El favorable resultado electoral para el gobierno impacta positivamente sobre su gestión económica en múltiples dimensiones. En primer lugar, las expectativas de continuidad de un gobierno pro mercado generaron el mayor salto histórico de la bolsa de valores en un día. El Merval volvió a valores de principios de año, recortando una caída del 38%. Un optimismo que también se observa en la baja del riesgo país hasta 620 p.b., acercando la posibilidad de refinanciar vencimientos de deuda en moneda extranjera. En segundo lugar, facilita la continuidad del superávit en las cuentas públicas. Tanto por la mayor cantidad de legisladores oficialistas que ingresarán al Congreso como por mejores condiciones para negociar con los bloques dialoguistas. Sin embargo, no alcanza para revertir una economía que, aunque moderada, técnicamente entró en recesión. En el segundo semestre del 2024 la recuperación de la economía fue notable y permitió que la caída del PIB sea de apenas 1,3%, menor aun a la de 2023. Pero fue perdiendo impulso hasta marcar una caída en la comparación intertrimestral en el segundo trimestre de este año. Tendencia que se profundizó en los tres meses siguientes, según datos oficiales y nuestras estimaciones en Analytica. A su vez, el último trimestre no permite ser mucho más optimista. De todas formas, la comparación anual se mantiene positiva y el año cerrará con una suba del PIB cercana al 3,7% para volver al nivel del 2022. Para 2026 la dinámica de los últimos tres meses de este año condiciona negativamente al crecimiento, el arrastre estadístico deja una caída de 0,4%. Pero más importante aún, también lo hace el programa económico con su configuración actual. El gobierno señaló que diseñó un esquema con el único fin de evitar un salto en el dólar previo a las elecciones, que a la luz de la necesaria asistencia del Tesoro de los EE.UU., no cumplió su objetivo en términos económicos pero sí políticos. Una de las consecuencias fue un golpe adicional al nivel de actividad. Todos los indicadores dan cuenta del impacto negativo de las elevadas tasas de interés sobre el consumo y la producción. Más allá de la corrección de los últimos días, aún se mantienen en niveles muy altos como para que el financiamiento vuelva a impulsar la actividad. Todo indica que el equipo económico aún no considera que el nivel de dolarización haya disminuido lo suficiente y prefiere contener la cantidad de pesos que puedan presionar sobre el mercado de cambios. Los últimos datos, a septiembre, le dan la razón; el saldo de la demanda de dólares de las familias fue negativo en USD6.890 millones, casi el mismo valor que dejó a favor la diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes. Un resultado que se explica también por el salto en la cantidad de argentinos que compran dólares, para dimensionar en abril lo hizo 1 millón de personas al tipo de cambio oficial mientras en el noveno mes del año llegó a 1,8 millones. La actividad económica sigue supeditada al orden financiero, que depende a su vez de la oferta de dólares. Por el momento, la única variable que puede estirar esa manta corta es la asistencia del Tesoro de los Estados Unidos. El problema es que no se conoce el alcance del acuerdo ni el costo para la Argentina. Hasta ahora alcanzó para sostener el esquema de bandas cambiarias y evitar una mayor volatilidad. La pregunta es si aportará la oferta de dólares que necesita la economía para crecer el próximo año. Una respuesta que también dependerá del camino que elija el gobierno argentino hasta las próximas elecciones presidenciales. Quizás al no haber elecciones en 2026 busque trazar un esquema sostenible para evitar en 2027 volver a demandar asistencia de último momento. En ese sentido, la discusión sobre el tipo de cambio sigue siendo relevante. Entre junio y septiembre mejoró la competitividad cambiaria un 15%, mientras en octubre se mantuvo constante. Así el tipo de cambio real hoy se ubica levemente por debajo del promedio del gobierno de Alberto Fernandez pero es superior en la comparación con el de los gobiernos de Cristina Fernandez de Kirchner y Mauricio Macri. De todas formas, como se señaló previamente, la demanda de dólares sigue firme. Por caso, el precio del dólar futuro para enero se ubica por encima del valor máximo definido por la banda cambiaria. Es evidente, el resultado electoral ayuda al gobierno pero no resuelve todos los problemas. Aún restan por verse cambios en la política cambiaria y monetaria. El nuevo régimen macroeconómico deberá tener al crecimiento como uno de sus principales objetivos. Y en particular, mediante el impulso de sectores demandantes de empleo como la industria y la construcción. Si logra combinar un tipo de cambio competitivo con condiciones crediticias más accesibles, podría empezar a revertirse la lógica de estabilizar sin crecer.