

Como no hacía desde los momentos más intensos del conflicto con las entidades rurales de hace casi tres años, Cristina Kirchner volvió a elegir como interlocutor al campo. Ayer, en el acto de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, la Presidenta dedicó varios de los tramos más relevantes de su discurso a criticar a parte de la dirigencia rural y anunció medidas destinadas, entre otros objetivos, a abrir grietas entre las distintas entidades de productores rurales.
En medio de un discurso con pocos anuncios y destinado sin duda a inflamar la campaña electoral de este año, la presidenta tardó pocos minutos en poner en el centro del blanco a los empresarios del campo. Cuando comenzaba a brindar su recuento de lo que consideró los principales logros de su Gobierno en el año pasado técnicamente, su discurso estuvo destinado a presentar la Memoria detallada del Estado de la Nación 2010, la Presidenta acusó al sector de evadir impuestos, sin privarse de la ironía. Una curiosidad: el sector de agricultura y ganadería, uno de los sectores más dinámicos de nuestro país en cuanto a productividad y rentabilidad, solamente ha participado en la recaudación en un 2,8%, casi igual que lo que ha recaudado la enseñanza privada en la Argentina, con el 2,1%. Hay algo que me suena inconsistente en el dato: o están cobrando muy caras las cuotas de los colegios privados o hay evasión en nuestro sector primario de la economía, que debe ser realmente abordada con mucha seriedad y mucha responsabilidad de todos los sectores, disparó.
Luego del discurso presidencial, el ministro de Economía, Amado Boudou, consideró esas cifras una prueba que derriba el mito de que ese sector sostiene la economía argentina.
La Presidenta no perdió oportunidad tampoco de criticar a los dirigentes agrarios que pronosticaron que el país iba a tener que importar trigo y carne. En ese mismo tramo, enumeró los programas del Ministerio de Agricultura para financiar fondos rotatorios para los distintos cultivos por más de 180 millones de pesos y el giro de 185 millones en materia de ganadería.
Sin embargo, el párrafo más duro de su discurso fue el que dedicó a resaltar en forma tácita pero indudable la serie de denuncias sobre trabajo esclavo en el campo que explotaron este verano. Hablando de trata de personas y de reducción a servidumbre humana dijo la Presidenta vamos a hablar un poquito también de una ley que descansa acá que es el Estatuto del Peón Rural. Para despejar dudas, Cristina pidió que: el control no esté en cabeza de los dirigentes sindicales, que parecen no haber controlado demasiado cómo estaba la servidumbre humana en su sector. El destinatario de esa crítica fue el duhaldista Gerónimo Momo Venegas, secretario general del sindicato de peones rurales y aliado de la mesa de enlace de entidades agropecuarias.
El último anuncio del discurso presidencial fue el que estará destinado a resquebrajar aún más de lo que está el frente que conforman las entidades agropecuarias. Cristina aseguró que el Ejecutivo enviará al Congreso su propio proyecto de Ley de Propiedad de la Tierra para limitar la compra de campos a extranjeros, una medida largamente reclamada por la Federación Agraria y resistido por la Sociedad Rural y las Confederaciones Rurales Argentinas, que prefieren evitar regulaciones en la compraventa de campos. Con esa promesa llegó uno de los últimos aplausos de la tarde para la Presidenta provenientes de las gradas pobladas de militantes kirchneristas y sindicales.










