Historias de marcas

Los hermanos que crearon los "quesitos" en triángulo y su marca sobrevivió 100 años: así empezó Adler

Empezaron en Alemania y en 1959 sus porciones de queso fundido llegaron a la Argentina. Hoy están en manos de un gigante francés del negocio lácteo.

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Dos hermanos alemanes decidieron vender queso en pequeñas porciones hace 100 años. En triángulos, para ser más preciso. Ese producto atravesó el océano, llegó a la Argentina y ganó popularidad dentro del público infantil. Los quesitos Adler hoy están en manos de un gigante francés del negocio lácteo, sin embargo, su historia en el mercado local empezó a través del contacto entre dos compatriotas.

Benedikt y Josef Wiedemann fundaron una empresa mayorista de quesos y manteca en 1892 en Wangen im Allgäu, al sur de Alemania. El negocio creció, incrementaron su volumen de producción y en 1906 decidieron darle un nombre comercial a sus elaboraciones: Adler.

Pero para escalar precisaban encontrar la manera de poder alargar la vida útil a sus quesos para que pudieran viajar distancias largas. Así fue que crearon el primer queso fundido procesado en el mercado alemán en 1922. Se trataba de una porción triangular con una mezcla de queso y manteca utilizaba como untable.

Un viaje a la Argentina

Los hermanos Franz y Otto Wiedemann tomaron el relevo de la compañía en 1935 y se mantuvieron al frente durante más de tres décadas. Tras su muerte, asumió el mando Hans Kulle, que antes se desempeñaba como gerente de ventas y desde 1963 había sido nombrado como director general. En esa época, Kulle viaja a la Argentina para reunirse con un empresario quesero alemán y deciden unirse para traer Adler al mercado local.

Francisco Huber emigró a la Argentina en 1910, cuando tenía 27 años, junto a su esposa, Águeda, y su hijo, Otto. Se asentó en Chivilcoy y ahí montó una fábrica de quesos. Junto a su socio, Eugenio Ortilep, sentó las bases de la compañía quesera que luego se transformaría en Quelac SRL en 1943.

El empresario era dueño de una fábrica en San Jerónimo, Santa Fe, especializada en la producción de quesos blandos. Kulle llegó al país con la fórmula de Adler y Quelac se quedó con la licencia para elaborarlos.

En manos francesas

Al queso fundido, estilo crema, se le había sumado una variedad de queso blando, similar a un bocadito, con el fontina como sabor de cabecera. Las publicidades lo promocionaban como un snack para niños que era fácil de transportar y comer.

La planta santafesina pasó a manos de Refinerías de Maíz en 1968 y luego fue adquirida por Nestlé en 1991. Tres años después se renueva el packaging y sale al mercado la caja troquelada. Pero a fines de 1999 Nestlé decide desprenderse de su negocio de quesos y se la vende a la francesa Bongrain por $ 29 millones, que la compra a través de Cabaña y Estancia Santa Rosa.

Desde 2006 Adler forma parte de Milkaut, a la que Bongrain (hoy Savencia) entró como socio minorista y luego adquirió en 2011. A los triangulitos se sumó el dip, las fetas para sándwich, el kit de fondue y la salsa de cheddar.

¿Qué pasó con el verdadero queso Adler?

En tanto, en Alemania la marca todavía se mantiene en pie. La compañía de los Wiedemann fue adquirida por Maizena en 1978 y renombrada Adler Allgäu. Once años después la compró la francesa Bel Fromageries.

En Alemania todavía es comercializado por parte de Bel Brands, su dueño desde 1989.

Los quesos crema Adler (Adler Edelcreme) continuaron siendo producidos en Wangen im Allgäu hasta que en 2006 Bel decidió el cierre de la planta. 

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