

Y un día la Plaza de Mayo dejó de ser de Cristina Fernández de Kirchner, como coreó, hasta el día anterior, la militancia K. Pancartas amarillas (del PRO) o con azul (de Boca), rojas y blancas radicales; blancas con el logo de Cambiemos y, en su mayoría, con los colores patrios, tiñeron la celebración por la asunción presidencial de Mauricio Macri. Un festejo tranquilo, sin incidentes, ni peleas, salvo entre los invitados y la prensa que quería sobrepasar el más que estricto operativo policial. Una movilización con consignas partidarias, entre ellas sobresalía el leitmotiv "Sí, se puede", pero con un denominador común apolítico: cuando el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, le colocó la banda, la multitud que lo veía por las dos pantallas gigantes instaladas frente a las rejas de Balcarce 50, coreó al unísono: "Ar-gen-ti-na, Ar-gen-ti-na".
Después de 12 años, los habituales vendedores de merchandising peronista sólo ofrecían banderines argentinos y una versión con el rostro del nuevo Jefe de Estado, que no podía faltar. No había comida a la venta ni las tradicionales parrillas pero el mejor negocio fueron necesarias botellas de agua para el sofocante calor. En los alrededores de la Casa Rosada aparcaron algunos micros escolares. Muchos menos que en las movilizaciones del kirchnerismo. Uno de ellos disimulado con un ploteo amarillo con la cara y el nombre del ex candidato a intendente PRO en Almirante Brown, Carlos Regazzoni.
En la plaza ayer no se oyeron las canciones camporistas que no pararon de repetirse el día anterior. No obstante, los mauricistas estrenaron un cancionero con música de Los Rodríguez: "En diciembre gobernamos la Argentina/ En diciembre hay un proyecto diferente / Mejor cambiemos, mejor la gente".
A su manera, el kirchnerismo en general, y la ex presidenta en particular, estuvieron presentes ayer en la multitud. "Se van a acabar los planes, mañana van a tener que laburar", gritó un joven con una remera amarilla despertando aplausos a su alrededor. A pocos metros, las Madres de Plaza de Mayo, sin Hebe de Bonafini, hacían la tradicional ronda de los jueves por una Pirámide decorada de carteles con el símbolo del pañuelo blanco. E indisimulables mensajes al nuevo mandatario, como una antigua foto de una marcha con la leyenda: "Luchemos contra la riqueza de la oligarquía terrateniente".
"Es la yegua de Cristina", bromeó, en medio del nerviosismo, una señora cuando se retobó el caballo de un granadero. Recién cuando el animal fue controlado, algunos se rieron. Macri ya había completado el trayecto desde el Congreso por Avenida de Mayo, junto a la primera Dama Juliana Awada, ambos parados en el asiento de la camioneta para asomarse por el techo corredizo. Como Presidente pisó la explanada de la Rosada minutos después que sus amigos de la infancia, Nicolás Caputo y José Torello. Después vendría el bastón, el balcón, el baile, el minishow de la vice Gabriela Michetti y la desconcentración.
"¿Nos vamos en bondi?", le preguntó un joven a otro cerca de la boca de la línea D. "Vamos en subte, que anda bien gracias a Mauricio", fue la respuesta.













