En el mundo de las empresas IT, los graduados de carreras de Informática, Ciencias Computacionales e Ingeniería son la mayoría. Es que, desde siempre, desarrollar software implicaba conocer a fondo lenguajes complejos, entornos de programación, estructuras de bases de datos y arquitecturas que requerían años de formación técnica. Cada línea de código era artesanal y el acceso al conocimiento estaba limitado a quienes podían recorrer un camino largo y altamente especializado.

Hoy ese paradigma cambió por completo. El desarrollo de la inteligencia artificial generativa en los últimos años ha instalado una situación en la cual, en muchos casos, muchas de las tareas típicas de un desarrollador inicial pueden ser realizadas por una IA Generativa.

Las plataformas de desarrollo actuales son cada vez más intuitivas y accesibles: lo que antes requería un equipo de programadores hoy puede resolverse con herramientas visuales, módulos preconfigurados y asistentes de IA capaces de generar bloques de código en segundos. Con los prompts indicados, cualquier herramienta de GenAI puede construir la base de un programa en tan solo segundos.

¿Por qué, entonces, un ingeniero en informática generaría mejor código que un licenciado en Psicología? La pregunta puede sonar provocadora, pero señala la perplejidad con la que nos encontramos frente a un cambio profundo que atraviesa hoy a toda la industria del software.

Las Ciencias Sociales y las Humanidades son la base del pensamiento crítico y de la comprensión humana. Buscan brindar instrumentos teóricos y metodológicos para poder comprender el mundo que se viene.

Cada vez más, las personas formadas en estas áreas están ganando terreno en la industria: son quienes traen la mirada integral y la comprensión más acabada de los contextos culturales y humanos en los que trabajamos, fundamental para el mundo que se avecina marcado por la IA.

Shutterstock

La Universidad de California en Berkeley informó que la matrícula en Artes y Humanidades creció un 73 % en los últimos 10 años; y que muchos departamentos interdisciplinarios que enseñan resolución creativa de problemas -práctica artística, literatura comparada, filosofía, música, historia del arte y cine y medios- tuvieron la mayor cantidad de postulantes en una década.

A nivel local hemos visto el surgimiento de nuevas carreras de grado y especializaciones con miradas más abarcativas y generalistas que integran filosofía, literatura, historia, arte y gestión cultural. Algunos ejemplos son la Licenciatura en Humanidades en la Universidad de San Andrés, Ciencias Sociales en la Universidad Torcuato Di Tella, o Ciencias del Comportamiento, que tiene propuestas en el ITBA y la UTDT.

No solo en las universidades: los puestos directivos que tradicionalmente se limitaban a abogados, economistas o ingenieros, hoy están migrando hacia nuevas especialidades. El caso más conocido a nivel local es el de Pierpaolo Barbieri, fundador de la fintech Ualá, quien se formó en Historia en Harvard; pero también con otros casos como el de Constanza Bertorello, CEO de Pernod Ricard y licenciada en Letras.

Todo lo dicho no implica en absoluto que la buena comprensión y escritura de código de software no sea ya requerida, siempre debe haber alguien que controle el proceso y garantice buenos resultados: significa más bien que lo que hoy necesitamos sobre todo de nuestros equipos de desarrollo es una capacidad para imaginar soluciones viables: los profesionales que más necesitamos son quienes puedan conectar los puntos entre los desafíos del mundo real y las posibilidades que nos ofrecen las herramientas digitales.

El conocimiento especialista sigue siendo necesario, sí, pero ya no alcanza: hoy importa también la capacidad de combinar lo técnico con lo estratégico, lo digital con lo humano.

La IAU redefine la toma de decisiones de las empresasFuente: ShutterstockShutterstock

Empiezan a emerger el requerimiento más extendido de figuras como diseñador de procesos (process designer), personas que entienden cómo funciona un negocio, una organización, un mercado y son capaces de traducir eso a un sistema digital: alguien que observa el mundo y lo transforma en software.

No sabemos exactamente cómo va a ser la sociedad del futuro porque la tecnología está ganando un terreno gigantesco. Pero sí sabemos que, con la mirada integral y capacidad abarcativa que brindan las formaciones en Ciencias Sociales y Humanidades, vamos a poder mirarlo, analizarlo, comprenderlo y manejarlo mejor.