

Con poco más de 17 millones de kilómetros cuadrados, Rusia es el país más grande del mundo y uno de los pocos que se extiende a través de dos continentes, lo que comporta una importante variedad de productos naturales en una nación de 142.257.519 habitantes (2017, según CIA The World Factbook) y un PBI de u$s 1.283,16 millones (2016, FMI), que crecerá entre el 1,5% y el 2% entre 2018 y 2020, conforme su Banco Central, luego de dos años de recesión, 2015 y 2016.
De momento, ya se vendieron más de 1,7 millón de entradas para el Mundial de Fútbol que está pronto a iniciar y, como una gran potencia energética, en la cual el 80% de sus exportaciones está conformada por recursos naturales, Rusia se prepara para la edición número 21 del certamen que congrega a fanáticos de todo el globo.
Según fuentes del mercado, se espera que la llegada de visitantes reporte beneficios, como el progreso en áreas hasta ahora estancadas, y una suba del PBI en un 0,4% en dos trimestres (The Gaidar Institute), pero también acarrearía percances como la inflación, que se cree que podría rondar entre el 3% y el 4% a fin de año.
Si bien la tierra que vio nacer a Aleksandr Pushkin es un poderoso actor del juego mundial y su injerencia se observa, por ejemplo, en el arduo panorama sirio, la Federación Rusa sueña con recuperar el lugar de superpotencia que tuvo durante los años de era de Guerra Fría. Y no ha perdido el potencial.
Grandes recursos
Pasó hace tiempo la era de Guerra Fría, donde la actual Federación Rusa fue la otra superpotencia del planeta. Ahora, la octava economía del mundo (según WEF, 2017) se debate en volver a ocupar el podio que supo ocupar por décadas en el mundo bipolar pre 1989, posición trastocada a partir de la caída de la Unión Soviética, en 1991.
Rusia cuenta con el potencial para hacerlo, y el Mundial 2018 se plantea como una oportunidad para que el país se muestre como una superpotencia planetaria. Es que el país del rublo y el vodka dispone de ingentes reservas de carbón, y petróleo, las mayores reservas planetarias de gas, y con la quinta parte de los bosques del mundo. Como si fuera poco, cuenta con los principales recursos forestales, como madera y agua dulce, además de una amplia gama de minerales, donde sobresalen diamantes, platino y níquel. El problema es que muchas veces estos recursos se hallan en zonas marginales o de difícil acceso (como en bosques, áreas congeladas o yacimientos submarinos) lo que supone un costo adicional alto.
Rusia es el mayor productor y poseedor de gas. Detenta casi el 25% de las reservas mundiales, con 36.443,9 millones de barriles y 1.534,9 millones del condensado, a fines de 2016, según Gazprom, la principal gasífera.
De acuerdo a datos oficiales, en 2017 la generación del recurso alcanzó una cifra récord, trepando al 7,9%, hecho que no se observaba desde 2011, y con su principal cliente intacto, Europa, a quien la citada empresa le vende el producto satisfaciendo más de la tercera parte de su demanda. Por su parte, la firma incrementó su producción a 690.500 millones de barriles en 2017, excediendo en 2,9% el record de 2011.
En cuanto al carbón, la Federación figura entre los cinco países del mundo que poseen el 75% del recurso, con el 18% de las reservas globales.
Respecto a lo que es producción, Rusia es el sexto del mundo, con un recurso localizado en 22 cuencas y 118 depósitos individuales a lo largo del territorio, con reservas de 200.000 millones de toneladas y siete grandes empresas que explotan el producto. En 2017 la producción fue de 409 millones de toneladas, sobrepasando en un 6% la del año anterior y llegando a una cifra sin precedentes desde la era soviética.
Por otra parte, y en relación al oro negro, la producción rusa fue de 2.078,5 millones de toneladas a fines de 2016, según Gazprom. El país cuenta con la octava reserva del mundo (80.000 millones de barriles) y es el segundo exportador del producto en cuanto a volumen.
Panorama promisorioRusia sale de la recesión. En el reporte del índice Doing Business 2018 calificó en una posición favorable y ha mejorado su posición global, en el puesto 35 de entre 190 economías, no así en el índice de percepción de corrupción Transparency International (2017), donde ocupa la posición 135 sobre 180 países. A finales de 2017, pese a las sanciones económicas internacionales, la economía rusa se desenvolvió en forma favorable, mostrando una tasa de desempleo que cayó a menos del 5% en agosto del año pasado y una inflación muy baja.
En efecto, por primera vez en la historia contemporánea del país, se ha visto deflación durante dos meses seguidos. En general, la inflación disminuyó a menos del 4% por región. Sin embargo, 2018 promete peores cosechas, lo que alteraría el cuadro de bonanza y propiciaría cierta alza inflacionaria. De todos modos, conforme previsiones oficiales, y si el gobierno hace lo correcto, el crecimiento en 2018 podría llegar a ser de hasta el 4,5%.
Sector en alza
La industria, tras años de estancamiento producto de la caída de la Unión Soviética, mostró signos de recuperación en los últimos años. El año pasado creció 1,2%, el doble que en 2016. El pivote del crecimiento industrial se dio en el sector mecánico en relación al aumento de la demanda minera en la producción de hidrocarburos, cuando estos últimos han elevado sus precios. Por otra parte, también la producción automotriz mostró progresos, aumentando las ventas en un 22,4% en 2017.
Según datos de la agencia estatal Rosstat, el sector secundario no es el más grande del país (39,5% del PBI) frente al 55,9% del terciario, que convierte al país en una economía de servicios en donde este rubro emplea al 66% de la población activa.Asimismo, el 4,5% corresponde al sector primario.
La Federación Rusa es una importante productora de centeno, lino, papas, girasol y trigo, y la líder mundial en generación de cebada, avena y trigo sarraceno. La tierra cultivable es de 1,2 millón de kilómtros cuadrados, la cuarta más grande del mundo y que posiciona al país como un importante exportador de granos y carnes.
Todo ello pese a que la misma representa solo el 7,3% de la superficie nacional y a la agricultura le faltan importantes incentivos, entre otros motivos, por las trabas burocráticas de un Estado que no logra fomentar una completa economía de mercado tras décadas de régimen soviético. De todos modos, hay pocos nubarrones en el horizonte de esta gran potencia del grupo Brics.
La búsqueda sin finLa búsqueda de nuevas fuentes energéticas es permanente en la proyección rusa. En 2016 Gazprom invirtió 179.000 millones de rublos (equivalente a casi u$s 2.900 millones) para la exploración geológica de hidrocarburos domésticos. El Kremlin ha mirado hacia el norte, por lo que se embarcó en la carrera por la exploración del Océano Ártico, un área en la cual reclama un territorio submarino, que implica una importante fuente de petróleo y gas, del 16% al 26% de las reservas terrestres aun no descubiertas. Las mismas deberán ser halladas a través de la perforación del lecho marino en el sitio más difícil del mundo para hacerlo, en lo que se denomina el "Proyecto Iceberg", que implica tecnología extrema para actuar en un clima igual de extremo. La competencia con otras potencias es áspera y compone un capítulo más de la lucha del Kremlin por recuperar la supremacía planetaria perdida hace casi 30 años.













