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El origen radical de Leandro Santoro fue una de las razones que pesó para ser aceptado como el candidato de consenso de Unión por la Patria en la Ciudad de Buenos Aires, un anzuelo para atraer porteños que no aceptaron la mudanza deJorge Macri, que tienen un perfil más progresista o que en primera vuelta votaron en la interna de Juntos por el Cambio por Martín Lousteau. Incluso Sergio Massa lo había mandado a medir como compañero de fórmula.

Por segunda vez Mariano Recalde, presidente del PJ porteño, decidió no ser candidato aunque digitó la estrategia electoral convencido de que Santoro tenía ganas de caminar una ciudad esquiva después de 16 años de gobiernos de Juntos por el Cambio entre los ocho de Mauricio Macri y los ocho de Horacio Rodríguez Larreta.

En 2019 la estrategia fue similar, se presentó el empresario Matías Lammens, que había rechazado una invitación del PRO y que encabeza la lista de legisladores porteños. Fue justamente Lammens, ministro de Turismo, quien abrió los discursos en el acto de cierre del Luna Park. Lo siguió la camporista Paula Penacca que lidera la lista de candidatos a diputados con ingreso seguro al Congreso.

La unidad porteña

En primera fila se sentó el ministro de Ciencia y Tecnología Daniel Filmus que dos veces fue candidato a jefe de gobierno, dos veces forzó una segunda vuelta contra Mauricio Macri y dos veces, en 2007 y 2011, perdió. Sin embargo, garantizó la mayor cantidad de votos para esos tiempos de retroceso del peronismo.

También estuvo Víctor Santa María, presidente del Congreso partidario; Juan Manuel Olmos del NEP; el ministro del Interior Eduardo 'Wado' de Pedro y entre muchos otros Ofelia Fernández e Itaí Hagman del espacio de Juan Grabois. Tras casi cuatro años de roces y crisis, primó la imagen de unidad aunque sin banderías visibles.

Además de la necesidad de frenar la sangría de votos, la unidad se conformó sobre los datos de las encuestas y Unión por la Patria volvió a optar por alguien sin ADN justicialista, como con Lammens. La estética del acto de cierre en el Luna Park dejó claro que en la Capital no suman los símbolos históricos del peronismo, que desde la autonomía ganó primero el progresismo y después los globos de Cambiemos y sus propuestas.

La estética acompañó esa idea; el escenario fue redondo y colorido (como los de Cambiemos), sin banderas, con cumbia y música de Wos, sin marcha peronista, y con un cantante disfrazado de toro a la misma hora que en el Movistar Arena aparecía un disfraz de león para acompañar al libertario Javier Milei.

"Parecía difícil cuando arrancamos, muchos años el progresismo tratando de construir un proyecto de mayorías", dijo Santoro que en su último acto prefirió no hablar de cierre de campaña sino del inicio "de un nuevo camino". Algunos piensan que su proyecto no termina el domingo, aún si no entrara al balotaje.


Alfonsín, guiños y figura central

En el tono de Santoro se reconocen inflexiones de Raúl Alfonsín, justo cuando se cumplen 40 años de Democracia ininterrumpida. Defendió en su presentación gran parte de lo que defendía el expresidente radical. Y apeló a los valores que defienden yrigoyenistas, socialistas, la izquierda democrática, etc.

Habló de la "ética de la solidaridad" alfonsinista y de la "Justicia social", bandera peronista. Pensando en el electorado de la Ciudad, no hubo referencias gráficas a ningún símbolo ni peronista ni radical. Tampoco al Presidente Alberto Fernández de quien se decía amigo pero de quien, a juzgar por sus dichos, se desencantó.

El discurso sí fue antimacrista. "Hay que terminar con la ciudad de los negocios y los negociados", alertó Santoro sobre Jorge Macri pero también le apuntó a La Libertad Avanza "que no solo milita el egoísmo sino también el odio". Por eso pidió "trabajar para que Sergio Massa sea presidente, para que pueda estar sentado en la Casa Rosada".

Por convicción y por estrategia Santoro le habló a los radicales que militaron históricamente en defensa de la educación pública y de las universidades, entre ellos los que militan con Martín Lousteau en Evolución Radical. "Vamos a defender la Universidad de Buenos Aires cuando vengan a arancelar la UBA", destacó antes de invitar a Massa a que ingresara al estadio del Luna Park.

En otro gesto a los radicales, Santoro reveló que al actual ministro de Economía se lo había presentado Alfonsín y que el expresidente lo había definido como "un compañero y correligionario". "Sergio tiene un corazón enorme"; dijo que le señaló el expresidente. "¿Te acordás, Ceci?", preguntó hacia la platea en un gesto cómplice hacia Cecilia Moreau, su expareja, que de la UCR pasó al Frente Renovador y hoy preside la Cámara de Diputados.


¿Habrá balotaje?

Forzar una segunda vuelta sería un gran triunfo para Santoro y para el peronismo porteño. Superar los votos de las PASO, desilusionados votantes de Lousteau, también. Los guiños de Mauricio Macri hacia el libertario Milei contribuyen a esa estrategia. "Traiciona a Juntos por el Cambio", salió al cruce Emiliano Yacobitti de Evolución Radical. Massa lo escucha atentamente, como a otros radicales, para el caso de un balotaje.

Unión por la Patria se ilusiona en Capital con las matemáticas de la política, más flexibles que una ciencia exacta. Jorge Macri logró en agosto 28,71% de los votos y Lousteau 27,21%. Si bien sumados parecen imbatibles, Santoro se mostró confiado en superar el 22,17% que logró. Lo entusiasma saber que en 23 comunas ganó Lousteau aunque Ramiro Marra podría subir, gracias a la visibilidad de Milei, de sus 12 magros puntos.

La estrategia electoral -con boletas separadas- que impuso Rodríguez Larreta para apuntalar a sus socios radicales puede incluso convenirle a Santoro que sabe difícil la pelea de Massa frente a Patricia Bullrich y Milei. En territorio porteño el electorado ha fluctuado a favor de terceras fuerzas desde el progresismo a la derecha liberal.

En ese contexto el peronismo está frente a una conversión, con un candidato como Massa que fundó su propio partido en contra del kirchnerismo y un radical en Capital. Algo hermana a ambos candidatos. Se notó en el fuerte abrazo que se dieron los dos.

Massa se deshizo en elogios hacia el candidato a jefe de gobierno. Le destacó su programa, su plan y que para gobernar tenga "gran cabeza y gran corazón". En una fuerte apuesta dijo que "el próximo domingo estamos frente a una oportunidad histórica, que la Ciudad no se transforme un bien de familia que pasa de un pariente a otro", en referencia al pedido de Mauricio Macri para que su primo, exintendente de Vicente López, sea el candidato en Capital.

Massa ya había cerrado el martes en Buenos Aires con Axel Kicillof. En cada distrito habló sobre las urgencias del electorado local. Hoy en cambio tendrá su propio cierre, también distinto.

Como quiso hacer antes de las PASO, cuando suspendió por el asesinato de la niña Morena, terminará la campaña a su manera. No quiere dirigentes políticos ni juntada de militantes. No es una respuesta al mensaje "anticasta" de Milei, sino una tendencia que arrancó con los globos de Cambiemos y que también usó Cristina Kirchner cuando fundó Unidad Ciudadana.

En este caso Massa irá a una fábrica y se mostrará con trabajadores. Su lema es que quiere ser el presidente que los represente y que les defienda, como decía en el Luna Park, "el mango".