El presidente Mauricio Macri y sus principales espadas aseguran que la baja del déficit fiscal es prioritaria. Quizás la segunda en importancia, detrás del objetivo de estabilizar el mercado cambiario. El dólar se calmó al precio de llevar las tasas a niveles usurarios y secar la plaza financiera. Sin embargo, la confianza aún no retorna de manera definitiva.
Pese al reiterado compromiso oficial, operadores, empresarios y analistas económicos descreen de las chances para cumplir con las pautas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Este acuerdo, cuyo cumplimiento garantiza buena parte de las necesidades de financiamiento del año próximo, requiere aplicar recortes y conseguir recursos por $ 300.000 millones.
Para entender el origen y la persistencia del escepticismo, sirve analizar este enorme desafío bajo el modelo SFA, que utilizan la Escuela de Guerra del Ejército de los EE.UU. y se aplica en varias escuelas de negocios para determinar la efectividad práctica y operativa de cualquier estrategia.
La sigla refiere a las tres condiciones simultáneas que debe satisfacer un proyecto para resultar exitoso. Suitability, Feasibility, Acceptability. Pertinencia, Viabilidad y Aceptación. Veamos una adaptación del test aplicado al acuerdo con el Fondo.
Pertinencia: La necesidad de bajar el déficit fiscal y apuntar al equilibrio de las cuentas públicas es indiscutible, a la luz de la fatiga en la posibilidad de obtener financiamiento en los mercados internacionales.
Para lograrlo, es necesario aplicar recortes en el gasto a nivel nacional y provincial. O aumentar los impuestos. O una combinación de ambas medidas.
Viabilidad: ¿tiene el Gobierno los medios para disponer los recortes? ¿Lo puede hacer de manera unilateral o necesita la adhesión de las partes afectadas? ¿En qué rubros aplicará la tijera? Y ¿Qué actitud tomará si encuentra resistencia política, económica y social al ajuste? ¿Cómo reaccionará si la inflación no cediera y llega al tope de 32% anualizado, que gatillaría la necesidad de renegociar todo el stand by, antes de la primera revisión de septiembre?
Aceptación: es previsible que presenten resistencia los sectores que tengan que aportar cuando caiga la perinola del ajuste fiscal. Los estatales, por los futuros aumentos nominales de salarios o la clasificación de "empleados no prioritarios" a los que refiere el informe del staff y el congelamiento de vacantes.
Los gobernadores, por la poda a las transferencias discrecionales y recortes a la obra pública. Los empresarios, por el meneo de una posible postergación de las rebajas de impuestos incluidos en la Reforma Tributaria sancionada apenas en diciembre último.
El campo, por el eventual freno del cronograma de reducción de retenciones. Los consumidores, por el aumento de tarifas que implicará la reducción de subsidios al transporte y a la energía.
De los tres criterios, por ahora hay solo uno que se satisface. La pertinencia o necesidad de hacer el ajuste. Quedan por definirse las otras dos condiciones.
Cómo lograr que las partes afectadas acepten los recortes y qué va a hacer el Gobierno en caso de que esa eventual resistencia impida llevar adelante la determinación del Presidente de cumplir, sí o sí, los compromisos asumidos con el Fondo Monetario.
Mientras estas dos condiciones necesarias continúen sin definirse, es probable que la calma cambiaria sea percibida como precaria y la confianza en la gestión del Gobierno nacional demore en reaparecer.