

Ante un escenario económico complejo, que combina los efectos indeseados de la pandemia con problemas que se arrastran desde hace años, Martín Rapetti es una voz autorizada para tratar de entender la coyuntura y hacia dónde va la economía.
Rapetti es investigador adjunto del Conicet y director ejecutivo de Equilibra, un centro de estudios económicos de reciente formación, que buscará abordar los desafíos del día a día pero también delinear las vigas maestras que el país necesita para crecer en el largo plazo.
En diálogo exclusivo con El Cronista, señaló que hubiera sido mejor cerrar un acuerdo con el FMI a comienzos del año, y consideró que pese a las marchas y contramarchas de la actividad económica, el PBI crecerá este año un 7%. De cara a 2022 las claves pasan por "tener un plan un plan antiinflacionario" y multiplicar el volumen de exportaciones.
-¿Cuál es el principal problema que tiene hoy la economía argentina?
-En Argentina el mayor obstáculo siempre fue la restricción externa, la falta de dólares. Hoy eso no es un problema por varios motivos, pero sobre todo porque los precios internacionales de las commodities agrícolas están dando mucha holgura, además de que van a llegar a Argentina unos u$s 4500 en DEG, que va a distribuir el Fondo Monetario Internacional. Por el lado externo, la verdad que no hay riesgos.
-Y dónde sí hay riesgos...
-En la pandemia, sobre todo porque impacta en la oferta. Es una primera restricción que afectará negativamente a la actividad en los próximos meses, ya lo está haciendo, de hecho, en mayo, junio y julio estará limitada la capacidad económica de expandirse. La pregunta que queda es si a partir de agosto, una vez que las restricciones a la movilidad no estén tan presentes como ahora, habrá volumen de demanda para recuperar la actividad. Creo que sí y diría por tres motivos. En primer lugar, porque en la segunda parte del año los salarios le van a ganar a la inflación, principalmente porque el Gobierno está usando como ancla al tipo de cambio y a las tarifas. Esto va a hacer que la inflación ceda y que los salarios, seguramente con alguna aperturas de paritarias empiezan a recuperar. Eso le va a dar volumen al gasto privado. En segundo término, es un año electoral y el Gobierno tiene un margen fiscal, no muy abultado pero sí un margen fiscal para inyectar recursos a la economía. Me imagino algún bono a jubilados o a quienes reciben la AUH, la ejecución de la inversión pública, seguramente algún tipo de impulso al crédito para el consumo. Y lo tercero es que en algunos sectores habrá un repunte, ya lo estamos viendo sobre todo en construcción. Es una parte de la inversión que va a tener algún empuje.
- ¿Con todo esto cuánto sería la expansión de la economía este año?
- Estamos viendo una recuperación de la economía, año contra año, del 7%.
- No se recuperará toda la caída de 2020 pero sí gran parte.
- Terminaría a fin de año muy cerca de niveles prepandemia.
Estamos viendo una recuperación de la economía, año contra año, del 7%. Terminaría a fin de año muy cerca de niveles prepandemia
-Usted dice que la restricción externa hoy no es un problema pero los dólares de la cosecha dejan de entrar en agosto. ¿Pueden faltar dólares a partir de entonces?
-Ese es el punto más delicado. Para que todo eso que acabo de decir se cumpla es central que el Gobierno pueda mantener estable el mercado cambiario y la brecha cambiaria. Creemos que el Gobierno va a tener buen nivel de reservas, que está creciendo en estos meses y seguramente acumule durante junio y julio también, y que pueda tener poder de fuego para mantener las cosas estabilizadas.
-O sea que la cuenta en dólares está bien.
-Sí, la cuenta de dólares cierra, obviamente en una economía que tiene cepo, con toda una serie de mecanismos de represión financiera que hace que el mercado esté estabilizado. Ciertamente, la pregunta sobre la falta de dólares es buena sobre todo para 2022.
-¿Y cómo sigue la película?
-Es difícil imaginar que con u$s 15.000 millones extra, que no tenías previsto, no puedas sobrellevar el año. Llovieron 15 mil millones y la verdad que con eso, se despeja todo, son 4 puntos del PBI del 2020. Eso le da un margen a la economía.
-¿Qué puede pasar a partir del año que viene?
-El volumen de dólares siempre le pone un techo a la capacidad de expandir la economía, porque necesita un flujo de dólares para funcionar, por importaciones y servicios de deuda pública y privada. Hoy da para subir 7% pero una vez que termine el año ¿cómo se puede seguir expandiendo? Se necesitan dólares extra y ahí es más difícil. No habrá nueva emisión de DEG y es difícil pensar en una nueva suba de las commodities. Se requiere aumentar los volúmenes de exportación más allá de los precios y eso cuesta mucho más lograrlo.
-¿Qué lugar le asigna al acuerdo con el Fondo y el Club de París?
