

Fue periodista, embajador, secretario de Cultura de la Ciudad, vicejefe y jefe de gobierno porteño cuando Aníbal Ibarra fue destituido por la tragedia de Cromañón. Tiene en su haber una alianza política con Elisa Carrió que quizá prefiera olvidar, y también un viejo encono con el kirchnerismo que no olvida. Sin embargo, este último no le impidió cruzar la General Paz para recalar en el sciolismo en el momento más duro de la pelea del gobernador Daniel Scioli con la Casa Rosada, luego de que el ex motonauta blanqueara sus intenciones de buscar la Presidencia en 2015.
Hoy, como presidente del Instituto Cultural bonaerense, Telerman trabaja en pos de esa candidatura, aunque cuando se encienden los grabadores prefiera decir: A un año de la asunción de un gobierno, no corresponde vivir este clima electoral. Hay que bajar un cambio".
l ¿Qué fue lo que lo convenció de sumarse a las filas de Scioli?
- El estar interesado en la política de la ciudad de Buenos Aires o de la Provincia que, en términos de teoría de conjuntos, es mucho más la parte de conjuntos que se interceptan que los que se desafectan. El área metropolitana es, en términos de sociología demográfica, la primer provincia argentina. Allí vive casi el 40% de la población argentina y ahí están el 90% de los problemas. Asi que, pensar en términos de liderazgos y preocupaciones políticas un territorio y otro, con el matiz y sus diferencias, es parte del mismo universo. Y después se dio un marco personal y político, que es mi relación con Scioli, mi amistad con él, veníamos charlando.
l Scioli se ha hecho fama de conductor de ambulancia que va recogiendo a los heridos del kirchnerismo...
- Yo no soy herido. Yo tuve peleas, hay peleas que no dejan heridos, o no hieren, o te derrotan y listo. Pero más allá de mi relación personal, fue un momento muy duro de la Provincia cuando me convocó (N.d R: asumió en julio pasado, en plena embestida de la Nación contra la Provincia, que tuvo su punto más álgido en el retaceo de fondos para el pago del aguinaldo), y eso fue lo que terminó de decidirme. La crisis de la provincia y del gobernador. Se agregó esa condición política imprescindible que hizo que ni siquiera lo pensara.
l Hoy hay una suerte de tregua con la Nación. ¿Puede recrudecer la pelea de cara al año electoral?
- Es un problema histórico, culturalmente complejo que Argentina y que su dirigencia ha sido incapaz de resolver: el vínculo entre la Nación y provincias, pero muy en particular, la relación entre la provincia de Buenos Aires y la Nación. Lamentablemente falla la imprescindible fluidez y madurez de un sistema político que solamente actúa en algunos casos cuando el agua llega al cuello y no cuando se van dando señales. No me hago el ingenuo, sé que hubo tensiones políticas por cuestiones de coyuntura, discusiones y tensiones como se dan en cualquier partido, tensiones en el peronismo cuando hay una sucesión por delante, liderazgos fuertes, el de la Presidenta, sin duda, y también de dirigentes como Scioli, que tienen un peso que excede, por su carácter simbólico y los niveles de popularidad, el mero hecho -siendo importantísimo- de gobernar la Provincia.
l Hay sectores que hace rato vienen especulando con una eventual ruptura con el kirchnerismo. ¿Se puede gobernar una provincia tan compleja enfrentada al gobierno nacional?
- Esos son los que no conocen a Scioli. Está lleno de irresponsables. Sectores políticos que prefieren una salida estética porque queda bien, decir algo porque queda bien, pelearse porque queda bien, darse gustos personales. Cierta progresía que ha tenido el summum de esa aproximación estética a la política con consecuencias nefastas, experiencias como la del Frepaso. Y del otro lado puede decirse también, bueno, no te aguantes esto, no te aguantes lo otro...
l Digamos que hace años que lo vienen empujando a romper con los K.
- Ya nadie empuja más, porque se dan cuenta de la madera de la que está hecho Scioli. Si hay algo que lo sintetiza a Daniel es su responsabilidad institucional, no duda, no se da gustos personales. Eso me parece uno de los valores más importantes de un dirigente, que debería ser lo normal, pero no lo es, y aquellos que dicen, que son pocos, pero molestan, los que del otro lado lo chucean.
l El estilo medido y conciliador de Scioli, casi el de poner la otra mejilla, da idea de indefinición...
