El futuro de las relaciones entre Brasil y Venezuela, y la participación venezolana en el Mercosur serán temas de discusión que abordarán por primera vez los próximos días los presidentes Dilma Rousseff y Nicolás Maduro, quien llega a Brasilia el jueves.

Maduro visitará los países socios del Mercosur, con excepción de Paraguay, donde el gobierno actual lo considera persona no grata, después de un infeliz intento de intervenir en los temas locales, durante una reunión con militares paraguayos en Asunción, el año pasado, en la cual, como ministro de Relaciones Exteriores del fallecido ex presidente Hugo Chávez, pidió apoyo al mandatario depuesto Fernando Lugo.

Será una visita corta, sin reuniones de ministros o acuerdos relevantes, pero de gran importancia, porque indicará el tono que se adoptará en la relación de Venezuela, socio reciente del Mercosur, con el resto de las naciones del bloque.

Rousseff insistirá en la necesidad de que el gobierno venezolano reduzca el clima de batalla con la oposición y trabaje con fuerza para evitar una radicalización política, una tarea difícil en un país donde el nuevo gobernante y el líder de la oposición están obligados a conquistar legitimidad, mostrando a sus seguidores que mantienen el pulso firme en la conducción de sus respectivas agendas.

El apelo a una conciliación política, inclusive entre el gobierno y el sector privado, fue uno de los puntos siempre mencionado pero nunca manifestado públicamente durante los encuentros que mantuvieron en los últimos años los jefes de Estado de Brasil y Venezuela.

El propio Chávez contó, en alguno de sus extensos pronunciamientos públicos, que Lula le aconsejó seguir el ejemplo brasileño y buscar una convivencia más armoniosa con las voces opositoras en su país.

Brasil tiene interés en la estabilidad política y económica de Venezuela, no solo por su vecindad geográfica sino también por la creciente -a veces poco visible-integración entre los dos países.

Las conexiones de internet de banda ancha en Manaos pasan por el sistema de comunicaciones venezolano, más cercano; la energía eléctrica de Roraima proviene de la hidroeléctrica venezolana de Gurí (hoy Simón Bolívar); Brasil mantiene con los venezolanos el mayor saldo comercial en América latina (más de u$s 2.800 millones el año pasado y casi u$s 630 millones en el primer trimestre de 2013, a pesar de una caída de 16% en el total de las ventas brasileñas, 30% solamente en las manufacturas, fruto de las dificultades que creó a las empresas privadas el régimen de cambio en el país).

En abril, al encontrarse con el ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota, en Brasilia, el canciller venezolano, Elías Jaua, una de las estrellas del chavismo, aludió al interés del equipo de Maduro en discutir con Brasil, inmediatamente después de las elecciones, los programas de inversión para la industrialización de Venezuela, contra la dependencia absoluta de la economía del petróleo.

Brasil mantiene en Caracas oficinas de Ipea, para consultas técnicas; de Embrapa, para apoyo tecnológico; y de la Caixa Económica, que dio respaldo al programa Gran Misión Vivienda, un reflejo del brasileño Mi Casa, Mi Vida. Los venezolanos sueñan con que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) respalde las inversiones en el país.

En los planes del gobierno brasileño, Venezuela tiene un papel político importante en un futuro próximo: en junio, el país asume, por primera vez, la presidencia temporaria del Mercosur, y, en esa condición, será responsable por la coordinación del bloque en las negociaciones de comercio previstas para el segundo semestre, con la Unión Europea y, tal vez, con Canadá.

En medio de los conflictos políticos internos y la disputa retórica entre gobierno y oposición, presidir el Mercosur, aunque en la actual parálisis del bloque, será una prueba para los caribeños.

El gobierno brasileño, al igual que hizo con otros socios en el pasado, se ofreció a asesorar a la administración de Maduro en esa tarea.

El gobierno de Rousseff no está dispuesto a manifestarse sobre los problemas internos de Venezuela, incluso para no repetir lo sucedido con el canciller de España, José Manuel García-Margallo, quien se ofreció como mediador en la crisis política venezolana y recibió de Maduro el aviso de sacar la nariz de Venezuela.