El Gobierno no deja de ponerle pruebas a la paciencia de Miguel Galuccio, que hace menos de tres meses tomó las riendas de la petroleras YPF bajo la bandera de la nacionalización. La última fue el viernes pasado. El presidente y CEO de la petrolera comenzó a las 9 de la mañana una reunión con analistas de bancos que duró hasta las 13. Era un encuentro importante para el ejecutivo. Por primera vez se reunía con los encargados de seducir a inversores con el objetivo de convencer a sus interlocutores del mundo financiero para atraer desembolsos que sostengan el ambicioso plan de negocios de la petrolera, que demandará unos u$s 7.000 millones anuales.

Si bien YPF es la empresa más grande del país, Galuccio no tuvo ningún asesor a mano que le hiciera llegar durante las cuatro horas del encuentro una información crucial que estaba desde primera hora de la mañana en el Boletín Oficial: nada menos que el decreto 1277, que estipuló un control centralizado de todo el negocio petrolero en manos del viceministro de Economía, Axel Kicillof, que a su vez es director en la compañía y tiene trato frecuente con el ejecutivo repatriado. No fue una medida precisamente amistosa hacia el mercado: estipula que el Gobierno controlará costos, fijará precios de referencia y estipulará márgenes razonables de ganancia.

Galuccio no sabía nada de la intervención. Nadie en el Gobierno le avisó. Estuvo hablando durante horas tratando de convencer a quienes tienen que poner la plata sin saber que habían cambiado completamente las reglas de juego del mercado petrolero, explicó una fuente familiarizada con la situación.

Esa situación convirtió casi en estéril el esfuerzo de Galuccio. Los analistas del Merril Lynch lo pusieron en estos términos: La gerencia parece tener un plan razonable de trabajo para recuperar la confianza del mercado. Sin embargo, el decreto que fue anunciado el viernes por el gobierno argentino podría sustancialmente elevar el rol del Gobierno en el sector de gas y petróleo, sostuvo.

El informe también sostiene que Galuccio está al tanto de que la empresa sufre un alto grado de escepticismo de los inversores globales y debe trabajar para intentar recuperarse de la falta de credibilidad.

Otro informe de Raymond James asegura que sus analistas fueron bien impresionados tanto por Galuccio como por su equipo, al que se sumaron en las últimas semanas nombres argentinos bien conocidos en el mercado internacional. Nuestra impresión fue muy positivo, y nos dio (la reunión con Galuccio) un imagen más clara de sus principales objetivos, sostiene.

El informe, sin embargo, no hizo referencia a la modificación general en el marco regulatorio del negocio.

Diversas versiones indican que enterarse de ese cambio en las reglas de juego tras la reunión con inversores crispó su ánimo. Las mismas fuentes indican que Doris Capurro, confidente de la presidenta Cristina Fernández y peso pesado en las decisiones de la empresa lo tranquilizó a cambio de hacer una reunión con la primera mandataria y Kicillof antes del final de la semana.