

La productividad de los trabajadores en las seis principales regiones metropolitanas de Brasil mostró una suba importante y extendida en varios sectores de la economía este año, un escenario marcado por el bajísimo desempleo.
Entre enero y septiembre, la renta creció 4% más que la inflación ante el mismo período del año pasado, con aumentos significativos en la industria (4%), el comercio (4%), la construcción civil (5%), los servicios domésticos (8,1%) y los denominados otros servicios, que incluyen alojamiento, transporte, limpieza urbana y servicios personales (4,5%).
La ocupación, a su vez, tiene un desempeño más moderado y menos homogéneo. Sube con fuerza en la construcción, la administración pública y en servicios a empresas y en el sector financiero, retrocediendo en la industria y en los servicios domésticos. En el promedio de todos los segmentos, la suba es de 1,9% en los tres primeros trimestres. Todos los números surgen del Sondeo Mensual de Empleo (PME) del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
El rendimiento en la industria sube con fuerza este año, incluso con el desempeño dispar en el sector. Entre enero y septiembre, la renta de los trabajadores registró un aumento real (descontada la inflación) de 4%, a pesar de que la producción industrial retrocedió 3,5% en el período.
Para el economista Juan Jensen, de Tendencias Consultora, la industria concedió reajustes salariales robustos para no perder trabajadores, en un momento en que el mercado de trabajo está en movimiento y el sector de servicios compite por ellos.
Existe presión sobre la industria para que aumente la remuneración de sus empleados, para no quedarse sin mano de obra capacitada y calificada, que podría ir a los servicios, dijo el economista Caio Machado, de LCA Consultores. Jensen y Machado afirman que las empresas del sector optaron por retener mano de obra este año, a pesar de la débil producción.
Según los expertos, la expectativa de una mejoría de la actividad en la segunda mitad de este año -que comenzó a ganar cuerpo en los últimos meses-evitó importantes despidos en el segmento industrial. En un escenario de bajo desempleo y falta de mano de obra calificada, perder trabajadores especializados es un riesgo que muchas empresas preferirían no correr.
Para completar, el grado de formalización hoy es más alto, y despedir empleados en blanco tiene un costo elevado. Todos esos factores ayudar a explicar por qué la industria concedió aumentos robustos, incluso en un momento en que enfrenta problemas de competitividad.Industria retuvo mano de obraEl nivel de empleo en el sector, a su vez, encogió 0,5% entre enero y septiembre. Pero la caída de la ocupación tuvo un ritmo más bajo que el sugerido por el retroceso en la producción. Se hubieran despedido más trabajadores si el pasado hubiera sido un buen guía en ese caso. Hubo retención de mano de obra, analizó Machado.
Jensen afirma que los aumentos fuertes de salarios afectan la competitividad de la industria, que tiene dificultad de transferir la suba de costos a los precios, dada la competencia externa fuerte, a pesar del cambio un poco más desvalorizado. En el sector de servicios, poco o nada expuesto a la competencia internacional, los reajustes salariales tienen más facilidad en traducirse en precios más altos. No por casualidad la inflación de servicios ronda el 8% en el acumulado de doce meses.
El nivel bajísimo de desempleo en la economía tiene gran importancia en el avance fuerte del rendimiento este año, destacó Jensen. Aumenta la capacidad de presión de los trabajadores, que tienden a conseguir reajustes robustos, completó Machado. En septiembre, la tasa de desempleo fue de 5,4%, el nivel más bajo para el mes desde que se inició la nueva medición en 2002.









