La estabilización macroeconómica es un paso fundamental y valioso para la Argentina. Sobre esas bases, tenemos ahora la oportunidad de transformar ese orden en inversión, empleo privado, innovación y desarrollo federal. La recuperación de la estabilidad abre la puerta; producir es lo que nos permitirá atravesarla y construir un país competitivo y moderno.
En ese camino, la industria no es un sector más: es el corazón que impulsa valor a toda la economía. Representa el 18% del PBI, el 20% del empleo formal y cerca del 30% de la recaudación. Pero esos números no alcanzan para describir su verdadera dimensión. Industrializar no es solo fabricar; es generar capacidades, conocimiento, movilidad social y sentido de pertenencia.
Cuando una fábrica se enciende, no solo arranca una línea de producción: se multiplica la riqueza de toda una comunidad. Alrededor de cada planta aparecen nuevas oportunidades y actividades: transporte, logística, mantenimiento, comercio, servicios profesionales, proveedores industriales, educación técnica, cadenas de insumos y empleos indirectos que sostienen la vida de las familias.
Una fábrica es una economía en movimiento. Es la cadena que empieza en la materia prima y termina en un producto que compite en el mundo, pero que en el camino derrama conocimiento, modernización y ascenso social. Donde hay industria, hay capacitación, hay jóvenes que se forman, hay proveedores que escalan, hay ciudades que crecen. Por eso decimos que la industria no solo produce bienes; produce riqueza social.
El Nuevo Contrato Productivo
Por eso, desde la UIA impulsamos el Nuevo Contrato Productivo: una hoja de ruta para que la industria vuelva a ser motor de desarrollo. No es un documento: es un compromiso colectivo, sostenido en el tiempo, de Estado, empresarios, trabajadores, sistema educativo y científico, gobiernos provinciales y proveedores.
Sus cinco pilares son claros:
- Reforma tributaria que simplifique cargas y premie la inversión productiva.
- Modernización laboral con empleo formal y productividad.
- Infraestructura y conectividad para unir territorios y bajar costos logísticos.
- Financiamiento productivo accesible, estable y orientado a pymes y tecnología.
- Educación técnica y formación dual, con ciencia aplicada al desarrollo industrial.
El objetivo es concreto: bajar el costo argentino sistémico y elevar la competitividad para que cada región pueda industrializar su potencial y exportar valor agregado al mundo.
Competitividad: la clave del desarrollo
Durante años discutimos instrumentos cuando deberíamos haber discutido capacidades.
¿Qué podemos hacer para que cada empresa en la Argentina sea más productiva, más innovadora, más competitiva?
Al final del día, la competitividad sostenible nace en el taller, en la planta, en la pyme, en la cadena de proveedores, en la logística, en la tecnología incorporada, en la capacitación del trabajador. El gran salto argentino será de productividad interna, no de atajos coyunturales.
La industria es la escuela del esfuerzo colectivo. Donde hay industria, hay organización, tecnología, cultura del trabajo, aprendizaje continuo y desarrollo territorial. No se trata de nostalgia productiva; se trata de visión estratégica. Un país que produce es un país que decide su destino.
Un país con capacidades listas para despegar
Hoy, la Argentina tiene lo más difícil: talento, recursos naturales, capital humano, base científica y energía competitiva.
Lo que falta es unir esas piezas bajo un propósito común y una arquitectura moderna.
Cuando ese pacto nacional esté consolidado, dejaremos de medir únicamente inflación, riesgo país o brechas financieras y empezaremos a medir: empresas que nacen y escalan, empleos privados formales de calidad, regiones que exportan valor agregado, jóvenes que se quedan y progresan, innovación que se transforma en industria, movilidad social real.
Ese es el verdadero desarrollo. El que se ve en la calle y no solo en las planillas.
Producción como proyecto de Nación
La estabilidad macro es la base. El motor es la producción. La dirección es clara: más industria, más valor agregado, más exportaciones, más empleo formal, más federalismo real.
Los países que progresan no discuten si deben producir: lo hacen, lo mejoran, lo multiplican.
Argentina tiene la oportunidad y la responsabilidad de volver a creer en su potencia productiva. La industria está lista para liderar ese camino.
Ahí está el futuro: en las pymes que innovan, en los emprendedores industriales, en los jóvenes que se forman en escuelas técnicas, en las provincias que transforman recursos en bienes, en el talento que quiere transformar al país desde adentro.
Producir no es un eslogan.Es un proyecto de Nación.