La aparición de Mauricio Macri ayer en la Casa Rosada se convirtió en un antes y un después. El antes era aquella concepción en la que sólo importaban la comunicación directa y las redes sociales. El antes era lo que el asesor Jaime Durán Barba definía el último domingo en el diario Perfil. "Hasta el siglo pasado la comunicación fue vertical, iba del líder que conducía a la multitud que obedecía. El candidato pronunciaba discursos, los diarios los publicaban, las radios los leían y la gente conversaba sobre ellos. Los votos no se consiguen pronunciando textos pulidos, sino comunicando cosas interesantes que se puedan viralizar en la red". Esa concepción es la que privilegió al Perro Balcarce, la postal familiar y los abrazos con ciudadanos comunes. Pero la tormenta de los Papeles de Panamá fue demasiado y la modernidad facebookiana debió darle paso a la ambulancia tradicional.
El primer error político de Macri fue no anticipar lo que hizo finalmente ayer y a destiempo. Después de la difusión de los Papers que hundieron al islandés David Gunlauggson y complican a Vladimir Putin y David Cameron, el Presidente debió presentarse el mismo lunes para ponerse a disposición de la Justicia. Eso hubiera evitado que las webs de la Argentina titularan sus portadas diciendo que la Justicia lo había imputado por supuesto ocultamiento de pruebas. Por eso, y después de leer varias encuestas que lo muestran bajando su imagen positiva entre 10 y 20 puntos, Macri salió a protagonizar el contrataque con un discurso clásico de autodefensa.
La exposición fue breve y convincente. Atinadamente, no recurrió ni a la cadena nacional ni a las teorías conspirativas que tanto agrietaron la imagen pública de Cristina Kirchner. La declaración de certeza, el ponerse a disposición de cualquier otro juez y el acelerar el fideicomiso ciego para sus bienes son decisiones tardías pero que van en el camino correcto. El futuro de Macri es incierto pero lo será mucho más si no toma el toro de los Papeles de Panamá por las astas. Si no hay en esa cloaca financiera global más datos que los conocidos, el Presidente irá controlando la situación sin mayores problemas. Claro que si aparecen nuevas empresas, acciones o dinero difíciles de justificar, la oposición podrá cumplir su obsesión de equiparar a Cambiemos con la ola negra de corrupción que ya tiene en prisión a dos kirchneristas y promete muchos más estragos.