

El artista Hugo Echarri inauguró ayer en el Centro Cultural Borges "Queremos tanto a Woody", una exposición en la que aborda de forma tan original como audaz la vida y obra del comediante, escritor y director estadounidense Woody Allen.
La audacia de Echarri radica en montar una obra para homenajear al famoso artista en medio de la polémica desatada por su controvertida vida privada. Mientras su última película, Blue Jasmine , cuenta con tres nominaciones a los premios Oscar y Hollywood lo colma de homenajes, su hija adoptiva Dylan Farrow reiteró públicamente, mediante una carta en The New York Times, una denuncia de abuso sexual en su contra.
En la inauguración de la muestra para la prensa se hace presente una pregunta obligada para Echarri: “¿Pensó en suspender el lanzamiento de la exposición?” En dialogo con Cronista.com, el artista responde firme: “Para nada. La obra comencé a pensarla desde fines del año pasado. Y su apertura coincide con esta polémica de casualidad. Lo que intenté hacer es un tributo al artista y a su obra. Ellas van a perdurar cuando ya no esté, independientemente de lo que se está investigando ahora y sobre lo cual yo no tomo partido porque no conozco ni siquiera personalmente a Woody. Es un tema privado y tendrá que decidir la justicia. Acá hay que distinguir entre eso y su imagen pública y su obra".
“Queremos tanto a Woody” reúne veinticinco pinturas de gran tamaño, junto a piezas de video con la curaduría de Diana Saiegh. En cada una de las obras, el artista se vale de la pintura, el dibujo, la fotografía y también de fotogramas de filmes del director neoyorquino que utiliza como base para sus intervenciones. Pone, así, en diálogo a Allen con el poeta y escritor peruano César Vallejo y hasta con el santito popular el Gauchito Gil, sobre el que Echarri trabajó en una exhibición en 2012.
“El uso del color es una de las claves para captar los trabajos de Echarri que, desprejuiciadamente, arremete con la fuerza de sus verdes brillantes, los azules plenos y los rojos desafiantes”, afirma Saiegh.
Así, las paletas saturadas que muestran a Allen junto a Diana Kiton en la película “Annie Hall” se contradicen con los dibujos en blanco y negro que muestran al cineasta pensativo y en soledad.
Las video instalaciones de Echarri que acompañan las pinturas son y no parte del mismo relato. Construyen una lógica propia, un tipo de diálogo hacia adentro de los filmes de Allen. El artista juega libremente con las escenas y con su protagonista; monta, reedita e interviene el color con un crudo solarizado. Luego proyecta situaciones que invitan a dejar de ver la superficie para ver lo demás, un detalle, un contraste, un gesto.
“Si algo caracteriza a nuestras sociedades y al cine de Allen es el individuo sumergido en sus obsesiones y su inestabilidad emocional, producto de factores políticos, sociales y económicos. Por ello, quienes constituimos el público de sus películas nos sentimos no sólo interpretados por su aguda mirada sino de una manera reflejados en algunos de sus variados y reconocibles personajes. Entre ellos el del propio Woody que también es un personaje de su cine”, explica el artista.
Mientras Echarri habla de obsesiones e inestabilidad emocional, observa uno de los cuadros que forman parte de su exhibición, donde se lo ve a Allen crucificado en medio de una multitud. Suspira y piensa en voz alta: “Cada uno carga con sus propios fantasmas. Pero lo que deja Woody con su obra trasciende todo lo demás”.
Ficha técnica:
Hasta el 6 de marzo en el Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín.
De lunes a sábados de 10 a 21, y domingos y feriados de 12 a 21.












