional del cáncer de pulmón como un mal exclusivamente pulmonar. La evidencia destaca que su impacto puede extenderse al cerebro aún en fases tempranas y sin metastatización directa.

Detectar y tratar este deterioro no solo mejora la calidad de vida, sino que puede influir positivamente en el pronóstico general. Es un llamado a médicos, pacientes y cuidadores para prestar atención a la salud cognitiva, integrándola en el camino terapéutico.

La identificación temprana, el uso de neuroimagen y biomarcadores podrían cambiar la forma de abordar esta enfermedad.