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No se podrá decir que Javier Milei falta a la verdad, su verdad. Apenas setenta días de gestión fueron suficientes para que ponga sobre la mesa -con suerte todavía diversa- la gran mayoría de las promesas económicas de campaña, siendo él mismo quien las motorice como ningún otro funcionario a través de las redes sociales. ‘Licuadora' y ‘Motosierra' figuran entre las palabras más utilizadas por el mandatario en X.

Días atrás publicó que "por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para llegar a fin de mes", todos argumentos que ningún presidente se habría animado a utilizar en la lógica política tradicional. El frenesí del discurso electoral domina la retórica de la gestión, y nada indica que vaya a cambiar.

Sorprende a muchos, porque en la transición al 10 de diciembre Milei había moderado expresiones y hasta ‘cajoneado' ni más ni menos que su caballito de batalla, la dolarización, lo que contribuyó para que en el lapso entre el balotaje y la asunción las condiciones financieras no se deterioraran aún más.

En estos setenta días retornó el Milei originario, el que no es, ni será, un político tradicional. Por formación, por el modo de construcción de su figura, pero básicamente porque entendió como nadie el pulso de buena parte de la sociedad. Incluso fracasos importantes como la marcha atrás de la Ley Ómnibus no son leídos como derrotas políticas, sino como un modo de exponer los intereses de ‘la casta' a sus votantes. Comienza a instalarse una forma de pensar la política "fuera de la caja", que se aleja del "teorema de Baglini" que dominó la gestión pública desde siempre. "Si hubiese dicho lo que iba a hacer, nadie me votaba", señalaba Carlos Menem a poco de asumir. Milei rompe con esa lógica.

En estas condiciones especiales y novedosas de la política, se están desarrollando las primeras fases de una estrategia económica simple de entender y más compleja de administrar en el tiempo. A modo de apuntes desde la macro, van algunas primeras reflexiones:


1.La sustentabilidad de los ajustes fiscal y externo

Por primera vez en 12 años el Tesoro vuelve a generar superávit después de pagar intereses. El Banco Central, a su vez, acumula reservas por u$s 7300 millones sin entrar en atrasos con el FMI y los bonistas privados. Ambas noticias son muy bien recibidas en los mercados financieros, con las mayores subas en bonos y acciones en el último año y medio, así como con fuertes caídas en los dólares financieros y el blue. La aspiradora de pesos está reduciendo fuertemente la base monetaria en términos reales, secando al mercado.

El BCRA emite sólo para comprar dólares, pagar intereses y cancelar seguros de cambio de la era de Sergio Massa, retirando pesos vía Bopreal (bono a importadores) y el exceso de demanda por los títulos del Tesoro. Pero lo incierto es cuán sostenibles son estos resultados en el tiempo. La paralización de las transferencias discrecionales a las provincias (fondo de incentivo docente incluido), el freno a la obra pública, la licuación de las jubilaciones y de la asistencia social son instrumentos de emergencia que no pueden pensarse como permanentes sin asumir costos crecientes. La deuda flotante se acumula. Por otro lado, el BCRA compra reservas por el sencillo expediente de frenar ostensiblemente los pagos de importaciones mediante un cronograma escalonado que llega a mayo para normalizarlos por completo. Es decir, en adelante las compras diarias se resentirán hasta tanto no empiece a ingresar la liquidación de la cosecha de soja, en abril y mayo.

2. El desplome de los ingresos, la contracción de la actividad y la resistencia social

inflación acumulada de los tres primeros meses de Milei será del orden del 75%. Entonces, el salario real registrado habrá caído 15 puntos y las jubilaciones minimas (con refuerzo) un 27%. A su vez, la profundidad de la recesión inducida recuerda los tiempos de la Gran Recesión global 2008-09. Los primeros datos de actividad son drásticos. Por caso, en enero la producción de autos cayó 14 puntos, el patentamiento 23% y el de motos 25%, la recaudacion de IVA un 8% y la confianza del consumidor de la Universidad Di Tella nada menos que un 13%, todo contra diciembre, sin estacionalidad. Las ventas minoristas de alimentos y bebidas relevadas por CAME registró en enero una caída de 37 puntos interanuales. La pregunta relevante aquí es hasta cuándo soporta el tejido social un ajuste real que no sólo impacta en los ingresos sino probablemente en el empleo en poco tiempo más.

3. De nuevo, la dolarización versus la demanda de pesos

Paradójicamente, el mecanismo de ajuste macro elegido (brusca contracción de la demanda agregada por vía de la inflación) requiere que la demanda de pesos se sostenga. Milei lo había entendido en la transición al poder, relegando una dolarización confusa en su explicación. Ahora, el retorno de la idea puede desestabilizar esa demanda de pesos, tirando por la borda el draconiano ajuste macro. Explicar bien el camino y los instrumentos se vuelve clave hacia adelante.

4. La estabilidad política como activo de política económica

Este es el intangible ausente en la estrategia. La experiencia indica que ningún proceso sólido de estabilización de precios se construyó en el pasado sin reglas básicas de convivencia, acuerdos más o menos amplios, ‘consensos', esa palabra detestada por el Presidente. Menem inició su gobierno con graves dificultades para estabilizar, pero con dos leyes básicas, la de emergencia y la de reforma del estado. Las instituciones democráticas deben participar necesariamente de todo proceso de reconfiguración macroeconómica. Encontrar las vías para regenerar los puentes rotos entre los actores indispensables también forma parte de una adecuada gestión de la política económica.