

El pre candidato a gobernar la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria, Aníbal Fernández, realizó hoy su cierre de campaña en el porteño Teatro Gran Rex, en un acto donde desenvolvió una encendida profesión de fe de kirchnerismo puro, con constantes alusiones a su vinculación desde la primera hora con el ex presidente Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Sin alusiones al escándalo desatado por las denuncias que lo relacionaron con el triple crimen de General Rodríguez, el jefe de Gabinete sí se despachó críticas al Grupo Clarín y su CEO, Héctor Magnetto, propietarios del Canal en el que se emite Periodismo para Todos, el programa de Jorge Lanata que difundió los testimonios que lo vincularon con esos asesinatos y con el tráfico de efedrina.
En una alocusión por momentos en exceso acelerada, con una gran cantidad de furcios producto seguramente de su intención de leer su discurso en la tablet y, al mismo tiempo, pretender improvisarlo, el ex intendente de Quilmes mezcló el relato de anécdotas que buscaban mostrar su cercanía, casi su intimidad, con el matrimonio fundador de su corriente, con citas de lo más variopintas, que fueron desde Juan Domingo Perón y Arturo Jauretche, hasta Octavio Paz y letras de la banda puertoriqueña Calle 13
Fernández reivindicó “el proceso de transformación” que se inició en la Argentina en 2003, “cuando Néstor se plantó y reclamó que “se nos deje crecer, porque los muertos no pagan” y advirtió, intercalando frases soeces para darle picante y tono campechano a su discurso, que “les rompe las pelotas que los chicos tengan una computadora o que los trabajadores puedan comprarse un televisor LCD”. En alusión seguramente a los oponentes al Gobierno, el pre candidato continuó y dijo que “les molesta el Procrear, los aumentos automáticos a los jubilados, la Asignación Universal por Hijo”, según enumero la clásica enumeración de logros que pueblan los discursos presidenciales.
Aníbal tampoco hizo ninguna alusión, ni directa e indirecta, a sus contrincantes en la interna kirchnerista bonaerense, Julián Domínguez y Fernando Espinoza, con quienes se cruzó tras la difusión en PPT de los testimonios que lo vincularon al caso de la efedrina. Quizá por obediencia a la orden, tardía, que se le atribuye a Cristina en el sentido de bajar la disputa intestina que explotó tras las denuncias de Jorge Lanata, o como gesto hacia el amplio abanico de funcionarios y dirigentes kirchneristas que se sentaron en las primeras butacas del Gran Rex. Pudo observarse a Oscar Parrilli, secretario de Inteligencia; Wado De Pedro, secretario Genral de Presidencia; Teresa Parodi, ministra de Cultura); Julio Alak (Justicia), Alberto Sileoni (Educación), Cecilia Rodríguez (Seguridad), Eric Calcagno (diputa nacional), además de las Madres de Plaza de Mayo, encabezadas por Hebe de Bonafini.
En las escasos párrafos destinados a problemas de la sociedad bonaerense Aníbal reconoció que la seguridad es “una preocupación”, respecto de la cual reivindicó su pasado de ministro del Interior, a cargo de las fuerzas federales, a las que “dimos vuelta como una media”, con “entrenamiento e inteligencia”. Habló, a su vez, de sumar más parques industriales para reforzar la industrialización y prometió más universidades y “multiplicar la producción agropecuaria”.
“Clarin nos persigue”, dijo Aníbal, porque “llevamos adelante la tarea de inclusión, cuando ellos pretenden hacernos tomar la sopa cuando se les antoje”.
“No hay Magnetto que nos cambie”, se encendió hacia el final de su intervención el funcionario, a la vez que advirtió que “nos pegan en los tobillos pero nos van a tener que matar, porque daremos pelea todos los días; no nos van a hacer agachar”.













