Carlos Fayt se despidió con una carta a Cristina Fernández de Kirchner. Con pocas líneas encontró la sutil manera de jactarse que, luego de resistir meses y meses las más variadas críticas oficiales ligadas a sus 97 años de edad, dejará la Corte Suprema cuando ella ya no sea Presidenta. Al día siguiente renunciará, el 11 de diciembre. Fue su última ironía hacia el Gobierno y así lo leyeron en una Casa Rosada que, ante la tan buscada y deseada noticia, se llamó a silencio. Ningún funcionario opinó de la próxima vacante del máximo tribunal, que lo dejaría con tres asientos ocupados, el mínimo del mínimo. En su habitual conferencia matutina de hoy, obligado por las preguntas, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández sería el primero en romper el cerco.


La propia mandataria, en plena gira despedida, en su cadena nacional (la número 37 del año) esquivó el tema, cuando la jubilación de Raúl Zaffaroni el año pasado había convertido el achicamiento de la Corte en cuestión de Estado. Cuando los bloques de la oposición del Senado se negaron a prestar acuerdo al pliego del abogado Roberto Carlés, CV propuesto por un Gobierno con fecha de vencimiento más cercana, que desde entonces abandonó la lucha en el máximo órgano judicial.


En cambio, desde el Salón de las Mujeres, Cristina Kirchner anunció ayer el envío de dos proyectos de ley: de Promoción de Juventudes y otro para reconocer los derechos laborales, previsionales y de seguridad social de actores. Y, además, la puesta en vigencia de un régimen especial de jubilación para los ex trabajadores de YPF.
También, como viene siendo tendencia en el segundo tramo de campaña, aprovechó para reprochar a la oposición, al felicitar las victorias de Juan Manzur en Tucumán, según el recuento definitivo tras tres semanas de polémica, y del radical Ramón Mestre en la capital cordobesa. "No somos de denunciar porque aceptamos los resultados", deslizó la mandataria. "No le decimos al señor Mestre, a quien conozco y respeto, que como ganó con el 37 % (en realidad sacó el 32%), el 63% está en contra, eso no es democracia", sostuvo. Y aconsejó: "El deber de todo dirigente, de una comunidad, de un país, no es darle miedo a la gente, es tranquilizarla".


"Saludo a la señora Presidenta con las expresiones de mi consideración más distinguida", cerró Fayt su misiva, que fue leída con lupa en Balcarce 50. Primera queja K semántica: no la llamó "Doctora" ni en el encabezado. Segundo reproche inalterable: la renuncia el 11 de diciembre implica que su reemplazante deberá ser propuesto, luego de 30 días hábiles, ya en 2016, por la próxima administración. Y una tercera reflexión, el fallido embate contra el casi centenario juez los dejó en un laberinto dialéctico ante este "esperado" final: no pueden criticarlo porque es lo que al fin y al cabo buscaban pero tampoco pueden destacar su decisión por sus anteriores cuestionamientos. "Lo que digamos va a ser usado en nuestra contra", decían ayer en un despacho, apelando al consejo policial a los detenidos.


Cerca de Daniel Scioli, donde ya piensan en un terna de posibles postulantes con su actual ministro de Justicia, Ricardo Casal, adelantando que "es necesario alcanzar un acuerdo con la oposición" (postura 100% naranja), hicieron su propia lectu ra de la carta. "Parece que Fayt le dice a Cristina: Si no me apretaban, me iba sin escándalo". A esta altura, una ucronía de un peronismo que nunca avaló el achaque al magistrado.