

El teletrabajo se volvió parte del día a día para millones de trabajadores de Estados Unidos, y ahora un estudio sobre el empleo remoto finalmente reveló lo que muchos intuían. Las personas que hacen teletrabajo ganan tiempo, se sienten más felices y están en mejor estado físico y mental.
El análisis, basado en miles de empleos, ha dado como resultado una conclusión que sorprende a muchos por la certeza de las pruebas. Sin dudas, cambiar la oficina por la casa modifica rutinas y transforma positivamente la calidad de vida.
El empleo remoto mejora el ánimo y cuida las rutinas de los trabajadores
Aunque suene raro, la idea despedirse del tráfico no es menor. Una de las primeras ventajas que marcó el estudio fue la eliminación del tiempo de traslado. Quienes hacen teletrabajo ganan al menos media hora de sueño por noche. Puede parecer poco, pero se transforma en cientos de horas de descanso al año.

Ese nuevo ritmo genera una lista de beneficios:
Menos estrés al arrancar el día sin apuro
Sueño más reparador que mejora la concentración
Ambiente más tranquilo en casa y en la mente
Reducción del consumo de alimentos ultraprocesados
Más tiempo para cocinar con ingredientes frescos
Varios participantes del estudio de la Universidad de Australia del Sur contaron que empezaron a comer mejor y dedicar más espacio al cuidado personal. Una tercera parte aprovechó el tiempo libre para hacer actividades y pasatiempos que antes postergaba.
Productividad estable y conexión humana: los nuevos retos del teletrabajo
Aunque al principio hubo dudas sobre el rendimiento, el estudio realizado por la Universidad de Australia del Sur, citado por la Cobertura Universal de Salud (CMU) de Francia, mostró que la productividad no baja. De hecho, cuando el empleo remoto es voluntario y no impuesto, mejora el compromiso con las tareas.

El desafío más complejo aparece en el plano social. La distancia puede enfriar los lazos con colegas. Aun así, muchos equipos hallaron formas creativas para sostener la comunicación sin perder eficiencia.
Este estudio extenso obliga a mirar el trabajo desde otro ángulo. Ya no como una rutina atada a una oficina, sino como una experiencia flexible que puede hacer más felices a las personas.