-El escenario presupone que el Gobierno va llevando conversaciones constructivas con el Fondo, que de alguna manera le permiten o bien un diferimiento con el Club de París o bien una especie de default técnico controlado, en el que los ministros de finanzas de los países del Club de París manifiestan que Argentina está en un proceso de negociación constructiva con los acreedores y que habrá una pronta solución a este tema. Los datos que uno recoge es que si bien la negociación no está cerrada ni mucho menos, está avanzando. El Presidente viajó a Europa, lo sumó al ministro Guzmán, que ya fue dos veces a reunirse con esos países, hay un diálogo y un entendimiento. Pero es complejo, el acuerdo con el FMI involucra lo monetario y fiscal y en este momento, en una situación pandémica, con una situación tan deteriorada y empezando en pocas semanas el proceso electoral es difícil que el Gobierno pueda cerrar un acuerdo comprometiéndose a hacer un ajuste.
-Pero un poco fue también una decisión del Gobierno no cerrarlo. A principios de año se decía que estaría cerrado en marzo, pero todo se dilató.
-Me da la sensación que ese plus de dólares que recibió la economía abrió la posibilidad de decir ¿y si pateamos esto para después de las elecciones y ganamos ese margen de libertad? Y me parece que fueron por ahí.
El plus de dólares que recibió la economía, por DEG y precios de granos, abrió la posibilidad de decir: ¿Y si pateamos esto para después de las elecciones y ganamos ese margen de libertad?", analizó Martín Rapetti
-¿Fue acertada esa estrategia?
-Toda política económica se da en el marco de una estrategia política. Sin musculatura política, sin ganar elecciones no se puede llevar adelante una política económica. Como el Gobierno sabía que este año tendría que priorizar la política porque tenía que ir a la contienda electoral, a uno le hubiera gustado que ya el proceso comience con el problema de la deuda resuelta.
-¿Hace falta diseñar un plan antiinflacionario como hubo en el pasado?
-Sí, definitivamente. Uno no baja la inflación en secreto y además tener suerte de que te salga bien, porque hay muchos planes que se diseñan bien pero después en la práctica surgen problemas y al final no se cumplen. Argentina y América Latina tienen una larga tradición de planes bien diseñados, que no fueron exitosos. El Plan Austral es un ejemplo, el plan Cruzado en Brasil también.
Si querés bajar la inflación tenés que tener un plan de estabilización integral y además tener suerte de que te salga bien. Argentina y América Latina tienen una larga tradición de planes bien diseñados, que no fueron exitosos
¿Hay condiciones hoy para un plan antiinflacionario exitoso?
Sin eso no podemos aspirar a bajar la inflación. Uno entiende que las políticas de Precios Cuidados, por ejemplo, sirven para el proceso electoral. Puede servir como elemento secundario en un plan integral, no son despreciables esas iniciativas pero no como principal herramienta antiinflacionaria.
¿Cuáles son los principales aspectos que debería contemplar ese plan?
-Las recetas pueden variar pero tienen tres o cuatro elementos clave. Uno es demostrar que el Banco Central no tiene que asistir al Tesoro, que tiene la capacidad de usar su política monetaria con el fin de estabilizar. Eso requiere que tengas las cuentas públicas más o menos ordenadas o en una trayectoria clara de ordenamiento. El segundo elemento es que tengas alineados los precios relativos, que no haya ningún precio que esté muy atrasado. Hay que arrancar el proceso desinflacionario ya con los precios más o menos ordenados.
-Para eso faltan hoy las tarifas, por ejemplo.
-Sí, es cierto, hay que tener bien el tipo de cambio y las tarifas. Y el tercer elemento es lo que los economistas llamamos las anclas nominales, como indicador de que esa variable muestra la trayectoria desinflacionaria de la economía.
-¿Es el caso caso del 29% de inflación y el dólar quieto?
Claro. La tablita de Martínez, de Hoz, el Plan Austral, el Plan Cruzado, la Convertibilidad, el Plan Real, todos usaron el tipo de cambio como ancla. Algo de esos tres elementos tiene que tener un plan, alineamiento de precios relativos, un control sobre el tipo de cambio y el Banco Central tiene que demostrar que puede gobernar la trayectoria del tipo de cambio. O tipo de cambio fijo o voy a seguir esta trayectoria desinflacionaria, donde el tipo de cambio sube pero cada vez menos, pero que esa pauta el BCRA esté en condiciones de hacerla, para lo cual se necesita tener muchas reservas.
-Pareciera que no están dadas las condiciones hoy para un plan contra la inflación ¿no?
-Todo esto debería estar en las conversaciones del acuerdo con el FMI.
-¿El acuerdo de precios y salarios también debería entrar en esta receta?
-Es útil como elemento que contribuye a la estabilización. Para alinear todo este proceso hay que coordinar a todos los actores que, de una manera u otra, fijan precios o salarios. Las políticas de ingresos son importantes en un programa antiinflacionario.













