En esta noticia

La alcaldesa de Washington, DC, Muriel Bowser, reavivó el debate sobre convertir a la capital en el 51° estado de Estados Unidos. La propuesta surge después de que el presidente Donald Trump anunciara que el gobierno federal tomará control del Departamento de Policía Metropolitana local, una medida sin precedentes en la historia de la ciudad.

Bowser, que lidera la ciudad desde 2015, argumentó que más de 700.000 residentes que pagan impuestos federales no cuentan con plenos derechos de representación política. Según advirtió, esta situación pone en evidencia la necesidad de otorgar a Washington, DC, un estatus estatal que le permita mayor autonomía frente a decisiones federales.

¿Por qué Washington, DC quiere convertirse en el 51° estado?

El reclamo por la estadidad de Washington, DC no es nuevo, pero el reciente conflicto con la Casa Blanca le dio nueva fuerza. Trump anunció que invocará la Sección 740 de la Ley de Autogobierno de 1973 para asumir el mando de la policía local, inicialmente por dos días, aunque podría extenderse con aprobación del Congreso.

Bowser sostiene que la medida no está respaldada por la situación de seguridad. De acuerdo con datos del propio Departamento de Policía Metropolitana, el crimen violento ha caído un 26% en comparación con el año anterior. La alcaldesa considera que se trata de una maniobra política que apunta a ciudades con menor apoyo al presidente.

Históricamente, la capital ha sido gobernada con autonomía limitada. Convertirla en un estado implicaría que sus habitantes elijan representantes con voto en el Congreso y que el gobierno federal no pueda imponer decisiones locales sin seguir un proceso legislativo.

¿Qué implicaría para el mapa político de Estados Unidos?

La creación de un nuevo estado alteraría la composición del Congreso y el reparto de votos en el Colegio Electoral. Washington, DC, de tendencia mayoritariamente demócrata, sumaría dos senadores y un representante con voto, modificando el equilibrio político a nivel federal.

Además, el cambio tendría impacto simbólico e histórico, ya que por primera vez desde 1959 -cuando Hawaii se incorporó como el estado número 50- se modificaría el mapa oficial del país. Esta adición también implicaría ajustes en leyes federales y en la distribución de recursos y fondos.

La propuesta enfrenta una fuerte resistencia entre legisladores republicanos, que ven en la estadidad de DC una ventaja electoral para sus rivales. Sin embargo, el episodio reciente podría intensificar el debate y presionar para que el Congreso considere el tema en los próximos años.