

El discurso del rey (The King Speech, 2010) demostró ser la favorita para los premios más famosos de Hollywood, ya que cuenta con 12 nominaciones a los Oscar. La historia se basa en los impedimentos que tiene el rey George VI (padre de la actual monarca inglesa, Isabel II) para protagonizar discursos debido a su histórica tartamudez y el proceso que atraviesa para revertir esa condición.
Vale destacar la actuación de Geoffrey Rush como el pseudomédico Lionel Logue que, con métodos poco ortodoxos y hasta disparatados, intenta dar confianza y herramientas al futuro rey George VI (Colin Firth) para así vencer esos miedos que frustran su poder de discurso.
El film británico cuenta con las nominaciones en Hollywood para Mejor director (Tom Hooper), Mejor actor (Colin Firth), Actriz (Helena Bonham Carter), Actor de reparto (Geoffrey Rush), Guión original (David Speidler), Dirección artística, Fotografía, Banda sonora, Montaje, Dirección artística, Diseño de vestuario y Sonido.
Tras la muerte de su padre, George V, y la abdicación al trono de su hermano, Eduardo VIII por el amor a una plebeya doblemente divorciada -una historia que sin duda es mucho más jugosa que la tartamudez de su hermano menor y que pronto verá la luz bajo la dirección de la cantante Madonna-, George VI asume el poder para ser ’la voz del pueblo’, algo que difícilmente puede concretar por su tartamudez.
Así, su esposa, Elizabeth (Helen Bonham Carter) descubre a un particular pseudomédico especializado en dicción en los suburbios de Londres. Allí comienza una sucesión de escenas plagadas de técnicas disparatas por parte de Logue en las cuales las diferencias de las clases sociales desaparecen dentro de su consultorio, y ’Bertie’, el apodo del rey en la intimidad, comienza a vencer su miedo al discurso.
La historia es políticamente correcta y no sorprende del todo. La tartamudez, como el centro de la trama, opaca todo conflicto bélico-político y muestra a un rey que superó sus temores para liderar al pueblo británico en la Segunda Guerra Mundial. Tal vez, uno de los pocos momentos ’jugados’ del film es la muestra de la sutil admiración de George al hombre que tuvo en vilo al planeta en esos años sangrientos: Hitler, obviamente dando un discurso.
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