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La forma en que cada generación se enfrenta al mundo está marcada por el contexto en el que creció. En los últimos años, la psicología y la pedagogía han puesto el foco en cómo el uso intensivo de pantallas y tecnología está influyendo en las habilidades sociales y emocionales de niños y jóvenes.

Diversos estudios advierten que estas transformaciones no solo afectan a la llamada generación Alfa, sino que comienzan a ser visibles también en adultos jóvenes de la generación Z, especialmente en aspectos relacionados con la comunicación cotidiana, la paciencia y la gestión de la frustración.

Una generación moldeada por un contexto más exigente

Frente a este escenario, investigaciones recientes citadas por el diario francés Ouest-France señalan que las personas nacidas en las décadas de 1960 y 1970 desarrollaron fortalezas mentales que hoy resultan menos comunes. La explicación no está en una supuesta superioridad generacional, sino en las condiciones de vida que enfrentaron desde temprana edad.

Haber crecido sin pantallas le ha otorgado a esta generación ventajas psicológicas (Fuente: archivo).
Haber crecido sin pantallas le ha otorgado a esta generación ventajas psicológicas (Fuente: archivo).

La ausencia de pantallas, el acceso limitado al entretenimiento inmediato y la necesidad de asumir responsabilidades desde jóvenes fomentaron habilidades como la autonomía, la constancia y la tolerancia a la frustración. Estas capacidades se consolidaron en un entorno donde el esfuerzo sostenido era parte de la vida diaria.

Habilidades que la psicología observa en retroceso

Desde la mirada psicológica, estas generaciones crecieron aprendiendo a esperar, a resolver problemas sin ayuda inmediata y a gestionar el error como parte del aprendizaje. La paciencia y la capacidad de adaptación surgieron como respuestas naturales a un contexto menos automatizado y más demandante.

En contraste, especialistas advierten que la hiperestimulación actual puede dificultar el desarrollo de estas competencias en los más jóvenes. La inmediatez tecnológica reduce la tolerancia a los tiempos largos y a los procesos complejos, elementos clave para la madurez emocional.

Sin idealizar el pasado, pero entendiendo sus efectos

Los propios investigadores aclaran que no se trata de romantizar las décadas del 60 y 70. Fueron años atravesados por dificultades sociales y económicas, con altos niveles de desigualdad y exigencias tempranas, como el ingreso precoz al mercado laboral en muchos países.

Los jóvenes parecen tener menos habilidades como la tolerancia a la frustración (Fuente: archivo).
Los jóvenes parecen tener menos habilidades como la tolerancia a la frustración (Fuente: archivo).

Sin embargo, comprender cómo ese contexto influyó en la construcción de habilidades mentales permite explicar por qué hoy estas generaciones muestran mayor resiliencia emocional y capacidad para enfrentar escenarios adversos, rasgos que la psicología identifica como cada vez más escasos en entornos dominados por la inmediatez digital.