- No veo que ponga la otra mejilla. Lo que veo, como esencia, es que los mata con la indiferencia, porque muchas de esas voces son de personajes menores. Algunos se enojan y dicen, le hicieron esas cosas a Scioli. ¿Quién se las hizo? No recuerdo. Son personajes que su irresponsabilidad los lleva al olvido rápidamente y a la pérdida del respeto de sus pares. Y, en el caso de Daniel, lo llevan a un reconocimiento mayor, aún de aquellos que no son de nuestra parroquia política. Asi que Daniel no les va a dar el gusto. Siempre fue un hombre del peronismo. No va a tener ninguna ruptura del peronismo.
l Desde el ultrakirchnerismo dirían que si Scioli es presidente en 2015 volvería a gobernar el peronismo ortodoxo.
- No sé quién diría eso, ya no hay peronismo ortodoxo ni peronismo... Cada época tiene lo apropiado, más allá de las críticas que uno le puede hacer al peronismo, siempre ha tenido la capacidad de gobernar conforme a los vientos de la época y ha sido particularmente pragmático.
l Horacio González dijo en un reportaje con El Cronista que no le gustaría que este proceso tenga un desenlace en Scioli. Refleja el pensamiento de muchos ultra-K.
- No conozco el caso específico de Horacio, lo lamentaría porque lo aprecio. Yo fui parte del establecimiento orgánico institucional de la disidencia interna del peronismo, que siempre consideró hasta la renovación y hasta su democratización, un pecado venial la disidencia. Desde hace 30 años los peronistas nos hemos dado una organización, elecciones internas, alentado la existencia de estas corrientes. Es normal. Lo peligroso es cuando hay una sola voz, y hay muchos que les gustaría que hubiera una sola voz. A veces no tomamos conciencia lo ansiosos que somos la dirigencia política y el periodismo...
l El Gobierno ha precipitado el tema al hablar de la reelección...
- Se vive un clima mucho más agitado del aconsejable, con posiciones más en blanco y negro. Se están viviendo las cosas demasiado agitadas, a un año de la asunción de un gobierno, no correspondería vivir un clima electoral de este tipo, falta mucho. Hay que bajar un cambio.
l Hay gobernadores, además de Scioli, con apetencias. ¿Lo ideal sería ir a una interna en del PJ para definir candidato 2015?
- Sin duda. Afortunadamente Argentina tiene una ley electoral que exige internas abiertas y simultáneas. Esa ley habla de los tiempos, que son seis meses antes de la elección, no tres años.
l Hay quienes plantean que Scioli sería una especie de continuador del kirchnerismo histórico en contraposición con la etapa de Cristina. ¿Existe tal quiebre?
- Scioli fue parte desde el principio. Pero no, son cosas que se dicen porque suenan bien. Me parece que hay un proyecto político que inicia Néstor Kirchner y continúa Cristina con una cierta homogeneidad. Hay muchísimas más continuidades que discontinuidades.
l El peronismo tenía con Néstor Kirchner mayor interlocución que con Cristina.
- De la transversalidad se empezó a hablar en la época de Néstor y después se dejó de lado. No inventemos cosas que no son. Y era lógico también, se venía de una implosión del sistema político, que no terminó de recuperarse. Y eso es responsabilidad de la dirigencia política que nos hemos sacado reprobado, y para colmo no podemos volver en marzo porque el que se vayan todos no existe ni hasta marzo.
l ¿Los cacerolazos son continuidad de ese que se vayan todos?
- No, el cacerolazo de 2001 fue fin de siglo y fin de ciclo, total. Nunca hubo tanta coincidencia temporal con el clima de época. Ésta fue la manifestción de molestia y protesta, manifestación absolutamente democrática. La de 2001 fue menos democrática porque la prioridad era otra, era un grito de desesperación de una sociedad que veía que el país estaba al borde del abismo. No encuentro ningún vínculo.
l Y hoy, ¿cuál sería el clima de época?
- Muchísimo más esperanzador. Renace un espíritu crítico porque ya estamos mejor, salimos del último círculo del infierno.
l ¿Estamos en el purgatorio todavía como decía Kirchner?
- No, espero que no, porque si no todavía nos quedaría la parte, vos que estás entrando abandonás toda esperanza, dice el Dante. Creo que hay esperanza y nos hemos vuelto a poner críticos, y no tenemos miedo de que la crítica derrumbe instituciones. Veo un momento muy interesante. No está en juego ni la democracia ni las instituciones. Hay algunos paranoicos que no lo ven así... Hoy no existen sectores articulados que puedan dañar la democracia. La queja hay que escucharla. z we













