

La conservadora Evelyn Matthei le dijo a la revista Qué Pasa que le gustaría viajar a Brasil como primer destino después de ser electa. Michelle Bachelet, la favorita, toma a Brasil como modelo a copiar en temas de política social y quiere al país como aliado económico, político y estratégico. Sus colaboradores afirman que la candidata socialista buscará el apoyo brasileño para revisar los rumbos de los acuerdos que negoció el actual presidente chileno, Sebastián Piñera, como la Alianza del Pacífico, con México, Perú y Colombia.
La conexión con Brasil es muy importante, y nos apena la ausencia del país en la Alianza del Pacífico, dijo el economista lvaro Díaz, ex ministro y ex embajador en Brasil, que participa de la campaña de Bachelet.
El programa del gobierno de la ex mandataria chilena prevé una revisión de la adhesión del país a la Asociación TransPacífico (TPP, de Transpacific Partnership), una iniciativa de negociaciones comerciales que lanzaron Estados Unidos y los países asiáticos -que excluye socios importantes de Chile, como China, Japón, Corea del Sur y Brasil.
Como Chile tiene acuerdos de libre comercio con países de la TPP, el nuevo arreglo podrá traer más costos que beneficios, según Díaz.
El embajador chileno en Brasil, Fernando Schmidt, que en los últimos meses visitó federaciones industriales de al menos cinco grandes estados brasileños, comentó que el gobierno actual no perdió el interés en Brasil, que absorbe cerca del 20% de las exportaciones chilenas y cada vez más inversiones del país vecino.
Queremos establecer todos los puentes posibles. Mercosur y la Alianza del Pacífico no son contradictorios, señaló Schmidt. Pero no todos piensan lo mismo. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, a pesar de negar una contraposición entre los bloques, dijo que la Alianza sería el nuevo motor económico de América latina, dejando de lado el claudicante bloque que lidera Brasil.
La verdad es que, después de un comienzo colmado de expectativas, el gobierno de Piñera enfrió sus gestos hacia Brasil. Pero sea quien fuera la futura mandataria chilena, sus esfuerzos por aproximarse a Brasil serán plenamente correspondidos por el gobierno local.
En una de las conversaciones recientes con el ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Luiz Alberto Figueiredo, Dilma, que ayer visitó Perú, se quejó de lo que considera una resistencia diplomática nacional a la Alianza del Pacífico, y dijo que busca aproximarse al grupo, en iniciativas como proyectos de infraestructura.
Figueiredo recibió la misión de confeccionar un libro blanco de política externa, como existe para la política de defensa, con prioridades, presupuesto y metas viables para lo que resta del mandato de Dilma y más allá. El refuerzo de los lazos con América del Sur se mantiene en la cima de la lista prioritaria, pero la presidenta está cansada de la retórica.
Quiere, entre otras iniciativas, la reanudación de las negociaciones para profundizar los acuerdos de libre comercio de mercancías entre Brasil y todos los países de América del Sur. Brasil libera el acceso de productos a los vecinos, pero algunos, como Colombia y Perú, resisten a abrirse a la competencia de la industria brasileña.
También está prevista la explotación de alternativas bilaterales para que el país camine hacia un acuerdo de libre comercio amplio con los vecinos andinos, con negociaciones sobre la liberalización de servicios y protección de inversiones, por ejemplo. Por determinación de la mandataria, Itamaraty reformulará las funciones de la Secretaría de Planificación Diplomática, que comandará el diplomático y escritor Mauricio Lyrio, y tendrá a su cargo la elaboración de proyectos estratégicos para orientar la política externa.
Es un reconocimiento, aunque tardío, de la importancia de dar señales más claras sobre los intereses e intenciones de Brasil en el mundo, en su nuevo papel de potencia emergente.










