

El conflicto que encendió la fracción disidente de la UOCRA en el yacimiento petrolero Cerro Dragón, al sur de Chubut, no sólo dejará un saldo político negativo para el gobernador Martín Buzzi; el titular de ese gremio, Gerardo Martínez y el propio Gobierno nacional. También implicará una marca profunda en materia fiscal para la provincia y, si bien el impacto será menor, una huella en la Balanza Comercial, motivo de desvelo para la presidenta Cristina Fernández y de trabajo crónico para el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
De acuerdo con números provisorios, tanto públicos como privados, el cese casi total de producción en el mayor yacimiento petrolero del país había dejado un lucro cesante de u$s 54,8 millones tan sólo en materia de crudo hasta el viernes. Esa cifra es aún mayor si se contabiliza la menor producción de gas, difícil de estimar debido a que atiende a sectores tarifarios muy diferenciados.
Según cálculos de la gobernación, la provincia perdió hasta el viernes unos $ 33,6 millones; a razón de $ 4,2 millones diarios, que equivalen a casi un 10% de los $ 345 millones de nómina salarial previstos por el distrito patagónico para julio, de acuerdo con Economía & Regiones.
Si se atraviesa el conflicto en Cerro Dragón por el tamiz del comercio multilateral argentino, el número también preocupa. Hasta ahora, obliga a renunciar a un 3% del saldo favorable de mayo según el Indec, el último disponible, de u$s 1.517 millones.
Por nimias que parezcan ambas cifras, tienen dos condimentos que las hacen más visibles desde la contabilidad pública. En el caso de la provincia, implica una renuncia a recursos genuinos en un contexto de aterrizaje de la economía que hará cada vez más difícil obtenerlos. Buzzi tiene en su colega de Buenos Aires, Daniel Scioli, el mejor ejemplo: el jueves de la semana pasada, la Nación le envió $ 1.000 millones de asistencia financiera, mucho menos de los $ 2.800 millones que reclamaba el ex motonauta. Aún debe obtener la diferencia para pagar los aguinaldos de la administración pública.
Las cifras del comercio exterior también encendieron una luz de alerta en el Gobierno. Es que ese 3% de merma obligará, más tarde o más temprano, a sufrir un goteo de dólares o, peor aún, sufrir una menor oferta de combustibles, que ya a esta altura se deja ver sin timidez en las estaciones de servicio cada fin de semana.
En épocas en que la AFIP convalida entuertos jurídicos de difícil justificación para evitar la venta de dólares y Moreno desgasta el manual de la heterodoxia comercial para mantener los números de la balanza comercial en azul, el hecho de contar con menores saldos exportables de un producto de fácil colocación en los mercados externos entorpece más las cuentas.










